En una época donde la ciencia comenzaba a sacudirse los antiguos dogmas medievales, surgÃa un pensamiento renovado que apostaba por la observación empÃrica y el razonamiento matemático.
Isaac Newton. Los primeros años y la forja de un genio
Desde joven, Newton demostró una curiosidad incansable. Tras estudiar en la King’s School de Grantham, ingresó en el Trinity College de Cambridge en 1661. La universidad, todavÃa impregnada de las ideas aristotélicas, estaba a punto de ser transformada por el impacto de los nuevos paradigmas cientÃficos que traÃan figuras como Descartes, Galileo y Kepler. Newton, absorbiendo estas ideas, pronto desarrolló una visión propia que desbordarÃa a sus maestros.
Los años de la peste: una revolución silenciosa
Entre 1665 y 1667, la Gran Peste obligó al cierre de Cambridge. Newton regresó a Woolsthorpe, un retiro que resultó ser uno de los periodos más fecundos de su vida. Durante este “annus mirabilis”, el joven cientÃfico concibió las bases del cálculo diferencial e integral, elaboró la teorÃa de la luz y el color, y comenzó a esbozar la teorÃa de la gravedad universal.
La famosa anécdota de la caÃda de una manzana inspirándole la idea de la gravedad ha sido embellecida por la posteridad, pero capta la esencia de su proceso mental: la búsqueda de leyes universales que pudieran explicar tanto el movimiento de los cuerpos en la Tierra como el de los astros en el cielo.
El descubrimiento de las leyes fundamentales
De regreso en Cambridge, Newton fue nombrado profesor lucasiano de matemáticas en 1669. Su labor no se limitó al aula; su mente trabajaba incansablemente para sistematizar el conocimiento. En 1687, tras la insistencia de su amigo Edmund Halley, publicó Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, conocido simplemente como los Principia.
En esta obra monumental, Newton formuló las tres leyes del movimiento y la ley de la gravitación universal. Estas leyes describÃan con precisión el comportamiento de los objetos en movimiento y proporcionaban una explicación matematizada del movimiento de los planetas. La claridad y la fuerza explicativa de sus teorÃas consolidaron la mecánica clásica como la nueva forma de entender el mundo fÃsico.
Óptica, alquimia y teologÃa
Aunque popularmente conocido por sus contribuciones a la fÃsica y las matemáticas, Newton dedicó una gran parte de su tiempo a la óptica, la alquimia y la teologÃa. En 1704 publicó Opticks, donde investigó la naturaleza de la luz y el color, experimentando con prismas y formulando la teorÃa corpuscular de la luz.
En su tiempo libre, Newton se adentró en los secretos de la alquimia, buscando comprender los misterios de la materia. Para él, no existÃa una división tajante entre ciencia y misticismo: la naturaleza era un todo interconectado, y conocer sus leyes era, a su juicio, una forma de acercarse a la voluntad divina.
Su profundo interés por la teologÃa lo llevó a realizar exégesis bÃblicas y a escribir extensos tratados sobre cronologÃa sagrada. A pesar de su fama en la comunidad cientÃfica, Newton guardó en secreto muchos de sus trabajos sobre alquimia y religión, temiendo las crÃticas de sus contemporáneos.
Newton en la vida pública
En 1696, Newton aceptó el cargo de intendente de la Casa de la Moneda de Inglaterra. Allà demostró un talento notable para la administración y la organización, reformando el sistema monetario y persiguiendo implacablemente a los falsificadores. Su reputación creció no solo como cientÃfico, sino también como funcionario competente.
En 1703 fue elegido presidente de la Royal Society, cargo que ocupó hasta su muerte. Bajo su dirección, la institución se consolidó como el centro neurálgico de la ciencia británica. En 1705, la reina Ana lo nombró caballero, convirtiéndose en Sir Isaac Newton.
El carácter y las controversias
Detrás de su imagen de sabio respetado, Newton escondÃa una personalidad compleja. Era reservado, propenso a los arranques de ira y a mantener rencores prolongados. Su enemistad con Robert Hooke y su disputa con Gottfried Wilhelm Leibniz por la prioridad en el descubrimiento del cálculo son bien conocidas.
Newton defendÃa con vehemencia sus descubrimientos, llegando en ocasiones a manipular evidencias para favorecer sus propias versiones. No obstante, su influencia era tal que, incluso cuando sus metodos eran cuestionados, su autoridad cientÃfica se mantenÃa intacta.
Los últimos años y el eco de su obra
Su influencia sobre la ciencia posterior fue inmensa. Durante más de dos siglos, sus leyes dominaron la fÃsica hasta que Albert Einstein, con su teorÃa de la relatividad, amplió los lÃmites del conocimiento establecido. Aun asÃ, los fundamentos de la fÃsica moderna continúan basándose en los principios que él formuló.
Newton no solo fue un pionero, sino también un modelo de cómo la pasión por el conocimiento puede cambiar la forma en que la humanidad se concibe a sà misma y al universo que habita. Su vida es testimonio de que la perseverancia, la observación minuciosa y la voluntad de comprender pueden abrir caminos que redefinen eras enteras.
¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click AquÃ
SuscrÃbete a Revista de Historia y disfruta de tus beneficios Premium
Podcast: Isaac Newton