Las vĂ­as romanas: obras maestras de la ingenierĂ­a

Las vĂ­as romanas fueron las primeras carreteras de la historia, planificadas y ejecutadas por un estado y fueron obras de ingenierĂ­a que sirvieron como eje romanizador: la cohesiĂ³n del territorio, la vertebraciĂ³n econĂ³mica y la difusiĂ³n de ideales polĂ­ticos, artĂ­sticos y religiosos fluyeron por estas vĂ­as.

Las vĂ­as romanas posibilitaron el abastecimiento de las ciudades y la comunicaciĂ³n entre las mismas. Ya desde el siglo IV a.C. se define un correo estatal (cursus publicus), con paradas para los correos (llamadas mutationes), lo que nos da una idea de la importancia de las vĂ­as como elemento articulador del estado romano.

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Antes de la llegada de los romanos a la PenĂ­nsula IbĂ©rica, y a otras regiones de Europa, no existĂ­an carreteras propiamente dichas. SĂ­ que existĂ­an caminos para el ganado de poca importancia, que unĂ­an poblados indĂ­genas. En adelante, vamos a utilizar el tĂ©rmino de carretera para referirnos a toda construcciĂ³n diseñada para el trĂ¡nsito de todo tipo de cargas. No emplearemos dicho tĂ©rmino para referirnos a caminos de tipo vecinal o ganadero que no estaban diseñados para el trĂ¡nsito de mercancĂ­as importantes, debido al ancho insuficiente, afirmado poco potente y excesivas pendientes longitudinales.

Las vĂ­as romanas: obras maestras de la ingenierĂ­a

La administraciĂ³n romana, Ăºnicamente proyectaba la construcciĂ³n de carreteras en territorios sobre los cuales tenĂ­an pleno control, es decir sobre territorios previamente conquistados y pacificados. Es un error tradicional de la historiografĂ­a, considerar la construcciĂ³n viaria como un elemento asociado a la conquista militar. SĂ­ que los ingenieros militares realizaban construcciones puntuales (Ej. se construĂ­an puentes para cruzar rĂ­os, que luego eran desmontados) para realizar determinados movimientos tĂ¡cticos durante una batalla, pero la ejecuciĂ³n viaria con un sentido comercial, siempre lo debemos asociar a una planificaciĂ³n de tipo polĂ­tica. Existen muchas vĂ­as romanas en la que hay inscripciones que aluden a determinadas legiones militares, esto no implica forzosamente que la vĂ­a haya sido construida por Ă©stos; muy bien podrĂ­a tratarse de una vĂ­a sujeta simplemente a una administraciĂ³n militar.

La construcciĂ³n de carreteras se planificaba directamente desde Roma, pues se trataba de un asunto de carĂ¡cter estratĂ©gico de gran importancia. Las autoridades locales no tenĂ­an ninguna potestad al respecto. En tiempos de la repĂºblica la planificaciĂ³n era asumida por cĂ³nsules, procĂ³nsules, pretores y censores, mientras que en Ă©poca imperial serĂ­a un asunto gestionado por el mismo emperador o por un subordinado de Ă©ste. Desde Roma se tomaban las decisiones y se contrataban a especialistas constructores para la ejecuciĂ³n de las obras (Ă©stos particulares actuarĂ­an como las empresas de hoy dĂ­a).

Las obras eran financiadas con recursos del erario pĂºblico mayoritariamente, aunque algunos tramos podĂ­an ser financiados con fondos procedentes de particulares y personajes ilustres que actuarĂ­an como mecenas. Estos personajes adquirĂ­an asĂ­ prestigio y notoriedad, elementos indispensables para progresar en la carrera polĂ­tica. En algunas ocasiones los mismos emperadores, aportaban parte de su fortuna privada, para promover vĂ­as y ser recordados tras su muerte.

Los expertos constructores siempre diseñaban las vĂ­as atendiendo a un aspecto que resultaba vital: la pendiente longitudinal. Al tratarse de vehĂ­culos de tracciĂ³n animal, una excesiva pendiente serĂ­a desastrosa para el correcto desplazamiento de las cargas. Los tĂ©cnicos romanos siempre respetaron una pendiente mĂ¡xima del 8%, y sĂ³lo utilizaron este porcentaje cuando era estrictamente necesario, en casos puntuales y para tramos muy cortos. Como dato tĂ©cnico siempre se tenĂ­a en cuenta el concepto de resistencia al movimiento: la resistencia al movimiento que aparece en rampas positivas, es de tantos kilos por tonelada, como milĂ­metros por metros tenga la pendiente. Por ejemplo, en una rampa positiva con un desnivel de un 8% (actualmente es el desnivel mĂ¡ximo recomendado), por cada tonelada de peso transportado, actuarĂ­an 80 Kg. de fuerza de frenado.

Las vĂ­as romanas
Las vĂ­as romanas. DescomposiciĂ³n de fuerzas que aparecen en el desplazamiento de una carga por una pendiente.

En el caso que fuese necesario rebajar las pendientes del terreno en los puntos altos, se realizaban desmontes del terreno, de tal manera que la carretera quedaba entallada y flanqueada por taludes (como si estuviera encajada en la montaña). Estos taludes se construirĂ­an con un desnivel en funciĂ³n del tipo de roca de la montaña: los taludes serĂ­an verticales cuando el material fuese duro como la roca, en cambio cuando los materiales eran blandos se creaban taludes de 45 a 60º de inclinaciĂ³n.

Las vĂ­as romanas
Las vĂ­as romanas

Los expertos trazadores siempre intentaban ceñirse a unas mismas pautas: intentaban superar las montañas por el collado mĂ¡s bajo, por las laderas mĂ¡s soleadas (para evitar problemas derivados de la humedad), y cuidando las pendientes. Se construĂ­an puentes, se excavaba en la roca y se desecaban terrenos, cuando era necesario, y sobre todo, se tenĂ­a una clara preferencia por la lĂ­nea recta, siempre y cuando fuese posible. En terrenos de mala calidad, siempre cimentaban utilizando piedras de gran tamaño, mientras que en terrenos sobre roca madre, no hacĂ­a falta. Siempre utilizaban materiales muy finos y sin Ă¡ngulos, en la Ăºltima capa de rodadura.

Los especialistas romanos construĂ­an vĂ­as con tramos perfectamente alineados. Hoy dĂ­a, todavĂ­a sorprende la perfecciĂ³n en la ejecuciĂ³n de algunos tramos. ArqueĂ³logos y expertos, gracias a la utilizaciĂ³n de la fotografĂ­a aĂ©rea, han descubierto tramos de hasta 90 Km. (en la VĂ­a Apia, entre Roma y Terracina) perfectamente rectos. No es infrecuente observar estas enormes alineaciones. TodavĂ­a hoy se desconoce la tĂ©cnica para conservar la lĂ­nea recta durante tantos kilĂ³metros, es probable que hiciesen triangulaciones a partir de referencias fijas tomadas en puntos altos del terreno.

ExistĂ­a un especial interĂ©s por construir las vĂ­as en zonas bien drenadas. Para solventar problemas de humedad en terrenos llanos, lo que se hacĂ­a era elevar la carretera y terraplenar. En zonas elevadas, para evitar problemas de este tipo, se intentaba seguir la lĂ­nea natural de vertiente. En otros casos, cuando era necesario pasar por muchos cursos de agua, lo que se hacĂ­a era desviar la carretera hasta encontrar el lugar en donde confluĂ­an todos los afluentes para, mediante puentes, cruzar todos de una sola vez (muy pocos puentes en uso quedan en la actualidad en nuestro paĂ­s, unos 35). Los romanos dominaron a la perfecciĂ³n la hidrĂ¡ulica y las tĂ©cnicas de canalizaciĂ³n; cuando fue necesario desecaron lagos enteros para construir una vĂ­a.

Para salvar los obstĂ¡culos mĂ¡s difĂ­ciles se proyectaban puentes y tĂºneles. Existen tĂºneles de mĂ¡s de un centenar de metros verdaderamente impresionantes y no son pocos los que se construyeron. El mayor problema en la construcciĂ³n de tĂºneles, no fue la dificultad tĂ©cnica de su elaboraciĂ³n, fue el de la iluminaciĂ³n. Se han encontrado huecos en las paredes de los tĂºneles para albergar lucernas (lamparitas de aceite), y en algunos casos se realizaban aperturas hacia el exterior a modo de ventanas. Sabemos, porque de otra manera no podrĂ­a ser ya que los animales no se moverĂ­an, que siempre se circularĂ­a en el interior de los tĂºneles con algĂºn modo de iluminaciĂ³n. Normalmente se alquilaban o compraban antorchas a la entrada de los mismos.

En cuanto a los materiales empleados en la construcciĂ³n de las carreteras, podemos decir que en este aspecto se aprovechaban todos los materiales cercanos, siempre y cuando fuesen aptos para la ejecuciĂ³n de las obras. Se utilizaban materiales sueltos (Ă¡ridos, piedras rodadas) sin ningĂºn tipo de conglomerado ni argamasa (betĂºn, cal, yeso, etc.). En primer lugar se construĂ­a una capa de cimentaciĂ³n, normalmente de buen espesor, para dar consistencia al conjunto de firmes. Lo normal serĂ­a construir 3 pies de espesor de piedras grandes e irregulares bien niveladas; casi siempre esta capa estaba situada entre bordillos. Si la zona sobre la que se querĂ­a construir era de roca, no hacĂ­a falta cimentar, se creaba directamente sobre Ă©sta la capa de rodadura. DespuĂ©s de cimentar, se elaboraba una capa intermedia de transiciĂ³n compuesta de rocas de tamaño menor. Por Ăºltimo, en la parte mĂ¡s superficial, se construĂ­a la capa de rodadura, formada por piedras resistentes al desgaste (cuarcitas, dioritas, calizas duras), siempre rodadas, para evitar daños a los animales, junto a materiales de grano muy fino (zahorra: es llamado a todo material granular continuo, Ă¡ridos no triturados y bancos de arena. TambiĂ©n se utilizaba el jabre), todo el paquete estarĂ­a previamente compactado, utilizando para ello rodillos y agua. Los materiales finos y sueltos permitirĂ­an el agarre de los animales de tiro y el galope de los caballos, ademĂ¡s es un material ideal para el desplazamiento de ruedas rĂ­gidas. (como dato curioso: la herradura surgirĂ¡ de manera obligada en Ă©poca medieval, cuando las vĂ­as romanas sin ningĂºn tipo de mantenimiento se vuelvan inĂºtiles y sea necesario proteger a los animales).

Las vĂ­as romanas
Las vĂ­as romanas. SecciĂ³n de una vĂ­a romana. Podemos apreciar la capa de cimentaciĂ³n con piedras mĂ¡s gruesas y las demĂ¡s capas. Indicado con una flecha se observa uno de los bordillos.

Un problema que planteaban todas las carreteras romanas en su momento, imposible de solucionar, era que Ă©stas se volvĂ­an pistas muy polvorientas en perĂ­odos de tiempo seco. Hay relatos de personajes ilustres romanos, que afirmaban no poder respirar en determinados tramos, sobre todo cuando se cruzaba un tĂºnel.

Los romanos diseñaban las vĂ­as para soportar todo tipo de cargas. ExistĂ­an carros de 4 ruedas, tirados como mĂ­nimo por dos parejas de bueyes, (carpentum, clabula, etc.) que transportaban cargas muy pesadas: unos podĂ­an transportar mineral en bruto (plomo, estaño, cobre, oro, plata, etc.), otros llevarĂ­an lĂ­quidos, Ă¡ridos, etc. Estos carros, transmitĂ­an al pavimento enormes esfuerzos puntuales de presiĂ³n, (unos 500 Kg. de peso por cada rueda, lo que supone una presiĂ³n de 5 Kg/cm2) y sĂ³lo podĂ­an transitar por carreteras con un perfil muy bajo. En algunos casos, cuando se transportaban piezas para la construcciĂ³n de edificios pĂºblicos, Ă©stas llegaban a pesar de 1.500 a2.000 Kg. En la PenĂ­nsula IbĂ©rica, existĂ­an dos nĂºcleos (en el noroeste y en el sur), desde los cuales se extraĂ­an grandes cantidades de mineral, que luego era transportado hasta la costa. La economĂ­a romana en Hispania, dependĂ­a al mĂ¡ximo del estado de las carreteras. Importantes nĂºcleos del interior (Astorga, Lugo, LeĂ³n, Pamplona, Clunia, SegĂ³briga, etc.), sĂ³lo se podĂ­an explotar por vĂ­a terrestre. SĂ­ que se utilizaron determinados rĂ­os para navegar hacia el interior, pero sĂ³lo en determinados momentos aptos para la navegaciĂ³n.

El emperador Constantino en el año 357, y Valentiniano en el año 368, establecerĂ¡n unas disposiciones para limitar el peso mĂ¡ximo legal permitido para el transporte de mercancĂ­as (se limita el peso en 1000 libras romanas, unos 327 Kg), para preservar a las vĂ­as. Es de suponer que sĂ³lo se respetarĂ­a en algunos casos.

Como hemos adelantado, por las vĂ­as romanas en Hispania circulaban todo tipo de mercancĂ­as. Se han encontrado piezas de mĂ¡rmol (de hasta 2 Tn.) en la Villa de Carranque (Toledo), traĂ­das desde TurquĂ­a. El aceite bĂ©tico, producto muy valorado entonces, se exportaba a la Galia, Germania, Britania, etc. De Astorga se obtenĂ­a el metal mĂ¡s preciado para los romanos: el oro; Ă©ste era trasladado por una carretera que unĂ­a Hispania con Italia. De JaĂ©n, (CĂ¡stulo) se extraĂ­a masivamente el plomo de gran calidad y pureza; era la zona mĂ¡s importante del imperio respecto a la producciĂ³n de este metal. La ribera del Duero producĂ­a toneladas de cereal que iba a todas las partes del imperio…

 El orden de ejecuciĂ³n de los proyectos siempre era el mismo: en primer lugar se hacĂ­a la explanaciĂ³n del terreno, esta era la parte mĂ¡s fĂ­sica y en la que mĂ¡s recursos humanos se utilizaba. Era necesario retirar la masa forestal, realizar los desmontes y terraplenar el terreno cuando era necesario. DespuĂ©s de explanar, habĂ­a que afirmar el terreno y compactar el mismo de una forma totalmente nivelada. Por Ăºltimo se echaban los materiales que formaban la capa de rodadura.

Tras la finalizaciĂ³n de la capa de rodadura, las carreteras se señalizaban, como se hace hoy dĂ­a. Se utilizaban unos hitos o mojones de piedra llamados miliarios (millia passuum), colocados cada 1000 pasos, medĂ­an la distancia desde la ciudad o nĂºcleo desde donde se habĂ­a comenzado. A dĂ­a de hoy, todavĂ­a se desconoce la equivalencia exacta en metros de la milla romana, se cree que estĂ¡ en torno a los 1600 metros. Los miliarios podĂ­an tener formas muy variadas, lo normal es que fuesen de forma cilĂ­ndrica y de 2 metros de altura y 60 cm de diĂ¡metro (esto es muy variable). Se hacĂ­an inscripciones en ellos aludiendo al emperador del momento o como menciĂ³n al promotor de la vĂ­a. Con el paso del tiempo estos miliarios se iban renovando, por eso hoy dĂ­a se pueden apreciar en un mismo lugar muchos miliarios juntos.

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1 Comment

  1. Appius Claudius: el censor arquitecto de su fortuna - Revista de Historia
    16/09/2021 @ 10:50

    […] VĂ­a Appia es una de las calzadas (caminos de piedra) mĂ¡s famosas de la AntigĂ¼edad, que conectaba Roma con Capua pasando por varias […]

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