Torturas Medievales en la oscura Edad Media
Para conocer la oscuridad real del alma humana durante la Edad Media, hay que tener presente las herramientas con las que se practicaba el dolor y la muerte. Muchos de los condenados confesaban ser culpables por no vivir la agonía a la que estaban siendo sometidos. La mayoría de estas torturas las practicó la Santa Inquisición, creada en 1184. Tomás de Torquemada (1420-1498) fue un fraile Dominico, pero también fue el Gran Inquisidor de España, utilizando varios métodos del terror. Acabó con la vida de unas dos mil personas.
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Torturas Medievales: Cocinados al fuego
Torturas Medievales: Métodos básicos
Más ordinario, pero no menos aterrador, fue el de arrancar la piel a tiras con todo tipo de herramientas como pinzas, garfios de hierro o úngulas. No era extraño en la época mostrar las partes desmembradas en público para que sirviese como método ejemplarizante.
Torturas Medievales: Torturas sin sangre
Otro método para quebrar articulaciones y huesos aplicado a toda la anatomía, era el aparato conocido como El Potro. Su sistema era sencillo. Consistía en inmovilizar a la víctima sobre madera a modo de cama. Mediante una manivela se recogían las cuerdas, que podían estar atadas a piernas, brazos o incluso el cuello. De este modo se estiraban las articulaciones y podían tener lugar desligamientos y roturas considerables.
La Garrucha fue uno de los métodos más extendidos durante la Edad Media, debido a que cumplía los requisitos eclesiásticos para torturar: no había derramamiento de sangre ni mutilaciones. El acusado era elevado mediante cuerdas, atado de muñecas o tobillos, y quedaba colgado en el aire de manera que las articulaciones se veían resentidas y se ocasionaba el dislocamiento de los miembros.
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El Romperodillas, La Araña (Rompe Pechos), AplastaCabezas eran otros métodos de tortura que como su propio nombre indica en cada uno, consistían, a fin de cuentas, en hacer daños atroces sin derramamiento de sangre. Los huesos se rompían y se fragmentaban, causando un dolor imposible de soportar.
Torturas Medievales:Las torturas más aterradoras
Un clásico de tortura medieval era la llamada Dama de Hierro, que consistía en una especie de sarcófago del que sobresalían pinchos metálicos. Era una estructura hueca para que cupiese la persona torturada para recibir un castigo agónico que buscaba puntos estratégicos para que se desangrase de una manera dolorosa y no le causase la muerte inmediata.
La Cuna de Judas era la máquina destinada para sacar confesiones. Un banco terminado en una punta de estaca, sobre la que se sentaba el condenado mediante cuerdas y poleas. Podía ocasionar fuertes lesiones según se variaba la altura subiendo o bajando a la víctima.
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