A principios del siglo XX, el mundo experimentaba transformaciones culturales, sociales y políticas que alteraban el curso de la historia. En medio de esos cambios, surgieron figuras cuya vida y obra desafiaron convenciones y marcaron nuevos caminos. Entre ellas, destacó
Lee Miller, una mujer cuya existencia fue mucho más que una serie de episodios extraordinarios. Desde sus primeros años hasta sus últimos días, su presencia atravesó los principales escenarios de la primera mitad del siglo, fusionando arte, moda y periodismo de una manera que pocos lograron igualar.
Su nombre quedó asociado a imágenes icónicas que capturaron la crudeza del conflicto, pero también a un espíritu inquieto que exploró los límites de la creatividad y el compromiso personal. Fue testigo y narradora de algunas de las páginas más sombrías de la historia contemporánea, armada con una cámara y una sensibilidad aguda para captar el alma humana en los momentos más extremos.

Lee Miller: La mirada que desafió la guerra y el arte
La musa que rechazó ser musa
Elizabeth “Lee” Miller nació en 1907 en Poughkeepsie, Nueva York, en el seno de una familia acomodada. Su padre, ingeniero e inventor, le transmitió el interés por la fotografía y la enseñó a usar una cámara desde pequeña. Aquella primera conexión con la imagen marcaría el rumbo de una vida caracterizada por el deseo constante de controlar su propia narrativa visual y escapar de los márgenes impuestos por la sociedad.
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