Como característica general, el Renacimiento significa la plena y total oposición a la Edad Media, en la que el ser humano centra en él mismo y no en Dios su actividad. Es el renacer del pensamiento individual después de haber estado aletargado y sometido durante largos siglos.
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El hombre se define ahora por su individualidad, por su libertad de pensamiento; una libertad de pensamiento intelectual que acaba conduciendo a la libertad de pensamiento religioso, cuya consecuencia más inmediata fue la Reforma protestante. La separación entre lo cívico y lo religioso, junto a la vuelta a los principios de los tiempos clásicos, fueron las características de la nueva etapa.
De Grecia se imitó el espíritu, el neoplatonismo, el gusto por la razón como instrumento para alcanzar el conocimiento y la comprensión de todas las cosas. De Roma, las formas artísticas, debido principalmente a que la misma ciudad era un vasto depósito de monumentos artísticos antiguos disponibles para su estudio. Esos edificios eran medidos y estudiados meticulosamente, comparados con los datos del tratado de arquitectura de Vitrubio, y a partir de ese gusto por el estudio de las proporciones y del nacimiento de la teoría arquitectónica, propician una nueva generación de edificios basados en los cálculos matemáticos, así como en un fundamento teórico derivado de la armonía y del buen gusto.
La proporción áurea se impone como base en muchas creaciones, no sólo arquitectónicas, y de su mano acaba por imponerse también el gusto por paredes limpias y luminosas, sobre las que en numerosas veces, la cúpula central es el símbolo que remata una geometría hermosa y perfecta. Desaparece la concepción medieval que se basaba en la tensión directa hacia el altar mayor, para dar paso al predominio de los espacios centrales, fruto de la poderosa influencia clásica. Tanto es así que incluso en los edificios longitudinales se trata de alcanzar una unidad espacial en las que esté presente un interior ancho y desahogado. Con el restablecimiento de la arquitectura clásica, las bóvedas de arista y de medio cañón recobran protagonismo, aunque son las cúpulas las que mejor expresan el carácter de la arquitectura renacentista, en la que también abundan los arcos de medio punto sobre finas columnas, y las pilastras en las paredes. El muro vuelve a recuperar la función de soporte de los edificios, frente a las columnas como sucedía en la etapa anterior.
El Renacimiento en Andalucía
En Andalucía suelen utilizarse construcciones de períodos anteriores para transformarlas o rematarlas según las normas del nuevo estilo, como es el llamativo caso de la Giralda de Sevilla, antiguo alminar musulmán transformado en campanario de la nueva catedral. Otro imponente e importante ejemplo de arquitectura renacentista en Sevilla es el Archivo de Indias, ubicado junto a la catedral de la que fue la ciudad más importante de la época.
Otras grandes e importantes ciudades del momento, enormes ejemplos de arquitectura renacentista andaluza fueron Málaga, Jaén y Granada, en las que sus catedrales son ejemplos incomparables de la aplicación de los nuevos preceptos; tres de las principales muestras del renacimiento andaluz. En Granada se encuentra también el Palacio de Carlos V, otro de los más brillantes edificios renacentistas de la península, ubicado en la colina de la Alhambra.
Finalmente, como muestras exquisitas del renacimiento auspiciado por la nobleza, es fundamental mencionar las ciudades de Úbeda y Baeza, importantes focos artísticos para la arquitectura de la época. En la primera de ellas se sitúan el Palacio del Deán Ortega, la capilla de El Salvador, la basílica de Santa María y el Palacio de las Cadenas, junto al impresionante patio del Hospital de Santiago. De Baeza destacan la catedral de La Natividad, el Palacio de Jabalquinto, la antigua Universidad, el Ayuntamiento y la Plaza del Pópulo, con su Fuente de los Leones y su Antigua Carnicería, así como el convento de San Francisco, con las ruinas de la Capilla de los Benavides.
Autor: Andrés Luis Moreau para revistadehistoria.es
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