Torturas Medievales en la oscura Edad Media

Para conocer la oscuridad real del alma humana durante la Edad Media, hay que tener presente las herramientas con las que se practicaba el dolor y la muerte. Muchos de los condenados confesaban ser culpables por no vivir la agonía a la que estaban siendo sometidos. La mayoría de estas torturas las practicó la Santa Inquisición, creada en 1184. Tomás de Torquemada (1420-1498) fue un fraile Dominico, pero también fue el Gran Inquisidor de España, utilizando varios métodos del terror. Acabó con la vida de unas dos mil personas.

Torturas Medievales: Cocinados al fuego

Muchos de los métodos, en palabras del historiador Edward Peters, son continuaciones de otras torturas similares que vienen de antiguo. Uno de los ejemplos más aterradores de la antigüedad lo encontramos en el Toro de Falaris, cuyo nombre se atribuye a un tirano de Sicilia muerto en el 554 a.C. Este dispositivo de tortura consistió en introducir al condenado – o a la persona en cuestión – dentro de un toro de bronce y quemarle vivo mediante hogueras, de manera que funcionaba a modo de horno.

Una tortura parecida podría atribuirse a La Rueda, que fue una máquina que consistió también en cocer a la víctima. Se giraba avivada por fuego. La sangre no tardaba en hervir lentamente. La víctima, normalmente, perdía el conocimiento por el giro continuo.

Toruras Medievales: Toro de Falaris
Toruras Medievales: Toro de Falaris

Torturas Medievales: Métodos básicos

Más ordinario, pero no menos aterrador, fue el de arrancar la piel a tiras con todo tipo de herramientas como pinzas, garfios de hierro o úngulas. No era extraño en la época mostrar las partes desmembradas en público para que sirviese como método ejemplarizante.

Torturas Medievales: La Rueda
Torturas Medievales: La Rueda

El Aplastapulgares era una máquina de tortura destinada a hacer sufrir sobre todo a los reos y ladrones. El dispositivo consistía en aplastar mediante metal las manos de las víctimas. Dependiendo de la presión, el grado de dolor variaba. Primero eran las uñas, y después la carne e incluso el hueso de las falanges.

Torturas Medievales: Aplastapulgares
Torturas Medievales: Aplastapulgares

Torturas Medievales: Torturas sin sangre

Otro método para quebrar articulaciones y huesos aplicado a toda la anatomía, era el aparato conocido como El Potro. Su sistema era sencillo. Consistía en inmovilizar a la víctima sobre madera a modo de cama. Mediante una manivela se recogían las cuerdas, que podían estar atadas a piernas, brazos o incluso el cuello. De este modo se estiraban las articulaciones y podían tener lugar desligamientos y roturas considerables.

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1 Comment

  1. Gerardo Alonso
    31/12/2021 @ 12:42

    Lamentable que una revista de historia de cabida a artículos como este, que repite los tópicos y lugares comunes más recurrentes sobre la Edad Media sin un ápice de pensamiento crítico:
    1. La “oscuridad” de la Edad Media es algo inventado principalmente por los ilustrados del s. XVIII, para legitimar sus propios intereses.
    2. La mayoría de estas torturas NO las practicó la Santa Inquisición; la tortura era un método de pesquisa común y practicado por todo tipo de autoridad. No sólo esto, sino que las autoridades civiles torturaban más (cuantitativa y cualitativamente) que las autoridades religiosas.
    3. La tortura no es algo exclusivo de la Edad Media, y siguió practicándose mucho tiempo después.
    4. No podía faltar la consabida mención a Torquemada, quien fue nombrado inquisidor general en 1478… es decir, justo cuando termina la Edad Media. Con esta mención se reitera la negrolegendaria y falaz asociación entre Inquisición Española y Edad Media, cuando la Inquisición Española es precisamente una institución propia del estado moderno.
    5. Y por supuesto, la lista morbosa de procedimientos y aparatos, a cual más fantasioso, para la cual la parte histórica sólo ha servido de pretexto.
    Revista de Historia se devalúa al publicar textos como este.

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