El origen del Juego de la Oca, es incierto. Como algunos autores ponen de manifiesto existe una leyenda en la que, 3000 aC, un gran estratega troyano llamado Palamedes, hijo del rey de Ubea y nieto de PoseidĂłn, al que se atribuyen diversos juegos,
“creó con el propósito de ayudar a los soldados a soportar el prolongado asedio, un entretenimiento consistente en un recorrido circular, procedente directamente de una formación de combate, en el que el destino y los dioses, regulaban la progresión de los jugadores”[1],
aunque se dice tambiĂ©n que podrĂa haberlo hecho pensando en el futuro y accidentado viaje de Eneas hasta el Lacio.
El Juego de la Oca: La simbologĂa ancestral y enigmática del Camino de Santiago
El disco de Phaistos (Festos), descubierto en Creta y datado en el 2000aC nos muestra dos espirales (cara A y B) con 61 casillas o palabras, aĂşn no descifradas con, entre otras, trece cabezas emplumadas seguidas de un escudo, que a algunos les parece una representaciĂłn del juego troyano.
La oca y su pariente el cisne, ha aparecido además de en la grecolatina, en todas las demás mitologĂas: las escandinavas, germánicas o celtas han considerado sagrado a este animal que, como veremos mas adelante tiene una caracterĂstica forma de terminaciĂłn de sus patas. El mito del nacimiento del mundo a partir de su huevo es comĂşn a celtas, chinos, tibetanos, vietnamitas, hindĂşes, japoneses, cananeos, fenicios, egipcios etc.[4]
Ciertos lugares sagrados celtas, originalmente relacionados con la oca y, por extensiĂłn, con la Magna Mater, han dado lugar a la derivaciĂłn sincrĂ©tica cristiana. Tal es el caso de Villafranca de Montes de Oca y de su virgen patrona Nuestra Señora de Oca. La Magna Mater, origen de todo, es tambiĂ©n para los celtas, mensajera del más allá y guĂa de los devotos en su peregrinaje a los santuarios.
No olvidemos que Cibeles es la diosa que protege el camino de Eneas hasta el Lacio y que le llevará al objetivo final de la fundación de Roma. También fue la protectora de Augusto (considerado un nuevo Eneas) en Hispania es decir le protege en su camino a occidente.
Parece evidente que Cibeles y su transmutaciĂłn en oca, protege al que inicia un camino para llegar a un objetivo glorioso
El Juego de la Oca, es un camino.
Llegar al final supone ganar. Pero ¿Qué es lo que se pretende ganar?
A partir de aquĂ y de la simbologĂa de todas y cada una de sus casillas, surgen multitud de aplicaciones e interpretaciones, pero, todas ellas nos conducen al mismo sitio. Desde el mas elemental (ganar la partida) hasta los mas trascendentes (nacimiento trascurso de la vida y, si jugamos adecuadamente, llegada al paraĂso). La llegada al supremo conocimiento, a la riqueza espiritual, a encontrar el tesoro humano y material, al amor…. El final deseado, viene dado por la superaciĂłn de un camino espiral, plagado de dificultades, pero en el que contamos con la inestimable ayuda de la oca. Eneas y Augusto lo superaron ayudados por Cibeles, y consiguieron sus metas: Roma y Las Galias e Hispania
Pero el camino está siempre plagado de situaciones muy diversas y siempre duales. El propio tablero nos propone a primera vista una dualidad entre el cielo (espiral en cĂrculo) y tierra (forma cuadrada del tablero), pero tambiĂ©n este principio de dualidad, se manifiesta a lo largo de todo el juego/camino, con una continua lucha entre las dificultades y su superaciĂłn, entre la voluntad y el azar de los dados y, sobre todo, entre el comienzo (exterior del juego) y el fin (interior—meta)
Santiago—Jacobo—Jacques —Jackque—Jack—Jar  (oca).
Cuenta la leyenda que un famoso maestro constructor pirenaico llamado Jacques fue llamado por el gran Hiram Abiff para encargarle la construcción del Templo de Jerusalén. De regreso a su casa en el Languedoc (lengua de Oc — ¿lengua de Oca?) crea una Fraternidad de Constructores que toma su nombre adaptándolo a las circunstancias[5]. El nombre del Maestro Jacques va derivando en Maestro Jack o Jar y se le atribuyen cualidades como “el más sabio”, “el que enseña” o “el Maestro Oca”. Esta fraternidad adopta
“como sĂmbolo de la capacidad operativa del espĂritu sobre la materia”[6],
la huella de la pata de una oca con el fin de ser reconocidos por sus iniciados. Se hicieron llamar “Los Jars” y fueron conocidos como los caballeros que montaban el caballo de la cábala, el caballo del saber, y tambiĂ©n se decĂa que montaban cisnes.
Estos constructores inicialmente instalados en los pirineos franceses inician, a partir del Inventio de la tumba del apĂłstol un camino basado en la construcciĂłn de edificios, iglesias y ermitas de oriente a occidente en las que dejan patente sus  conocimientos orientales, traĂdos en principio por su Maestro Jacques, y posteriormente por los caballeros templarios, con los que mantienen una alianza en el saber alquĂmico y cabalĂstico de tal manera que incluso muchos templarios ingresan en la Fraternidad de Constructores y viceversa.
Es a partir de aquĂ, cuando se inicia una teorĂa que nos habla de la creaciĂłn por parte de los templarios y constructores del Juego de la Oca, vinculándolo al Camino de Santiago. Se empieza a construir, a lo largo del Camino, dejando huellas por doquier de la presencia de los Compañeros Constructores a travĂ©s de su simbologĂa, vinculada inequĂvocamente con el Juego de la Oca (espirales, patas de oca, laberintos, el pozo, presente en casi todas las catedrales e iglesias) y se adopta la curiosa frase “devider le Jars” que significa hablar en el argot de los iniciados. Sin ir mas lejos, el Camino principal en España se inicia en Somport y el primer pueblo que encuentra es AnsĂł (ansar), en el valle del mismo nombre, en cuya entrada se encuentra una oca junto a un caballo. Estamos hablando de la cábala. Muy cerca, en Siresa, en la iglesia de San Pedro existe parte de un laberinto iniciático construido para empezar en España el camino hacia Santiago
El Juego de la Oca y por tanto el Camino de Santiago, se empieza desde fuera (ÂżFrancia?) para llegar, en su momento, a la suprema introspecciĂłn, al conocimiento de uno mismo en el contexto del jardĂn de la oca, es decir de la sabidurĂa (ÂżSantiago y el apĂłstol?), pero tambiĂ©n es posible que el Camino de Santiago supusiera para aquellos templarios y constructores cabalistas y alquimistas el camino que pondrĂa a prueba al iniciado, antes de adquirir la capacidad de ser admitido en sus fraternidades. Por otra parte, y tal como sucediera con Eneas y Augusto, es un camino en una direcciĂłn: el Oeste y, en este caso, llegar a los confines del mundo conocido y enfrentarse a la mar tenebrosa auspiciados por Santiago—Jacobo—Jacques, y protegidos por la sabidurĂa alquĂmica y cabalĂstica de la oca, es el fin.
Las similitudes entre el Juego de la Oca y el Camino, son muy abundantes. En los dos casos se intenta llegar al final, donde nos esperan las mieles de haberlo conseguido, pero para llegar, deberemos superar las pruebas que se nos plantean: El puente que agradecemos para no caer en manos de los facinerosos barqueros de los rĂos; la posada donde se nos plantea la prueba de la molicie y en la que muchos de nosotros perdemos un tiempo precioso; el pozo sagrado donde se nos conecta con las woibres[7] y donde podemos caer por accidente, tanto en la edad media como en la actualidad; el laberinto en el que resulta fácil perderse, hoy seguramente menos, pero tambiĂ©n en ocasiones; La cárcel, que entonces, como ahora aunque en otro sentido, nos puede mantener un largo tiempo fuera del Camino y por Ăşltimo, la muerte, posible siempre en cualquier circunstancia y previa a la consecuciĂłn del objetivo final. Los dados (piedra cĂşbica y tallada— Âżfilosofal?)  nos ponen en evidencia la dualidad ya apuntada, entre la voluntad y la suerte o destino y, las ocas, nos ayudarán siempre a recorrer el Camino, trasmutadas en la multitud de gentes con las que te encuentras y que facilitan tu peregrinaje.
El Camino  de Santiago en España deberĂa hacerse, segĂşn Aymeric Picaud, en trece jornadas, es decir tantas como ocas aparecen en el Juego de la Oca y como cabezas emplumadas seguidas de escudo aparecen en el Disco de Festos y, no voy a plantear aquĂ el significado cabalĂstico de los nĂşmeros de las casillas, grupos, ordenes etc. del juego por ser excesivamente prolijo[8], pero puedo decir por experiencia propia, que el logro final supera siempre a las expectativas,  sobre todo en lo que concierne al conocimiento de uno mismo.
TopĂłnimos que nos ponen en evidencia la relaciĂłn entre el Camino de Santiago y el Juego de la Oca, podemos encontrarlos a cientos, relacionados con Jars tenemos a Nájera y el rĂo Najerilla, Manjarres, puerto de la Pedraja, Castrojeriz entre otros, y con Oca tenemos Oco cerca de Estella, Ocariz, Oyon, Ocina, Ocararzo, Peña Oqueta, Oca, Nanclares de Oca, Leciñana de Oca, Villanueva de Oca, el rĂo Oca, los montes de Oca, Arralla de Oca, Santovenia de Oca, Oquillas, Laroca, Aldea Oca, pico de la Oca, San Esteban de Oca y muchos mas.
El camino de Santiago está plagado de topĂłnimos que nos hacen pensar en el otro camino. El del Juego de la Oca. Y tambiĂ©n sus edificios y esculturas recogen los sĂmbolos que Compañeros Constructores y Templarios se han preocupado en dejar evidentemente expuestas a la posteridad, en principio con la espiral cabalĂstica que posteriormente se sustituye, dadas las condiciones adversas para los iniciados, por el crismĂłn; la huella de la pata de oca, aparece en multitud de iglesias, conventos y catedrales del Camino, el laberinto en formas espirales, cuadradas y dobles es otro de los sĂmbolos que nos encontraremos, a veces semiocultos: El compás y la escuadra que se relacionan con el sello de SalomĂłn, el árbol sagrado de la vida, a veces palmera, el triángulo de la cábala, la estrella de ocho puntas y el Abacus que usaron tanto el Gran Maestro Constructor como el Gran Maestre del Temple y tambiĂ©n los templarios incorporan a la simbologĂa del Camino los llamados “Bafomets”[9], monstruosas cabezas que aparecen en algunos frisos.
Hemos hablado de que la huella de la pata de oca, aparece en multitud de construcciones del Camino de Santiago, pero la mas significativa es la figura de un Cristo crucificado sobre una cruz de pata de oca que tenemos en Puente La Reina, en la iglesia de Nuestra Señora de los Huertos, con orĂgenes muy controvertidos, aunque podrĂa tratarse de una donaciĂłn germana. Las cruces templarias sobre todo las patĂ© o cĂ©lticas de ocho puntas o de Caravaca abundan el en Camino, pero esta en pata de oca es, seguramente, la mas especial.
Hemos llegado a Santiago de Compostela, pero todavĂa nos queda un corto camino hasta el “fin de la tierra”. Tenemos tres opciones: Finisterre o Promontorium cĂ©lticum, lugar sagrado celta y romano; Noya (Noelia) teĂłrico lugar de desembarco de NoĂ© o ir a PadrĂłn, a cuyas costas se supone llegĂł el cuerpo del apĂłstol y lo haremos pasando por el monte sagrado de los celtas (Pico Sacro), a travĂ©s del puerto de la oca. En PadrĂłn, antigua Iria Flavia, existe tambiĂ©n un cementerio en la Colegiata de Santa MarĂa, en cuyas tumbas hay profusiĂłn de patas de oca grabadas en las lápidas.
El Camino de Santiago, en la edad media o actualmente, es algo que no deja indiferente a quien lo recorre. No conozco a nadie que lo haya hecho, que no se haya quedado “colgado”. Por otra parte, su simbologĂa esotĂ©rica no puede ponerse en duda y, como en el Juego de la Oca, puede decirse hasta para el mas conservador, que se trata de un camino iniciático.
Con más de doscientos kilĂłmetros caminados llegamos, despuĂ©s de una penosa etapa de treinta kilĂłmetros a Villafranca del Bierzo, lugar donde pasarĂamos la noche. Mis pies, como los de mis compañeros, llenos de ampollas desde hacĂa dĂas, pedĂan descanso a gritos. Paramos a la entrada del pueblo, y sentamos nuestros sufridos cuerpos, en los escalones de la entrada de una pequeña iglesia del Camino. — ÂżQuerĂ©is entrar? —es muy antigua—asĂ nos hablaba un personaje alto y vestido con unos hábitos indefinidos.
Entramos en la iglesia llena de sĂmbolos templarios pese a que nuestro guĂa no querĂa reconocerlo, y disfrutamos de su románico del siglo XII que incluĂa, segĂşn el personaje que nos la mostraba, haber atravesado una de las cinco “puertas del perdĂłn” que existĂan en el mundo. DespuĂ©s de terminar el recorrido de la iglesia, decidimos comer algo antes de llegar al refugio de peregrinos.
Lo verdaderamente curioso es que, durante la comida pareciĂł que todo mi cansancio habĂa desaparecido. Mis pies parecĂan haber recobrado las ganas de volver a caminar. MirĂ© a mis compañeros y descubrĂ en todos las mismas sensaciones. De hecho, decidimos continuar el camino afrontando la siguiente etapa, (subida a O´Cebreiro) considerada la más dura del Camino, sin haber descansado.
ÂżQuĂ© nos pasĂł a las seis personas (a todas) que conformábamos el grupo? En muy poco tiempo, pasamos del agotamiento más terrible a la euforia más absoluta. Durante la siguiente etapa, mientras caminábamos, reflexionamos al respecto y llegamos a la conclusiĂłn de que nuestra recuperaciĂłn se debĂa al rato que habĂamos pasado en la iglesia.
Siempre se ha dicho que los templarios elegĂan escrupulosamente el lugar donde ubicar sus iglesias, buscando sitios en los que las diversas energĂas telĂşricas confluyeran, con el fin de conseguir en ellas un estado de vinculaciĂłn con Dios mas profundo.
Autor: César Tejedor Salguero para revistadehistoria.es
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[1] Páez, Antonio (2000) El simbolismo del juego de la oca. Tempestas, Revista de Humanidades Nº 3 – Año XI. Págs. 56-62.
kelm
28/02/2018 @ 11:16
Esto de que el Templo de Jerusalen fue construido por un maestro francĂ©s 800 años antes de Cristo, pues eso… leyenda mas inverosimil que la existencia del minotauro o las sirenas.
Ya si conectamos un maestro frances (800 ac), la masoneria, el “inventio” del camino (821 dc), templarios (1118 dc), Aymeric Picaud (1140 dc), solo falta conectarlo con la segunda guerra mundial…
Que si, que los masones y los templarios, la simbologĂa y numerologĂa, etc… pero el 80% de lo escrito solo se coge con alfileres (o pinzas) desde el punto de vista histĂłrico, pues se carece de demostraciĂłn de tales hechos.
Las ocas capitolinas inicialmente era para la fertilidad, lo de presentir el peligro… fue posterior, debido al asalto de Breno a Roma: oyeron a los asaltantes y empezaron a graznar, despertando a los defensores… Âżcuantas medias verdades en el artĂculo? en mi opiniĂłn, un montĂłn.