Sin embargo, fue un movimiento audaz de Fernando de Avalos el que cambió el curso de la batalla. Aprovechando una noche de intensa niebla, el general español ordenó a sus hombres construir una serie de puentes de barcas sobre el río Ticino, con el objetivo de cruzar sus tropas al otro lado del río y atacar por sorpresa al ejército francés. La maniobra, arriesgada y audaz, se llevó a cabo con éxito, y las tropas imperiales lograron cruzar el río sin ser detectadas.
El 24 de febrero de 1525, al amanecer, las tropas del Marqués de Pescara lanzaron un ataque sorpresa contra el campamento francés, que se encontraba dividido en dos partes separadas por el parque de la Mirabello, una extensión de bosque que dificultaba la comunicación y el movimiento de las tropas. En un primer momento, los franceses lograron rechazar el embate, pero la situación se complicó cuando una segunda columna de soldados imperiales, liderada por el general Carlos de Lannoy, cruzó el río y atacó por otro flanco.
Ante el avance enemigo, Francisco I decidió tomar el mando personal de sus tropas y liderar un contraataque. Montado en su caballo y con su característica armadura blanca, el rey francés cargó al frente de sus hombres, lanzándose contra las fuerzas de Avalos y Lannoy en un intento desesperado de cambiar el destino de la batalla. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano, ya que la superioridad táctica y numérica de las tropas imperiales se impuso en el campo de batalla.
En medio del fragor del combate, una escena inesperada tuvo lugar: Francisco I fue capturado por un grupo de soldados españoles. El rey francés, herido y exhausto, se rindió ante sus captores, quienes le trataron con respeto y le condujeron al campamento imperial. La captura de Francisco I marcó el fin de la batalla de Pavía y el desmoronamiento del ejército francés, que se retiró en desorden, dejando tras de sí miles de muertos y heridos en el campo de batalla.
La victoria en Pavía supuso un golpe devastador para las aspiraciones de Francisco I en Italia y fortaleció enormemente la posición de Carlos V en Europa. El rey francés fue llevado prisionero a España, donde permaneció cautivo durante más de un año, hasta que fue liberado tras firmar el Tratado de Madrid en 1526. Dicho tratado obligaba a Francisco I a renunciar a sus pretensiones sobre Italia y a entregar a sus dos hijos como rehenes a Carlos V, una humillación sin precedentes en la historia de la monarquía francesa.
La batalla de Pavía fue un episodio decisivo en las Guerras Italianas y en la rivalidad entre Francisco I y Carlos V, que continuaría durante años, incluso después de la liberación del rey francés. Pero también fue un ejemplo del papel de la estrategia y la habilidad en la guerra, un recordatorio de que la audacia y el ingenio pueden prevalecer incluso cuando las fuerzas están en desventaja. La brillante maniobra de Fernando de Avalos y el cruce del río Ticino se convirtieron en leyenda, y su nombre quedó grabado en la historia como el arquitecto de la victoria en Pavía.
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18/05/2023 @ 18:11
Ha faltado decir que el Rey francés, no cumplió ni uno solo de los compromisos contraídos, a pesar de que Carlos I lo trató con cortesía y no lo mandó ejecutar como habría sido lo lógico, porque en aquella época aún se creía que el poder real provenía directamente de Dios y su ejecución habría significado para Carlos tirar piedras sobre el tejado de su propia legitimidad. En cualquier caso es una pena que los súbditos murieran por decenas de miles en una orgía de hierro, sangre y pólvora, mientras los inductores se agasajaban mutuamente y se trataban con la mayor deferencia.