El asedio o sitio de Breda se explica en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años en la que Las Provincias Unidas de los Países Bajos, lideradas por Guillermo de Orange, luchaban por independizarse de la Monarquía Hispánica. Pero no combatían solos los holandeses sino que Inglaterra y Dinamarca apoyaron a los rebeldes. En este contexto, los rebeldes holandeses mantenían una tregua desde 1609 con los españoles (Tregua de 12 años) que se mantuvo hasta 1621 –Periodo de la Pax Hispánica-, año en el que sube al trono el rey Felipe IV y decide reanudar la guerra.
El cuarto hijo de Guillermo de Orange, Don Mauricio de Nassau-Orange, estatúder de las Provincias Unidas de los Países Bajos, había tomado Breda en torno a 1590. Sin embargo, al subir al trono Felipe IV de España, la guerra se reanudaría tras la Tregua de los 12 años (1609-1621) siendo la plaza fuerte de Breda un baluarte muy importante para el rey español debido a su posición estratégica ya que desde Breda se podría controlar otras zonas. Breda era una plaza muy importante desde la cual, debido a su posición céntrica, se controlaba Zelanda, Holanda y Brabante, además de conectar con Bélgica.
La rendición de Breda
Con las fuerzas con las que contaba Spínola no se podía tomar la ciudad con un asalto clásico, por lo que se optó por el asedio (Vázquez García, 2011). La idea de Spínola era simple, cortar los suministros de los sitiados y evitar que recibiesen ayuda alguna desde el exterior. A pesar de ello, Breda resistió de manera heroica unos 10 meses.
Se construyeron hasta 3 círculos defensivos o trincheras de circunvalación, que rodeaban Breda, siendo la tercera la más cercana a la ciudad. Esto pone de manifiesto el acercamiento y avance español sobre Breda. Tras la fortificación española y el consiguiente aislamiento externo de Breda, que duró unos 17 días y en el cual trabajó el propio Spínola, comenzaron los ataques.
Así, Spínola lanzó un ataque contra la resistencia holandesa de Mauricio de Nassau por medio de túneles subterráneos. No valió de mucho pues los holandeses también habían construido túneles para interceptar a los sitiadores, inutilizando gran número de los túneles españoles. Los defensores seguían resistiendo con los víveres y reservas que les quedaban y a la espera de una ayuda. La guerra de trincheras y minas se saldó con miles de muertos que yacían bajo la tierra de la ciudad de Breda. También se bombardeó la ciudad desde los parapetos improvisados. Pero los herejes holandeses continuaban su defensa.
Spínola, entonces descartó el asedio táctico clásico y optó por bloquear la ciudad recurriendo al cercamiento, es decir, impidiendo la entrada de suministros y víveres a la ciudad (Op. Cit., 2011).
Los ingleses y daneses se dirigían hacia Amberes para, de este modo, desviar la atención de los españoles que sitiaban Breda. Al frente de tales ejércitos estaba Mauricio de Nassau quien pretendía dar un “golpe de mano” a Spínola. Pues de haber salido como se esperaba, los españoles deberían abandonar Breda para socorrer Amberes.
Mientras tanto, las enfermedades hacían mella en Breda. Así, el escorbuto y el tifus comenzaron a aflorar entre las tropas sitiadas. También, tras el fracaso del intento de la toma de Amberes, Mauricio de Nassau moría a causa de una enfermedad el 23 de abril de 1625.
Los holandeses no pudieron resistir más tiempo, carentes de condiciones higiénicas, sin víveres, sin suministros, sin ayuda externa y con miles de muertos en la ciudad, aquello debía acabar lo antes posible ya que si no era así, las enfermedades contagiosas podrían expandirse. Así, Breda no aguantó más el asedio español y se rindió el 5 de junio de 1625 (Op. cit., 2017). Un costoso asedio que dejaba tras de sí unas 10.000 bajas holandesas y entre 3.000 y 3.500 bajas españolas entre muertos, enfermos….
La capitulación fue admirada por los españoles, quienes reconocieron la valentía de su enemigo. Tal es así que la guarnición que quedaba salió en formación con sus banderas al frente. El enemigo fue tratado con dignidad y caballerosidad, como se aprecia en el cuadro de Velázquez, que 10 años después del asedio lo plasmó sobre un lienzo.
El cerco de Breda fue una lección de estrategia militar. Así lo atestiguan los numerosos estudiosos de la época que conocieron a Spínola. En este sentido, generales de otros países se acercaron para conocer la táctica de los españoles, la organización y formación, la manera de combatir, su disciplina….
La Rendición de Breda supone el culmen de los Tercios españoles y del Imperio y, sin embargo, paradójicamente supone también el comienzo del fin. Tras Breda, Europa se recompone y las naciones aliadas de los holandeses comienzan a rearmarse. España empieza diversas guerras en Europa contra todos, unas guerras que desangrarán su economía, recursos y sobre todo soldados.
Breda es desde el principio un baluarte digno de tomar debido a su importancia geoestratégica en Flandes y así se hizo. Nuevamente el ingenio militar de Spínola y el valor de los españoles se ejemplifican en este asedio. Pues lo principal fue impedir que hasta Breda llegaran refuerzos de víveres y municiones, hecho que se consiguió. En este sentido, se intentaron varias acciones pero fracasaron, los aliados holandeses apenas pudieron llevar víveres ni tropas, pues se toparon con los españoles. Pero, además, tampoco pudieron llevar un acto en Amberes, que fracasó. La disciplina española, de nuevo, consiguió frenar los refuerzos extranjeros, pues solamente 500 españoles frenaron a 6.000 ingleses.
Breda, por tanto, cumple a la perfección las órdenes de la Corte de Madrid, en la que se planeó una estrategia que se cumplió: presión constante contra el territorio rebelde sumado a la coordinación perfecta de los esfuerzos en cada lugar para, de este moco, neutralizar lo antes posible al enemigo. Así fue. Aunque no hay que quitar valor a los holandeses que defendieron Breda con uñas y dientes durante algo más de 10 meses.
A pesar de ser una de las más importantes victorias de Spínola, seria de las últimas victorias españolas de la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, los esfuerzos españoles en los Países Bajos disminuyeron debido a la carencia de fondos. España nuevamente fue admirada por los europeos ya que parecía que los gloriosos ejércitos de la Monarquía Hispánica seguían igual que en el esplendor del siglo XVI.
Autor: Álvaro González Díaz para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
https://revistadehistoria.es/el-sitio-de-breda/
ESPARZA, JOSE J., Tercios, la esfera de los libros, 2017, Madrid, pp.315-321
VV.AA., Grandes batallas españolas, Tikal, 2011, Madrid, pp. 128-133