Justicia y ganadería en Santa Fe (Río de la Plata) a fines del siglo XVIII

El cuidado de las poblaciones y ganados en las zonas rurales siempre ha sido de interés primordial para las autoridades hispano-coloniales. Y la región correspondiente al Litoral Rioplatense no era la excepción. Por un lado, es lógico pensar en estos inconvenientes que tuvieron las instituciones urbanas, debido a las enormes distancias entre éstas la campaña. Por otra parte, las jurisdicciones asignadas a los alcaldes de la Santa Hermandad (vecinos designados por los alcaldes capitulares en el caso de Buenos Aires y Santa Fe) eran demasiado extensas para su posibilidad de alcance.

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Justicia y ganadería en Santa Fe (Río de la Plata) a fines del siglo XVIII

En una sociedad rural, el carácter de la producción fue agrícola-ganadero. La ganadería tuvo gran importancia: el ganado vacuno por el abasto de carne, la venta en pie, las corambres, y la extracción de grasa y sebo; y en el caso del mular, se destinaba casi exclusivamente a los mercados del Norte minero. Los jueces rurales no podían estar al margen, y por eso trataron de tomar medidas y sanciones contra el robo de haciendas, así como también sobre su regulación y usufructo.

En la Castilla del siglo XV se definía a los alcaldes de la Hermandad como funcionarios que sólo actuaban por los delitos cometidos en la campaña, y no en las ciudades, a menos que los delincuentes se refugien en ellas. Las funciones se centraban en el campo y no debían dejar de lado el control del ganado y la delincuencia, y además no cambiaron demasiado entre lo establecido por los Reyes Católicos y lo que se podía percibir en el Río de la Plata hacia fines del S. XVIII.
Los comisionados eran designados para realizar múltiples tareas, como la persecución de la ‘‘vagancia’’, la cual está directamente vinculado a la economía, ya que se necesitaba reclutar a éstos ‘‘vagos’’ para que trabajaran en las diferentes explotaciones (cosechas, recogidas de ganado, vaquerías, cosechas, etc.), o bien como hombres para las milicias y la protección de la frontera. A su vez, no era extraño que se los relacionara directamente con los robos de ganado. Sin embargo, es conveniente señalar que no solamente se dedicaban a estos problemas: en el Litoral, por ejemplo, se podía ver a los de jueces de las Misiones efectuando el decreto de expulsión de los jesuitas, designando a los nuevos administradores y párrocos, y confeccionando los inventarios de bienes.

Justicia y ganadería
Los alcaldes de la Santa Hermandad tuvieron sus orígenes en el Reino de Castilla y fueron oficializados por los Reyes Católicos (Siglo XV).
Fuente: http://spainillustrated.blogspot.com.ar/2013/02/santa-hermandad-la-primera-policia.html

Entre 1789-1800 los robos de ganados y los problemas que causaban los ‘‘vagos’’ tuvieron un destacable protagonismo en las intervenciones del ayuntamiento de Santa Fe, ya que fue un período de frecuentes delitos de esta clase. Según el cabildo, los jueces debían cuidar, celar y vigilar precisamente sobre la persecución y exterminio de todos los ladrones y gente perniciosa que se hallen y se encuentren estén establecidos en todo el distrito que abraza sus nombramientos aprehendiéndolos y remitiéndolos a esta ciudad a disposición de cualquiera de los dos juzgados. Por ejemplo, en 1800 el virrey informó su representación ante el municipio de los robos de ganado que experimentaban en aquel entonces los hacendados del pago de Coronda. Pidió que se le informara si era necesario nombrar comisionados otros partidos.
Además les correspondía organizar las expediciones armadas y controlar los permisos que tuvieran los vecinos para hacer las recogidas de ganado y las faenas. En 1799, por ejemplo, el Alguacil Mayor presentó las diligencias obradas con motivo de la denuncia que el comisionado de Ascochingas había formulado contra Luis Zapata, ante lo cual decidieron condenarlo a las costas, y para que no volvieran a ocurrir estos excesos, resolvió ordenar a los jueces pedáneos y comisionados que ninguna persona efectuara recogidas sin licencias, las cuales deberían presentarse ante el funcionario correspondiente.

Por otra parte, no faltan los casos en los cuales se ocuparon directamente de la persecución de la ‘‘gente ociosa’’: en 1791, el municipio mandó a que todos los comisionados registraran a todos los vecinos de sus partidos, y que a aquellos que identificaran como ‘‘vagos, sin haciendas y fincas’’, les impusieran un plazo de 4 días como mucho para que se fueran de la jurisdicción. En mayo de 1800, los comisionados, junto con los hacendados del lugar formaron un fondo destinado a satisfacer la necesidad de armas y municiones.

Justicia y ganadería
El control del ganado y de las poblaciones en las áreas rurales representó uno de los dolores de cabeza más importantes para las autoridades coloniales en el Río de la Plata.
Fuente: http://www.taringa.net/post/apuntes-y-monografias/18487122/La-vida-en-el-Buenos-Aires-virreinal.html

Estas intervenciones tenían que ver con la necesidad de hombres para las prácticas ganaderas y para evitar daños. Debían controlar que las recogidas de ganado se hicieran con licencia, y asegurarse de que todas las cabezas reunidas fueran destinadas a los corrales de las estancias, y luego dieran noticia a los hacendados para que cada uno fuera a buscar lo suyo, separando los orejanos y los de marcas desconocidas para que el concejo determinara qué hacer. En 1797 el comisario de Ascochingas notificó haber embargado las haciendas que había recogido Manuel Ignacio Díaz de Andino. El cabildo dejó la medida sin efecto y decidió que se entregara a los animales de la recogida a sus dueños, y el resto de ellos y los de marcas conocidas con sus crías. Los orejanos serían aplicados para el costo de dichas recogidas, y el resto de ellos quedarían a disposición del municipio. Hay que agregar que éstas recogidas no se hacían solamente sobre los vacunos, sino también sobre caballos, yeguarizos y mulares, vinculados fundamentalmente a los mercados del Norte.
Éstas atribuciones también las tenían los alcaldes de la Hermandad: en 1800, ante la información levantada por el de Coronda y el comisionado de Las Lomas sobre la representación de Francisco Falcón, se ordenó que éste devolviera a Judas Tadeo Vergara las yeguas de su propiedad (que se había llevado en su ausencia), y que el comisionado reintegrara al demandante los animales embargados; en 1791, se mencionaron las quejas que formulaban los vecinos por los continuos robos de ganado y desórdenes que los alcaldes de la Hermandad no podían atender, en virtud de lo cual el virrey autorizó la designación de 3 jueces pedáneos. Por lo que puede apreciarse en estos ejemplos, parece ser que los ambos oficiales de justicia no se yuxtaponían, sino que más bien se complementaban.

Autor: Mauro Luis Pelozatto Reilly revistadehistoria.es

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1 Comment

  1. El declive de la Armada española en el virreinato del Río de la Plata, 1796-1808 - Revista de Historia
    27/04/2020 @ 13:38

    […] todas las posesiones americanas, el Río de la Plata fue la que más pronto sufrió los efectos del desplome español en el mar. Preparándose para un […]

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