La yihad es, sin riesgo a equivocarme, uno de los términos más presentes en nuestra vida cotidiana, tanto en los medios de comunicación como en cualquier conversación ordinaria.
El Estado Islámico y los recientes atentados de París han acentuado el interés del mundo occidental por aquello que denominamos yihad, ese concepto que nos resulta tan familiar y a la vez tan desconocido. La cuestión es, ¿sabemos exactamente qué es?
Waleed Saleh Alkhalifa, profesor de lengua y literatura árabe en la Universidad Autónoma de Madrid nacido en Irak, define la yihad como
“el esfuerzo en la vía de Dios. Puede ser esfuerzo moral, económico o físico”.
Claude Carcenac, especialista en Historia de las religiones y profesora de la Universidad de Vic, añade, continuando con la definición anterior, que
“se trata de una lucha, exigida a cada musulmán, que pasa por un esfuerzo de predicación y persuasión, que no excluye el uso de las armas, con vistas a propagar la fe verdadera”.
Matthew S. Gordon, profesor de Historia en la Universidad de Miami especializado en el mundo islámico, afirma que yihad se entiende como
“luchar en el nombre de (o en defensa de) la fe”.
En la tradición musulmana, la yihad adopta dos vertientes: la yihad mayor y la yihad menor. Por yihad mayor entendemos el esfuerzo diario en resistir el mal y la inmoralidad, es decir, en dominar las propias pasiones y mejorar como musulmán; es la lucha por la purificación del alma.
La yihad menor, en cambio, hace referencia a la lucha de carácter externo, al deber de los musulmanes de actuar, inclusive con fuerza, si se percibe que el islam está amenazado. Es en esta segunda acepción en la cual solemos ubicar la yihad, a la que definimos coloquialmente como guerra santa.
Sobre la conveniencia o no de equiparar la yihad con la guerra santa existe un largo debate del cual nos mantendremos al margen en este artículo. En definitiva, observamos como la yihad se presta a dos significados que pueden crear múltiples interpretaciones, desde una visión interior, mística del islam, hasta la violencia que representa, hoy en día, el fundamentalismo islámico, que da lugar –en su vertiente más extrema- a los grupos yihadistas.
Precisamente es el nacimiento y desarrollo del fundamentalismo islámico la cuestión que analizaremos a continuación. ¿De qué doctrina islámica derivan los actuales grupos yihadistas? ¿Cuál es el espejo histórico en el que se inspiran para desarrollar una idea radical del islam? ¿Qué interpretación hacen del concepto de la yihad? Para tal aspiración, debemos retroceder, en primer lugar, al nacimiento del derecho islámico y a las escuelas islámicas que surgieron de él.
Tras la muerte del cuarto y último califa ortodoxo (éstos fueron los cuatro primeros califas que sucedieron a Mahoma), se hizo necesario la fijación de un derecho islámico para guiar la vida de los fieles. En la actualidad, sobreviven cuatro escuelas jurídicas en el islamismo sunita, cada una de las cuales recoge dos fuentes principales: el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, y la Sunna, que remite las actuaciones y predicaciones de Mahoma.
Entre las escuelas jurídicas, que se desarrollaron entre el siglo VIII y IX, debemos prestar especial atención a la hanbalista, fundada por Ibn Hanbal, pues es la escuela que interpreta el Corán y la Sunna de una forma más literal y estricta, siendo, aún a día de hoy, una referencia para el islam más radical. Es decir, es la escuela islámica que recoge una acepción más inflexible y, por consiguiente, radical, de la yihad. Con la escuela hanbalista se inaugura, por otra parte, la tendencia salafista dentro del Islam.
El salafismo (“salaf”, antiguo) son un conjunto de ideas que abogan por el retorno al modelo de vida de los antepasados, es decir, a los compañeros del Profeta y las dos siguientes generaciones. No creen en la razón sino en la aplicación rigurosa de los textos sagrados, el Corán y la Sunna. Repudian, por otra parte, a aquellos que visitan tumbas o mausoleos para rezar a muertos o santos, pues Dios (Alá) es el único que debe ser adorado.
Ibn Taymiyya será en la Edad Media –concretamente en el siglo XIV-, el continuador de la doctrina hanbalista. Coetáneo de una época turbia en el mundo islámico, el cual debía hacer frente a las cruzadas cristianas en Oriente Próximo y a las invasiones mongoles, rescatamos de su reflexión religiosa la importancia que le otorga a la yihad, la cual sitúa a la altura de los cinco pilares del islam. La yihad, en este caso entendida como “la lucha contra el infiel” –yihad menor-, es, para Ibn Taymiyya, una base de la sumisión a Dios y una función del musulmán.