Beatriz de Bobadilla, la mejor amiga de Isabel la Católica

Beatriz de Bobadilla nace en Medina del Campo en 1440. Fue hija de Pedro de Bobadilla y de María Maldonado, de la pequeña nobleza castellana. Su padre era alcaide del castillo de Arévalo, donde residía la reina viuda de Juan II, Isabel de Portugal, con sus hijos Isabel y Alfonso.

La familia se trasladó a Arévalo hacia 1454, después de la muerte de Juan II y de la coronación de su hijo Enrique IV. Durante esos ocho años, desde 1454 hasta 1462, Beatriz convivió con los hijos de la reina viuda como cuidadora, pero, a pesar de tener once años más que Isabel, las dos se hicieron amigas íntimas, amistad que durará toda la vida.

Beatriz de Bobadilla, la mejor amiga de Isabel la Católica

Beatriz se convirtió en confidente y protectora de Isabel y de Alfonso. Enrique IV, hermanastro de Isabel y de Alfonso, decide trasladar a los niños separándolos de su madre. El destino fue Segovia, donde estaba la corte, designando a Beatriz como doncella y criada de los infantes. El 5 de junio de 1465 la nobleza rebelde, encabezada por el marqués de Villena y por el arzobispo de Toledo entre otros, debido a que el rey no dispensaba un trato de favor para sus intereses, deciden colocar al infante Alfonso como nuevo rey, deslegitimando a Enrique IV.

Este golpe de estado provocó la guerra civil entre los partidarios reales y los que apoyaban a Alfonso. Cabrera estuvo al lado del rey Enrique y su mujer Beatriz también, pero la situación de Isabel era complicada porque su hermano estaba enfrentado a Enrique IV. Hubo negociaciones entre el rey y el marqués de Villena, que manejaba muy bien al monarca a pesar de ser el causante de una revuelta tan grave, y llegan a un acuerdo para la pacificación que incluía el matrimonio de la infanta Isabel con el hermano del marqués, Pedro Girón, maestre de Calatrava.

En 1466 el rey dispuso el matrimonio de Beatriz con su mayordomo mayor, su hombre de confianza Andrés Cabrera. Beatriz tenía entonces 26 años de edad y su marido 36. Ambos eran conversos por ser de ascendencia judía, extremo al que en aquel tiempo no se daba importancia. La decisión del rey de casar a su hermanastra de 15 años con Pedro Girón fue totalmente inaceptable para Isabel por varias razones. La primera porque Pedro Girón no pertenecía a la familia real, sino que era un simple noble, vasallo del rey Enrique. La segunda porque Pedro tenía más de 40 años y aunque era soltero ya tenía hijos con otras mujeres. Además, tenía un carácter violento, su comportamiento no siempre era caballeresco y era más bien embustero. Había subido al puesto de maestre de Calatrava gracias a su hermano Pacheco, que sabía manejar al rey Enrique para favorecer a los suyos de una manera escandalosa. Isabel rezaba todos los días para que no llegase ese momento de la boda, mientras que Pedro Girón salía de su territorio con tres mil hombres de armas para la celebración. Beatriz estaba viviendo esos momentos de tensión y angustia con Isabel, consolándola y ofreciendo su ayuda, y prometiendo impedir el matrimonio a toda costa, incluso dispuesta a apuñalar a ese novio indeseable e impresentable.

Isabel nunca olvidará el apoyo que le prestó Beatriz en aquel momento tan crítico de su vida. La posición de Beatriz al lado de Isabel a veces no era cómoda porque ella y su marido eran mayordomos de Enrique IV y no podían hacer nada en su contra. Era complicado estar en medio de las dos partes en conflicto. Aunque tuvo que elegir su sitio, hizo todo lo posible para estar a bien con ambas partes. En 1467 Alfonso y la nobleza rebelde ganan la segunda batalla de Olmedo, entran en Segovia y liberan a su hermana Isabel. Beatriz tuvo que acompañar a Isabel y pasar a la corte de Alfonso, abandonando a los partidarios de Enrique IV. En 1468, después de la muerte de Alfonso, la nobleza rebelde convence al rey para que reconozca a su hermanastra Isabel como heredera de la corona, celebrando el famoso Tratado de los Toros de Guisando.

Enrique IV y el marqués de Villena intentan casar a Isabel con el rey de Portugal o con el duque de Guyena, hermano del monarca francés, pero Isabel no aceptaba ninguna de las dos propuestas. Según el Tratado de Guisando, Isabel no podía casarse sin el consentimiento real, pero ella tenía la intención de casarse con el príncipe de Aragón Fernando. Se movió secretamente gente de Aragón y de Castilla para conseguir ese matrimonio. El rey de Aragón y el arzobispo de Toledo Alonso Carrillo estaban preparando ese enlace en contra del rey de Castilla y del marqués de Villena. Beatriz y su marido, como vasallos de Enrique IV, se opusieron a tal enlace y trataron de que Isabel no se casara con Fernando porque eso significaba romper el Tratado de Guisando. La relación entre Isabel y Beatriz se deterioró algún tiempo porque Beatriz no había sido informada del plan de Isabel de escapar de la fortaleza de Ocaña, donde estaba retenida, y celebrar la boda con Fernando en Valladolid.

Una vez divulgada la noticia de que Isabel y Fernando se habían casado, Enrique IV, enfadado y molesto, anula el acuerdo de Guisando y vuelve a nombrar a su hija Juana la Beltraneja como legítima heredera de Castilla en Val de Lozoya, cerca del monasterio de El Paular. Su hija Juana estaba custodiada por Mendoza en la fortaleza de Buitrago de Lozoya. El rey ordena enviar tropas para perseguir a Isabel y Fernando, que deben refugiarse en Medina de Rioseco, donde la familia de Fadrique Enríquez, tío de Fernando, tenía una fortaleza. Beatriz, una vez consumado el matrimonio de Isabel y Fernando, actúa como mediadora para la reconciliación del rey Enrique con su hermanastra Isabel. En 1473 el reinado de Enrique IV estaba muy deteriorado después de la vuelta del marqués de Villena, que casi gobernaba solo sin el consentimiento del rey y estaba saqueando las propiedades y pertenencias de la corona quedándoselas para él. El matrimonio Cabrera-Bobadilla veía de cerca cada día que Enrique IV estaba totalmente en manos del marqués y que se dejaba llevar por él.

En 1473 Beatriz convence a Enrique IV para tener un encuentro con su hermanastra en Segovia. Sale de la fortaleza disfrazada de aldeana, burlando el control de la gente del marqués de Villena que estaba de viaje, y consigue introducir a Isabel en el alcázar. La entrevista fue cordial y hasta salieron Enrique e Isabel a pasear a caballo por las calles de Segovia, por lo que la gente pudo ver al rey y a la princesa juntos y en armonía. El 11 de diciembre de 1474 el rey muere en Madrid. Isabel, una vez terminado el funeral, se proclama reina de Castilla en Segovia sin más procedimientos ni trámites ordinarios que la ceremonia oficial en la iglesia de San Martín, en la plaza Mayor de Segovia.

La entronización fue legítimamente celebrada, ya que asistieron personalidades suficientes para cumplimentar la representación necesaria. Beatriz y su marido fueron los artífices de esa proclamación tan hábil e inmediata de Isabel ya que sabían muy bien que los consejeros del rey Enrique y del marqués de Villena no dejarían a Isabel ser coronada porque su apuesta era por Juana la Beltraneja, la hija de Enrique IV. Sin la colaboración de Beatriz de Bobadilla y de su marido, Isabel no hubiera podido celebrar tal ceremonia. Lógicamente ese paso significaba el comienzo de la guerra civil entre los isabelinos y los partidarios de Juana. Isabel contaba con la ventaja de disponer del alcázar de Segovia, donde gente de confianza como Andrés Cabrera custodiaba el tesoro real de Castilla. En 1475, poco después de ser coronada reina de Castilla, se produce un incidente en el alcázar de Segovia, donde el alcaide y tesorero Cabrera no tenía la simpatía de la gente. Durante su ausencia, el anterior alcaide Alfonso Maldonado y otros hombres de armas entraron en el alcázar exigiendo la sustitución del alcaide. Corría peligro la vida de la hija de Isabel, que residía allí. Isabel, que se encontraba en Tordesillas, acudió al alcázar, confirmó el cargo de Cabrera como alcaide y los rebeldes se rindieron y obedecieron ante la firme postura de la reina sin poner resistencia alguna. Una demostración a favor del matrimonio Cabrera-Bobadilla por los importantes servicios prestados a Isabel.

La valentía y la forma con que actuó la reina ante las amenazas de los rebeldes causó buena impresión en la población de Segovia. El matrimonio Cabrera-Bobadilla recibió a lo largo de esos años cuantiosas mercedes y acumuló patrimonio de manera espectacular. Además de las rentas de Segovia recibe también el señorío de Moya con el título de marqués de Moya (4 de julio de 1489): un territorio extenso y estratégico en la frontera de los reinos de Castilla y Aragón lindando con Valencia. Otras propiedades recibidas fueron Casarrubios y Valdemoro, que se convertirán en el condado de Chinchón más adelante. Durante la guerra de Granada el matrimonio acompañó a los Reyes. En el campamento Beatriz fue atacada por un moro por error al confundirla con la reina, aunque la herida no fue grave gracias a algunos adornos de oro que llevaba que le sirvieron de protección.

El 26 de noviembre de 1504, cuando falleció la reina Isabel en Medina del Campo, Beatriz fue la persona que se encargó de cerrar los ojos de la reina difunta. A pesar de que la reina dejó escrito en su testamento que había que respetar a Andrés Cabrera y a Beatriz de Bobadilla porque gracias a sus servicios pudieron los Reyes alcanzar la corona de Castilla, en el reinado de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca quitaron la alcaidía de Segovia a Andrés, pasándosela a Juan Manuel, hombre de confianza y mano derecha de Felipe el Hermoso. Cabrera resistió y se negó a abandonar el alcázar, pero las fuerzas del rey Felipe y de Juan Manuel le echaron de su cargo.

A la vuelta del rey Fernando a Castilla, el alcázar fue devuelto al matrimonio Cabrera-Bobadilla. Fernando el Católico no olvidó los servicios prestados por Andrés Cabrera y por Beatriz de Bobadilla. El 17 de enero de 1511 Beatriz fallece a los 71 años de edad en Madrid y fue enterrada en el convento de Santa Cruz de Carboneras, en Cuenca.

Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es

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