A lo largo del siglo III a.C., el Mediterráneo se convirtió en el escenario de una lucha titánica entre dos grandes potencias: Roma y Cartago.
Estas ciudades-estado, cada una con sus propias ambiciones y culturas, protagonizaron una serie de conflictos conocidos como las Guerras Púnicas.
El choque entre estas dos potencias marcó un punto de inflexión en la historia antigua, y el destino de ambas se selló en la decisiva Batalla de Zama en el 202 a.C., donde Publio Cornelio Escipión, más tarde conocido como
Escipión el Africano, emergió como el gran héroe romano.
El Triunfo Decisivo de Escipión en Zama: La Batalla que Redefinió el Destino de Roma
Roma, inicialmente una pequeña ciudad en la península itálica, había logrado expandirse a lo largo de la península mediante una combinación de alianzas y conquistas militares. Para el siglo III a.C., Roma ya era una potencia emergente con un apetito insaciable por la expansión. En contraste, Cartago, una próspera ciudad fenicia ubicada en la costa norte de África, había establecido un vasto imperio comercial a lo largo del Mediterráneo occidental, controlando rutas marítimas y territorios clave como Sicilia y partes de Hispania.
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