La Vía Appia es una de las calzadas (caminos de piedra) más famosas de la Antigüedad, que conectaba Roma con Capua pasando por varias localidades. Fue tan apreciada que se la conoció como Regina Viarium (la reina de los caminos).
También fue escenario de un terrible acontecimiento histórico: a lo largo de su trayecto fueron crucificadas más de 6000 personas que habían participado en la Rebelión de Esclavos de Espartacus. Sin embargo pocos saben en la actualidad que su nombre se debe a un influyente político de la República romana: Appius Claudius.
Appius Claudius: el censor arquitecto de su fortuna
Fue dos veces edil curul –cargo al que podían optar patricios y plebeyos que consistía en organizar los juegos y las celebraciones-, y en 312 AC fue elegido como Censor junto con Cayo Plaucius, sin haber sido previamente Cónsul –la máxima magistratura-, lo que no era habitual en la cursus honorum (carrera política) de la República romana. El cargo de censor duraba cinco años, siendo sus funciones la organización del Censo, la observación de las costumbres, el mantenimiento de la moralidad pública, y la realización de actividades económicas y obras públicas, pudiendo aplicar la censura a patricios y plebeyos que no cumplieran con las normas. Por este motivo era un cargo de bastante prestigio y que requería carrera previa.
Durante su censura, Claudius apoyó a las clases populares y a la burguesía comercial, permitiendo a ciudadanos ricos y a los hijos de los libertos –hombres libres pertenecientes a la aristocracia de otras ciudades italianas que no fueran romanos- entrar en el Senado, aunque no pertenecieran a la clase de los patricios. Esto fue la base para la creación de un Partido Popular en el seno del parlamento romano –pese a su origen patricio- con el que pensaba cumplir sus ambiciosos proyectos. Sin embargo su lista se dejó de lado al año siguiente de su creación, cuando Cayo Plaucius renunció y Appius Claudius quedó como único censor. Procedió entonces a elaborar las listas de las tribus y distribuyó en cada una de ellas a los libertos de modo que pudiera mantener su influencia en todas las jurisdicciones.
Otras de sus medidas consistieron en aumentar el poder del censor frente a otras instancias del Estado romano: reservó la elaboración de la lista de senadores al censor y no a los cónsules, y publicó un Calendario aunque eso correspondía a los Pontifex.
En 307 AC debió renunciar a su cargo al ser elegido como Cónsul junto con Lucius Volumnio Flamma Violens, aunque prefería mantener la censura para beneficiar sus intereses. Fue un vigoroso oponente de la Ley Olgulnia, que aumentaba el número de Pontifex de cinco a nueve, y permitía a los plebeyos ocupar estos cargos –incluyendo el de Pontifex Máximus- y los de augur (sacerdotes). Esto muestra que sus políticas a favor de las clases plebeyas durante su censura fue pura demagogia para consolidar su poder.
En 298 AC fue nombrado Interrex –en la época de la República era quién organizaba los comicios ante la ausencia de Cónsules-, cargo que renovó en dos oportunidades.
En 296 AC fue reelecto Cónsul en el contexto de la Tercera Guerra Samnita (398-390 AC). Combatió en Sammnio con cierto éxito y luego condujo las tropas hasta Etruria donde, tras ser liberado de una situación peligrosa por Volumnio, derrotó a las tropas samnitas-etruscas. En esta batalla prometió un templo a Belona, que luego dedicó. Con Volumnio protagonizarían otra victoria años después.
Ejerció brevemente como Pretor (administrador de justicia) y como Dictador durante los seis meses que duraba el cargo, antes de retirarse de la política.
Sin embargo tendría otra participación pública. Cuando el rey epirota Pirro –que había ido a auxiliar a las colonias griegas del sur de la Península itálica- envió al orador tesalio Cineas para negociar con Roma, Claudius –ya ciego- se presentó al Senado para dar un discurso que comenzaba:
“Hasta aquí romanos, soportaba penosamente la suerte de mis ojos, pero ahora me duele no ser sordo además de ciego y escuchar en cambio sus vergonzosos decretos y soluciones que demuelen la gloria de Roma”,
en alusión a la impresión positiva que había causado el griego entre senadores y el pueblo romano. Terminaba diciendo:
“La República no hace tratos mientras quede un extranjero en el suelo de Italia”.
La guerra posterior fue demasiado costosa para ambos bandos.
Autor: Lic. Luciano Andrés Valencia para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
- Asimov, Isaac; (2000) La República romana, Madrid, Alianza (Historia Universal Asimov, tomo V).
- Cantú, Cesar; Compendio de Historia Universal, Biblioteca Virtual Universal.
- Enciclopaedia Britannica, https://www.britannica.com/, artículo: “Appius Claudius Caecus”.
- Grandes Civilizaciones de la Historia (2008), tomos 1: Roma: historia y sociedad, Barcelona, Editorial Sol.
- Grimberg, Carl; (1973) Historia Universal: Roma, Madrid, Daimon.
- Martín, Manuel David; (2019) “Apio Claudio Caeco: el gran estadista olvidado de la República romana”, Revista Desperta Ferro, https://www.despertaferro-ediciones.com/2019/apio-claudio-caeco-estadista-republica-romana/, 17 de julio.
- Méndez, J.; (2020) “Apio Claudio el Ciego”, Roma Infinita, https://romainfinita.com/apio-claudio/?reload=203116, 1º de mayo.
- Wikipedia, wikipedia.es, artículos: “Apio Claudio”, “Guerras Samnitas” y “República romana”.
- http://diccionario.sensagent.com/Apio_Claudio_el_Censor/es-es/
https://www.mundifrases.com/frases-de/apio-claudio-el-censor/