Rasputín: El Místico que Marcó el Ocaso de los Romanov

Algunas historias populares, que deben tomarse con cautela, sugieren que Rasputín mostró desde joven una personalidad inusual y carismática, así como ciertas habilidades para curar animales y posiblemente a personas, aunque estos relatos son más parte del mito que de la historia documentada.

En su juventud, Rasputín se casó con Praskovia Fyodorovna Dubrovina, con quien tuvo varios hijos. Después de su matrimonio, según algunos relatos, Rasputín experimentó una especie de conversión religiosa o despertar espiritual, lo que lo llevó a realizar peregrinaciones y a sumergirse más profundamente en la fe ortodoxa rusa. Esta experiencia espiritual sería fundamental en su posterior desarrollo y en su camino hacia la influencia política y social en la corte del zar Nicolás II.

Llegada a la corte

La introducción de Grigori Rasputín en la corte del Zar Nicolás II de Rusia es una historia fascinante que combina elementos de fe, desesperación y política. Su ascenso desde un humilde campesino siberiano hasta convertirse en un influyente consejero de la familia imperial rusa es un testimonio de su carisma y de las complejas circunstancias de la época.

La llegada de Rasputín a la prominencia en la corte zarista se debió en gran medida a su reputación como místico y sanador. En 1903 o 1905 (las fechas varían según las fuentes), Rasputín llegó a San Petersburgo, la capital del Imperio Ruso. Su fama como un hombre santo con poderes de curación y profecía ya se había extendido en ciertos círculos, en parte gracias a su peregrinación a lugares sagrados y su asociación con grupos religiosos como los flagelantes.

La oportunidad decisiva para Rasputín llegó gracias a su introducción en la corte a través de sus conexiones con figuras influyentes en la Iglesia Ortodoxa Rusa y la sociedad aristocrática. Personajes como la gran duquesa Militza Nikolaevna de Montenegro y su hermana, Anastasia, quienes tenían un profundo interés en el misticismo y lo oculto, jugaron un papel crucial en presentar a Rasputín a la Zarina Alejandra.

La Zarina, profundamente religiosa y angustiada por la salud de su hijo, el Zarévich Alexei, quien padecía hemofilia, se mostró receptiva a la posibilidad de que Rasputín pudiera ayudar a su hijo. La hemofilia era una enfermedad poco comprendida en ese momento y no tenía cura conocida, lo que llevó a la familia imperial a buscar ayuda más allá de la medicina tradicional.

Rasputín ganó una influencia considerable después de que aparentemente lograra aliviar el sufrimiento del Zarévich durante uno de sus episodios de sangrado. Aunque los historiadores debaten sobre la naturaleza exacta de su intervención, se cree que su capacidad para calmar al niño y posiblemente su consejo de disminuir el uso de la aspirina (un anticoagulante que podría haber empeorado la condición del Zarévich) jugaron un papel en su mejoría.

La Zarina Alejandra, impresionada y agradecida, vio en Rasputín no solo un sanador, sino también un hombre de Dios y un visionario. Su influencia en la familia imperial creció rápidamente, y pronto se convirtió en un consejero de confianza, especialmente en asuntos relacionados con la salud del heredero y, con el tiempo, en asuntos de estado.

Esta relación cercana con la familia imperial, especialmente con la Zarina, generó rumores y descontento entre la nobleza, la Iglesia y el pueblo ruso, contribuyendo a la creciente inestabilidad política que eventualmente llevaría a la caída de la dinastía Romanov. Rasputín, con su influencia y presencia en la corte, se convirtió en un personaje central en los turbulentos últimos años del Imperio Ruso, convirtiéndose en un símbolo de los excesos y la desconexión de la familia imperial con las realidades de su pueblo.

El favorito de la Zarina

Una vez establecido en la corte del Zar Nicolás II, Grigori Rasputín desempeñó varios roles y ejerció una influencia considerable ya que se convirtió en un consejero de confianza, especialmente para la Zarina Alejandra. Su capacidad para aliviar los sufrimientos del Zarévich Alexei, quien padecía de hemofilia, le otorgó un estatus casi de miembro de la familia. La Zarina, profundamente religiosa y preocupada por la salud de su hijo, valoraba mucho sus consejos y su aparente habilidad para calmar y estabilizar al niño durante sus crisis de hemofilia.

Aunque Rasputín no tenía un cargo oficial en el gobierno, su cercanía con la familia imperial le permitió influir en algunas decisiones políticas. Durante la Primera Guerra Mundial, con el zar en el frente y la zarina a cargo del gobierno, Rasputín aconsejaba en asuntos de estado y en los nombramientos de ministros y otros altos funcionarios. Su influencia en estos nombramientos fue una fuente de controversia y descontento entre la nobleza y los políticos. Algunos relatos sugieren que Rasputín abogó por ciertas reformas, incluyendo la mejora de las condiciones para los campesinos y la promoción de la paz. Sin embargo, estas iniciativas fueron a menudo opacadas por los escándalos y la oposición política.

La presencia de Rasputín en la corte fue fuente de numerosos rumores y escándalos. Se le acusaba de inmoralidad, de ejercer una influencia nefasta sobre la zarina y, por extensión, sobre el zar, y de socavar la estabilidad del imperio. Su estilo de vida, a menudo descrito como disoluto, y su aparente desdén por las normas sociales y políticas de la época, alimentaron su reputación negativa.

Conspiración y asesinato

La conspiración contra Grigori Rasputín culminó en su asesinato en diciembre de 1916, un evento dramático que reflejó las profundas tensiones y descontento en la Rusia zarista. La trama para matar a Rasputín fue orquestada por un grupo de nobles rusos que veían en él una figura perniciosa y corrupta, cuya influencia sobre la familia imperial consideraban desastrosa para el futuro del país.

Principales Conspiradores:

El Príncipe Félix Yusúpov fue el principal conspirador, casado con la sobrina del zar, la gran duquesa Irina Alexandrovna. Yusúpov estaba profundamente preocupado por la influencia de Rasputín y su impacto en la monarquía. Otro de los conspiradores fue el Gran Duque Dmitri Pávlovich, primo del zar Nicolás II y otro miembro destacado de la familia imperial, compartía las preocupaciones de Yusúpov sobre Rasputín. Junto a ellos, participó un político, Vladimir Purishkevich, perteneciente al partido conservador y miembro de la Duma (parlamento ruso), y conocido por sus opiniones antirrevolucionarias y su hostilidad hacia Rasputín.

Asesinato

En la noche del 29 al 30 de diciembre de 1916, Rasputín fue invitado a la casa de Yusúpov en San Petersburgo. Los conspiradores habían preparado un plan para asesinarlo, que incluía envenenar los dulces y el vino que se le ofrecería.

Según el relato de Yusúpov, Rasputín consumió el veneno sin mostrar efectos inmediatos, lo que sorprendió y alarmó a los conspiradores. Ante la aparente inmunidad de Rasputín al veneno, Yusúpov recurrió a dispararle. Tras el primer disparo, Rasputín pareció morir, pero según los relatos, se recuperó y trató de escapar. Fue entonces cuando los conspiradores lo persiguieron y le dispararon varias veces más.

Finalmente, el cuerpo de Rasputín fue arrojado al río Neva. Cuando su cuerpo fue recuperado, se encontró que había agua en sus pulmones, lo que sugiere que aún estaba vivo cuando fue arrojado al río y que la causa de la muerte fue ahogamiento.

Los conspiradores creían que eliminando a Rasputín, podrían salvar la monarquía de la corrupción y el descrédito que, según ellos, este había traído. Sin embargo, el asesinato de Rasputín no logró los resultados esperados. En lugar de fortalecer la monarquía, el evento añadió más combustible a las llamas de la desconfianza y el descontento en Rusia.

Menos de dos meses después del asesinato, en febrero de 1917, estalló la Revolución Rusa, que eventualmente llevó a la abdicación del zar Nicolás II y al fin de la dinastía Romanov. La muerte de Rasputín se convirtió en un símbolo de las profundas divisiones y crisis que enfrentaba el imperio ruso en sus últimos días.

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