Choquequirao. El imperio inca de Huayna
Huayna Cápac fue el penúltimo emperador inca. Subió al poder hacia 1488 y durante su reinado se produjo la mayor expansión del Tahuantinsuyo. A pesar de eso y de varias revueltas que tuvo que sofocar, el suyo fue un reinado con gran estabilidad. El último reinado inca estable.

Precisamente esta era una de las debilidades del imperio incaico: cruentas conquistas y pueblos tiranizados. Los incas sometían y dominaban y, debido a la rápida expansión del imperio (que en total duró sólo cien años), los pueblos conquistados no llegaron a integrarse en la cultura inca, que simplemente les era impuesta.
Choquequirao. La llegada de los españoles
Francisco Pizarro alcanzó las fronteras del imperio incaico en 1532, acompañado de menos de doscientos hombres. Doscientos. Sí, portaban arcabuces y espadas de acero y tenían caballos, y en última instancia eso les permitió la conquista (si no, ni de broma). Pero, ¿de verdad habrían podido conquistar a los incas de no haber concurrido otras causas?
La primera de estas causas, como ya he comentado más arriba, tenía su origen en la expansión del imperio y la dominación que ejercía sobre los pueblos sometidos. Cuando los españoles llegaron, diez millones de indígenas sometidos por los incas estaban deseosos de prestarles apoyo para vencer al inca dominante.
La segunda causa era que el imperio se hallaba inmerso en una guerra civil justo en el momento de la llegada de los españoles.
Choquequirao. La Guerra de Sucesión Inca
Ya he dicho que el reinado de Huayna fue un periodo de expansión del Tahuantinsuyo. Y fue precisamente durante una campaña militar en el norte para aumentar el territorio del imperio cuando Huayna murió.
Algunos de sus hijos le acompañaban en la campaña. Su primogénito Ninan Cuyuchi, al que Huayna ya había nombrado sucesor, y Atahualpa se encontraban en el frente, en Tumipampa (actual ciudad de Cuenca, Ecuador), mientras que el propio Huayna y otro de sus hijos, Huáscar, estaban en Quito.
Y fue precisamente en esa época cuando una epidemia, traída por los españoles y desconocida hasta entonces en América (probablemente sarampión o viruela), azotó la región. Tanto Huayna como su sucesor, Ninan, murieron de la enfermedad.
Huáscar, conocedor de la noticia, viajó rápidamente de Quito a Cuzco y, aprovechando el vacío de poder y la ausencia de los líderes militares (que eran leales a Atahualpa), fue nombrado inca con el apoyo de los nobles cuzqueños.
Huáscar sabía de la precariedad de su nombramiento y del poder de Atahualpa, así que quiso mantenerlo alejado. Le permitió conservar el título de gobernador de Quito que le había dado su padre a condición de que pagara tributos y de que no realizara campañas para aumentar sus territorios. Atahualpa aceptó.
La situación se mantuvo así durante un corto periodo de paz tensa que duró cinco años. Sin embargo la guerra civil era inevitable, ya que los generales y las tropas más experimentadas en las campañas de Huayna apoyaban a Atahualpa. La posición de Huáscar, aunque apoyado por los nobles, se debilitaba por momentos.
Y la guerra llegó. Aunque hay diversas versiones en cuanto al desarrollo de la misma de unos cronistas a otros, lo que es indudable es que fue una guerra cruenta. Finalmente, Atahualpa fue vencedor y sus tropas apresaron a Huáscar.

Choquequirao. El fin del imperio
Fue precisamente hacia el final de la guerra cuando los mensajeros empezaron a llegar con noticias de unos “extraños hombres barbudos” que habían llegado a Cajamarca. Así que allí se dirigió Atahualpa, con la guerra recién terminada y Huáscar apresado, a ver a estos extraños hombres.
Choquequirao. Apresamiento y muerte de Atahualpa
Y mejor no hubiera ido. Los españoles le instaron a convertirse al cristianismo, pero Atahualpa arrojó la biblia que le ofrecían. So pretexto de la herejía las tropas de Pizarron atacaron a los incas en Cajamarca.
Así que hubo batalla y, tras matar a cinco mil incas, los españoles capturaron a Atahualpa. Y quedó preso en un palacio de Cajamarca desde donde se le permitió seguir administrando el imperio (fue desde allí que ordenó la muerte de Huáscar) y, a fuerza de tratarse de igual a igual, acabó trabando amistad con Francisco Pizarro.
En cierto momento, Atahualpa ofreció dos habitaciones llenas de plata y una de oro como rescate a cambio de su liberación. Oro y plata, palabras mágicas para los conquistadores españoles.
El marqués [título que ostentaba Francisco Pizarro] le preguntó qué tanto oro y plata daría. Atahualpa dijo que henchiría un aposento donde el marqués estaba, de oro, y el galpón grande que tengo dicho, donde los españoles se recogieron, le henchiría dos veces de plata, por su rescate.
Pedro Pizarro
Relación del descubrimiento y conquista del Perú
Y claro, aceptaron. Atahualpa mandó orden a lo largo de todo el imperio de que se trajera plata y oro a Cajamarca, y pagó su rescate. Sin embargo, lejos de ser liberado, los capitanes españoles presionaron a Pizarro para que lo ejecutase.
Apenado y lloroso por el final del que ya era su amigo, Pizarro no vio otra salida que ordenar su ejecución pese lo prometido al inca.
Yo vide llorar al marqués de pesar por no podelle dar la vida
Para evitar la muerte en la hoguera Atahualpa accedió a ser bautizado antes de su ejecución. Murió con el nombre de Francisco de Atahualpa. Fue enterrado en una iglesia de Cajamarca, pero su cuerpo desapareció de allí dos días después. Sus hombres se lo llevaron para que pudiera descansar junto a sus antepasados.
Choquequirao. Los Incas de Vilcabamba
Con el inca muerto y el imperio sumido en el caos tras años de guerra civil y con la posterior llegada de los españoles, Pizarro tenía el poder de facto. El imperio inca tocaba a su fin.
Sabedor de la bravura de los incas, Pizarro tuvo el acierto de nombrar un sucesor de Atahualpa que protegiera los intereses españoles, en lugar de colocarse a sí mismo o a cualquier otro español en el trono.
Así que nombró Sapa Inca a uno de los hermanos de Atahualpa (Huayna Cápac tuvo más de 500 hijos con distintas mujeres), Túpac Hualpa, que fue coronado con el nombre de Tuparpa. Sin embargo tres meses después de su coronación murió envenenado. No es de extrañar, ya que era un simple títere de Pizarro (incluso llevaba el escudo de la Corona de Castilla en su corona).
Choquequirao. La rebelión de Manco Inca
Tras la muerte de Tuparpa, Pizarro nombró inca a otro de los hijos de Huayna, Manco Inca Yupanqui, que fue coronado con el nombre de Manco Cápac II.
Manco Inca apoyó a los españoles en un principio. Al fin y al cabo, había tenido que huir cuando Atahualpa se hizo con el poder (ya que éste buscó y mató a cualquiera que hubiera podido aspirar al trono) y con los españoles había podido regresar y había sido coronado.
Pero pronto se dio cuenta de que más que emperador era una simple marioneta, y aún más, un rehén, en manos de Francisco Pizarro y de que las intenciones de los españoles no eran procurar el bien del imperio, sino saquear y llevarse todas las riquezas posibles. Así que Manco Inca huye de Cuzco, reúne a sus generales fieles y les arenga:
Yo estoy determinado a no dejar cristiano en vida en toda la tierra y para eso quiero poner cerco en el Cusco; quien de vosotros pensara servirme, servirme en esto, ha de poner sobre tal caso la vida; beba por estos vasos y no con otra condición.
El alzamiento fue generalizado y Manco Inca reunió un fuerte ejército, comenzando una auténtica guerra de reconquista. Incluso asedió Cuzco durante un año, estando a punto de tomar la ciudad.
Sin embargo los caballos y las armaduras de los españoles marcaron la diferencia, y los incas tuvieron que retirarse tras el rechazo en Cuzco y una derrota en Lima. Los incas se retiraron y se refugiaron en el valle de Vilcabamba.
Choquequirao. El valle de Vilcabamba
Manco Inca y sus sucesores reinaron en el valle de Vilcabamba sobre un pequeño estado incaico (que se conoce como el Imperio Neoinca de Vilcabamba) que resistió a los españoles hasta nada menos que 1572. En ese año el último sucesor de Manco Inca, Túpac Amaru I (“serpiente de fuego”), fue apresado por los españoles y decapitado tras liderar un nuevo alzamiento contra los conquistadores.
La ciudad perdida de Choquequirao
El último refugio del Imperio Neoinca de Vilcabamba fue la ciudad de Choquequirao, una ciudadela que, a la vista de sus restos, debió ser impresionante.
Esta ciudad, conocida como la hermana sagrada de Machu Picchu por sus similitudes con ella, controla el acceso al valle y de hecho era utilizada como una especie de garita de control para controlar el acceso a la región de Vilcabamba.

Tras la muerte de Túpac Amaru I la ciudad fue abandonada. Las antiguas casas, templos, canales y muros fueron pronto reclamados por el bosque nuboso que la rodea y la propia existencia de la ciudad cayó en el olvido hasta que a finales del siglo XVIII comenzaron a oírse noticias de “una ciudad despoblada desde la antigüedad”, acompañadas de leyendas de tesoros perdidos.
Y fueron precisamente esas leyendas las que hicieron que, en 1834, el prefecto de Cuzco explorara la zona, redescubriendo esta auténtica joya del periodo inca construida a 3.000 metros de altitud. Las nubes la rodean a menudo y desde ella se domina un profundo cañón, el del río Apurímac, que se hunde 1.500 metros a sus pies.

Autor: Enrique Ros para revistadehistoria.es desde http://www.apuntesdehistoria.tk/
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