Las vĂas romanas posibilitaron el abastecimiento de las ciudades y la comunicaciĂ³n entre las mismas. Ya desde el siglo IV a.C. se define un correo estatal (cursus publicus), con paradas para los correos (llamadas mutationes), lo que nos da una idea de la importancia de las vĂas como elemento articulador del estado romano.
Antes de la llegada de los romanos a la PenĂnsula IbĂ©rica, y a otras regiones de Europa, no existĂan carreteras propiamente dichas. SĂ que existĂan caminos para el ganado de poca importancia, que unĂan poblados indĂgenas. En adelante, vamos a utilizar el tĂ©rmino de carretera para referirnos a toda construcciĂ³n diseñada para el trĂ¡nsito de todo tipo de cargas. No emplearemos dicho tĂ©rmino para referirnos a caminos de tipo vecinal o ganadero que no estaban diseñados para el trĂ¡nsito de mercancĂas importantes, debido al ancho insuficiente, afirmado poco potente y excesivas pendientes longitudinales.
Las vĂas romanas: obras maestras de la ingenierĂa
La construcciĂ³n de carreteras se planificaba directamente desde Roma, pues se trataba de un asunto de carĂ¡cter estratĂ©gico de gran importancia. Las autoridades locales no tenĂan ninguna potestad al respecto. En tiempos de la repĂºblica la planificaciĂ³n era asumida por cĂ³nsules, procĂ³nsules, pretores y censores, mientras que en Ă©poca imperial serĂa un asunto gestionado por el mismo emperador o por un subordinado de Ă©ste. Desde Roma se tomaban las decisiones y se contrataban a especialistas constructores para la ejecuciĂ³n de las obras (Ă©stos particulares actuarĂan como las empresas de hoy dĂa).
Las obras eran financiadas con recursos del erario pĂºblico mayoritariamente, aunque algunos tramos podĂan ser financiados con fondos procedentes de particulares y personajes ilustres que actuarĂan como mecenas. Estos personajes adquirĂan asĂ prestigio y notoriedad, elementos indispensables para progresar en la carrera polĂtica. En algunas ocasiones los mismos emperadores, aportaban parte de su fortuna privada, para promover vĂas y ser recordados tras su muerte.
Los expertos constructores siempre diseñaban las vĂas atendiendo a un aspecto que resultaba vital: la pendiente longitudinal. Al tratarse de vehĂculos de tracciĂ³n animal, una excesiva pendiente serĂa desastrosa para el correcto desplazamiento de las cargas. Los tĂ©cnicos romanos siempre respetaron una pendiente mĂ¡xima del 8%, y sĂ³lo utilizaron este porcentaje cuando era estrictamente necesario, en casos puntuales y para tramos muy cortos. Como dato tĂ©cnico siempre se tenĂa en cuenta el concepto de resistencia al movimiento: la resistencia al movimiento que aparece en rampas positivas, es de tantos kilos por tonelada, como milĂmetros por metros tenga la pendiente. Por ejemplo, en una rampa positiva con un desnivel de un 8% (actualmente es el desnivel mĂ¡ximo recomendado), por cada tonelada de peso transportado, actuarĂan 80 Kg. de fuerza de frenado.
En el caso que fuese necesario rebajar las pendientes del terreno en los puntos altos, se realizaban desmontes del terreno, de tal manera que la carretera quedaba entallada y flanqueada por taludes (como si estuviera encajada en la montaña). Estos taludes se construirĂan con un desnivel en funciĂ³n del tipo de roca de la montaña: los taludes serĂan verticales cuando el material fuese duro como la roca, en cambio cuando los materiales eran blandos se creaban taludes de 45 a 60º de inclinaciĂ³n.
Los expertos trazadores siempre intentaban ceñirse a unas mismas pautas: intentaban superar las montañas por el collado mĂ¡s bajo, por las laderas mĂ¡s soleadas (para evitar problemas derivados de la humedad), y cuidando las pendientes. Se construĂan puentes, se excavaba en la roca y se desecaban terrenos, cuando era necesario, y sobre todo, se tenĂa una clara preferencia por la lĂnea recta, siempre y cuando fuese posible. En terrenos de mala calidad, siempre cimentaban utilizando piedras de gran tamaño, mientras que en terrenos sobre roca madre, no hacĂa falta. Siempre utilizaban materiales muy finos y sin Ă¡ngulos, en la Ăºltima capa de rodadura.
ExistĂa un especial interĂ©s por construir las vĂas en zonas bien drenadas. Para solventar problemas de humedad en terrenos llanos, lo que se hacĂa era elevar la carretera y terraplenar. En zonas elevadas, para evitar problemas de este tipo, se intentaba seguir la lĂnea natural de vertiente. En otros casos, cuando era necesario pasar por muchos cursos de agua, lo que se hacĂa era desviar la carretera hasta encontrar el lugar en donde confluĂan todos los afluentes para, mediante puentes, cruzar todos de una sola vez (muy pocos puentes en uso quedan en la actualidad en nuestro paĂs, unos 35). Los romanos dominaron a la perfecciĂ³n la hidrĂ¡ulica y las tĂ©cnicas de canalizaciĂ³n; cuando fue necesario desecaron lagos enteros para construir una vĂa.
Para salvar los obstĂ¡culos mĂ¡s difĂciles se proyectaban puentes y tĂºneles. Existen tĂºneles de mĂ¡s de un centenar de metros verdaderamente impresionantes y no son pocos los que se construyeron. El mayor problema en la construcciĂ³n de tĂºneles, no fue la dificultad tĂ©cnica de su elaboraciĂ³n, fue el de la iluminaciĂ³n. Se han encontrado huecos en las paredes de los tĂºneles para albergar lucernas (lamparitas de aceite), y en algunos casos se realizaban aperturas hacia el exterior a modo de ventanas. Sabemos, porque de otra manera no podrĂa ser ya que los animales no se moverĂan, que siempre se circularĂa en el interior de los tĂºneles con algĂºn modo de iluminaciĂ³n. Normalmente se alquilaban o compraban antorchas a la entrada de los mismos.
En cuanto a los materiales empleados en la construcciĂ³n de las carreteras, podemos decir que en este aspecto se aprovechaban todos los materiales cercanos, siempre y cuando fuesen aptos para la ejecuciĂ³n de las obras. Se utilizaban materiales sueltos (Ă¡ridos, piedras rodadas) sin ningĂºn tipo de conglomerado ni argamasa (betĂºn, cal, yeso, etc.). En primer lugar se construĂa una capa de cimentaciĂ³n, normalmente de buen espesor, para dar consistencia al conjunto de firmes. Lo normal serĂa construir 3 pies de espesor de piedras grandes e irregulares bien niveladas; casi siempre esta capa estaba situada entre bordillos. Si la zona sobre la que se querĂa construir era de roca, no hacĂa falta cimentar, se creaba directamente sobre Ă©sta la capa de rodadura. DespuĂ©s de cimentar, se elaboraba una capa intermedia de transiciĂ³n compuesta de rocas de tamaño menor. Por Ăºltimo, en la parte mĂ¡s superficial, se construĂa la capa de rodadura, formada por piedras resistentes al desgaste (cuarcitas, dioritas, calizas duras), siempre rodadas, para evitar daños a los animales, junto a materiales de grano muy fino (zahorra: es llamado a todo material granular continuo, Ă¡ridos no triturados y bancos de arena. TambiĂ©n se utilizaba el jabre), todo el paquete estarĂa previamente compactado, utilizando para ello rodillos y agua. Los materiales finos y sueltos permitirĂan el agarre de los animales de tiro y el galope de los caballos, ademĂ¡s es un material ideal para el desplazamiento de ruedas rĂgidas. (como dato curioso: la herradura surgirĂ¡ de manera obligada en Ă©poca medieval, cuando las vĂas romanas sin ningĂºn tipo de mantenimiento se vuelvan inĂºtiles y sea necesario proteger a los animales).
Un problema que planteaban todas las carreteras romanas en su momento, imposible de solucionar, era que Ă©stas se volvĂan pistas muy polvorientas en perĂodos de tiempo seco. Hay relatos de personajes ilustres romanos, que afirmaban no poder respirar en determinados tramos, sobre todo cuando se cruzaba un tĂºnel.
Los romanos diseñaban las vĂas para soportar todo tipo de cargas. ExistĂan carros de 4 ruedas, tirados como mĂnimo por dos parejas de bueyes, (carpentum, clabula, etc.) que transportaban cargas muy pesadas: unos podĂan transportar mineral en bruto (plomo, estaño, cobre, oro, plata, etc.), otros llevarĂan lĂquidos, Ă¡ridos, etc. Estos carros, transmitĂan al pavimento enormes esfuerzos puntuales de presiĂ³n, (unos 500 Kg. de peso por cada rueda, lo que supone una presiĂ³n de 5 Kg/cm2) y sĂ³lo podĂan transitar por carreteras con un perfil muy bajo. En algunos casos, cuando se transportaban piezas para la construcciĂ³n de edificios pĂºblicos, Ă©stas llegaban a pesar de 1.500 a2.000 Kg. En la PenĂnsula IbĂ©rica, existĂan dos nĂºcleos (en el noroeste y en el sur), desde los cuales se extraĂan grandes cantidades de mineral, que luego era transportado hasta la costa. La economĂa romana en Hispania, dependĂa al mĂ¡ximo del estado de las carreteras. Importantes nĂºcleos del interior (Astorga, Lugo, LeĂ³n, Pamplona, Clunia, SegĂ³briga, etc.), sĂ³lo se podĂan explotar por vĂa terrestre. SĂ que se utilizaron determinados rĂos para navegar hacia el interior, pero sĂ³lo en determinados momentos aptos para la navegaciĂ³n.
El emperador Constantino en el año 357, y Valentiniano en el año 368, establecerĂ¡n unas disposiciones para limitar el peso mĂ¡ximo legal permitido para el transporte de mercancĂas (se limita el peso en 1000 libras romanas, unos 327 Kg), para preservar a las vĂas. Es de suponer que sĂ³lo se respetarĂa en algunos casos.
Como hemos adelantado, por las vĂas romanas en Hispania circulaban todo tipo de mercancĂas. Se han encontrado piezas de mĂ¡rmol (de hasta 2 Tn.) en la Villa de Carranque (Toledo), traĂdas desde TurquĂa. El aceite bĂ©tico, producto muy valorado entonces, se exportaba a la Galia, Germania, Britania, etc. De Astorga se obtenĂa el metal mĂ¡s preciado para los romanos: el oro; Ă©ste era trasladado por una carretera que unĂa Hispania con Italia. De JaĂ©n, (CĂ¡stulo) se extraĂa masivamente el plomo de gran calidad y pureza; era la zona mĂ¡s importante del imperio respecto a la producciĂ³n de este metal. La ribera del Duero producĂa toneladas de cereal que iba a todas las partes del imperio…
 El orden de ejecuciĂ³n de los proyectos siempre era el mismo: en primer lugar se hacĂa la explanaciĂ³n del terreno, esta era la parte mĂ¡s fĂsica y en la que mĂ¡s recursos humanos se utilizaba. Era necesario retirar la masa forestal, realizar los desmontes y terraplenar el terreno cuando era necesario. DespuĂ©s de explanar, habĂa que afirmar el terreno y compactar el mismo de una forma totalmente nivelada. Por Ăºltimo se echaban los materiales que formaban la capa de rodadura.
Tras la finalizaciĂ³n de la capa de rodadura, las carreteras se señalizaban, como se hace hoy dĂa. Se utilizaban unos hitos o mojones de piedra llamados miliarios (millia passuum), colocados cada 1000 pasos, medĂan la distancia desde la ciudad o nĂºcleo desde donde se habĂa comenzado. A dĂa de hoy, todavĂa se desconoce la equivalencia exacta en metros de la milla romana, se cree que estĂ¡ en torno a los 1600 metros. Los miliarios podĂan tener formas muy variadas, lo normal es que fuesen de forma cilĂndrica y de 2 metros de altura y 60 cm de diĂ¡metro (esto es muy variable). Se hacĂan inscripciones en ellos aludiendo al emperador del momento o como menciĂ³n al promotor de la vĂa. Con el paso del tiempo estos miliarios se iban renovando, por eso hoy dĂa se pueden apreciar en un mismo lugar muchos miliarios juntos.
Appius Claudius: el censor arquitecto de su fortuna - Revista de Historia
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