Alfonso IX de León
Decidido a arreglar sus diferencias con Sancho I de Portugal, no encontró mejor medio que contraer matrimonio con la hija del Monarca luso, Teresa, sin importarle el grado de parentesco que les unía. La madre de Alfonso IX, Urraca, era hermana de Sancho I de Portugal, por lo que Teres era prima del Monarca leonés. La boda se celebró en Guimarães (Braga), en 1911. La potencia castellana preocupaba al resto de los Reinos castellanos peninsulares y dio origen a una coalición anticastellana que culminaría en el pacto de Huesca, en mayo de 1191, en el que intervinieron Alfonso II de Aragón, Sancho I de Portugal y Sancho VI el Sabio, de Navarra.
Preocupado Alfonso IX por asegurar las fronteras de su Reino con Al-Ándalus, que habían retrocedido hasta Coria por la pérdida de Alcántara durante el Reinado de su padre, firmó una tregua con los almohades de cinco años de duración.
Mientras, el Papa Calixto III anulaba su matrimonio con Teresa de Portugal, a causa del parentesco que les unía, excomulgando a los dos cónyuges. Aunque ya habían nacido tres hijos: Sancha, Fernando y Dulce, los esposos tuvieron que separarse, en 1194. Teresa regresó a Portugal ingresando en el monasterio de Lorvaon (Coímbra), donde vivió hasta su muerte en 1250.
Al año siguiente, los leoneses amenazaron de nuevo a Castilla, pero castellanos y portugueses penetraron de nuevo en León y Galicia. Alfonso IX, acosado, buscó la paz concertando su matrimonio con su sobrina Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla. Pese al grado de parentesco que les unía, pues Sancho III de Castilla era hermano de Fernando II de León, padre de Alfonso IX, el Monarca leonés persistía en sus matrimonios endogámicos. La boda se celebró en la iglesia de Santa María de Valladolid en octubre de 1197. Otro Papa, Inocencio III, condenaría con su anulación este matrimonio, resultando inútil los ruegos que Alfonso IX y la Reina Leonor, madre de la desposada, elevaron al Pontífice, que se mostró inflexible y excomulgó a los cónyuges. En 1203, Berenguela accedió a separarse de su esposo y regresar a Castilla, por lo que el Papa les levantó la excomunión. De esta unión ya habían nacido: Fernando, que reinaría en Castilla y León; Leonor, Constancia y Berenguela. Después de separarse de Berenguela, Alfonso IX tuvo amores con Teresa Gil, de que tuvo cuatro hijos.
Concertada la paz con Castilla mediante su matrimonio con Berenguela, Alfonso IX volvió a Portugal para recuperar las plazas que Sancho I le había arrebatado. Más tarde, la anulación de su matrimonio con Berenguela reavivaría las luchas entre León y Castilla, hasta que ambos Monarcas acordaron entregar a Fernando, el hijo de Berenguela, las plazas que ésta había llevado como dote.
Alfonso VIII pidió al Monarca leonés que participara en la importante empresa que se estaba preparando contra los almohades; pero las exigencias de Alfonso IX, que pedía le fueran entregadas algunas plazas que consideraba suyas, fueron rechazadas por Alfonso VIII, por lo cual, el leonés se negó a participar en la cruzada. Mientras Alfonso VIII y el resto de los Monarcas peninsulares, excepto Alfonso II de Portugal, luchaban contra los almohades y alcanzaban la victoria en las Navas de Tolosa en 1212, Alfonso IX se dedicaba a recuperar las plazas que consideraba suyas. Alfonso VIII, tras su vuelta victoriosa, le invitó a mantener la paz; el leonés aceptó, y ambos se comprometieron a proseguir la guerra contra los almohades. En 1214, Alfonso IX lanzó una ofensiva y consiguió tomar Alcántara, pero fracasó ante Mérida y Cáceres.
La muerte de Alfonso VIII le llevó a mezclarse en los asuntos internos de Castilla a raíz de la minoría de edad del heredero Enrique. Los planes de una facción castellana, dirigida por el tutor del joven Monarca, Álvaro Núñez de Lara, que pretendía anular la Regencia de Berenguela y los derechos de Fernando, hijo de Alfonso IX y Berenguela, al Trono leonés, no prosperó. Alfonso IX tuvo que enviar a su hijo Fernando al frente de un contingente de tropas para auxiliar a su madre, que se hallaba sitiada en Autillo (Palencia). La prematura muerte de Enrique I de Castilla, en 1217 desbarató todos los planes de Álvaro Núñez de Lara. Berenguela fue nombrada Reina de Castilla, pero en la misma ceremonia de coronación renunció a favor de su hijo Fernando. Alfonso IX, influido por la idea de reunir las dos Coronas bajo se cetro, penetró en Castilla con su Ejército. Las repetidas peticiones de paz que le hicieron llegar Berenguela y Fernando no surtieron ningún efecto. El Monarca leonés continuó su marcha hacia Burgos. Allí, a las puertas de la ciudad, le esperaba su hijo dispuesto a no dejarle pasar, por lo que Alfonso IX, que no esperaba esa resistencia, tuvo que retirarse y reconocer a su hijo como Rey de Castilla. El 26 de agosto de 1218, en Toro, padre e hijo sellaron una paz definitiva. Es a partir de 1218 cuando Alfonso IX centra todos sus esfuerzos en la lucha contra los musulmanes. Serían sus años más gloriosos. Después de años de fallidos intentos, en los que se vio obligado a levantar el cerco a la ciudad, pudo conquistar la formidable plaza de Cáceres en el verano de 1227. En el invierno de 1229, Alfonso IX partió para su última campaña, apoderándose de Montánchez (Cáceres), Mérida, Badajoz y Elvas (Portugal), dejando el camino abierto hacia Sevilla.
Alfonso IX falleció en Villanueva de Sarriá (Lugo) el 24 de septiembre de 1230. Tras de sí dejaba una excelente labor de consolidación, destacando por su trascendencia la fundación de la Universidad de Salamanca. Durante sus últimos años se debatió en la duda de a quien legar el Reino. Fernando, el hijo que había tenido con su primera esposa, Teresa de Portugal, murió en 1214 a los 22 años de edad, sin dejar descendencia.
Con este pacto, volvieron a unirse definitivamente León y Castilla.
Autor: José Alberto Cepas Palanca para revistadehistoria.es
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