La alimentaciĆ³n en la Antigua Roma

En la actualidad, poseemos bastante informaciĆ³n[1] sobre la dieta romana, lo cual es de gran ayuda porque no has permitido reconstruir la alimentaciĆ³n de la Antigua Roma a lo largo de toda su historia.

AsĆ­, sabemos que la alimentaciĆ³n y la cocina romana en un principio fueron muy modestas y sencillas. Relacionadas directamente con los productos que se obtenĆ­an a travĆ©s de la prĆ”ctica de la ganaderĆ­a, la agricultura y la pesca.

La alimentaciĆ³n en la Antigua Roma

Pero con el tiempo, fue evolucionando, y ya en el S.II a.C. existĆ­a una alimentaciĆ³n y una cocina mucho mĆ”s desarrollada. De hecho, la gastronomĆ­a llegĆ³ a ser en Roma una cuestiĆ³n de especialistas como Marco Gavio Apicio (S.I.a.C.) con su obra ā€œDe re coquinaria ā€œ(Sobre la materia de la cocina).[2]

Igualmente, fruto de esa progresiva especializaciĆ³n, fue el perfeccionamiento de las tĆ©cnicas de conservaciĆ³n para prolongar la duraciĆ³n de los alimentos. Como por ejemplo: salar, conservar en vinagre, conservar en aceite de oliva, conservar por fermentaciĆ³n alcohĆ³lica Ć³ lĆ”ctea, salmuera, cocer en vino, secado al aire, sumergir en agua hirviendo, conservar en miel, elaborar embutidos, envasarā€¦

Otro rasgo caracterĆ­stico fue el uso de las salsas y la condimentaciĆ³n con especias, como por ejemplo el garum. Una salsa que se usaba para condimentar y que se obtenĆ­a prensando en barriles carne de diversos pescados azules (boquerones, salmones, anguilas, sardinas, sardas, jurelesā€¦) con la sal y hierbas olorosas (especias: anĆ­s, hinojo, ruda, menta, albahaca, tomillo…).

No obstante, hay que seƱalar que esta especializaciĆ³n solo se limitĆ³ a la clase alta, ya que el resto de poblaciĆ³n no gozĆ³ de una cocina tan elaborada y la base de su alimentaciĆ³n se encontraba en los cereales. Destacando especialmente las gachas de trigo y cebada[3] (pulmentum, realizadas con harina de trigo y agua) y el pan[4] (Fermentatus, pan fermentado).

A su vez, los cereales, se combinaban con otros alimentos. Pues, estamos ante una dieta mediterrƔnea en la que tenƭan cabida los lƔcteos, las carnes, los pescados, las legumbres, las verduras y las frutas. Asƭ como la bebida (vino[5] y cerveza -la bebida de los pobres-), el dulce (la miel) y el salado (la sal[6]).

ĀæCuĆ”ntas comidas realizaban un romano al dĆ­a?

Lo estipulado eran tres comidas diarias al dĆ­a, ahora bien, todo dependĆ­a del nivel adquisitivo de la familia. Evidentemente, las familias con un buen nivel econĆ³mico harĆ­an esas tres comidas, con mĆ”s variedad de alimentos y mĆ”s cantidad. Mientras que las familias con menos nivel no realizarĆ­an todas y su dieta serĆ­a mĆ”s bĆ”sica.

De esta forma, si atendemos a los datos que nos han llegado, estas serĆ­an las tres comidas que se realizaban en la Antigua Roma:

Ientaculum: era el desayuno (7-8 h) que consistĆ­a bĆ”sicamente en pan untado en ajo, sal o algĆŗn otro condimento. En algunas casas se consumĆ­an tambiĆ©n huevos, queso, leche, miel, frutos secos, uvas u otra clase de frutas, vino aromatizadoā€¦

Prandium: se trataba de una comida suave, en la que se ingerƭa verduras, frutas y quizƔs carne (las clases bajas no la hacƭan) o las sobras de la cena anterior, frƭas/recalentadas.

Cenae (14-15 h) era la comida mĆ”s fuerte e importante .En los primeros tiempos de la RepĆŗblica, la cena era bastante simple: se tomaba el pulmentum (papilla de harina de trigo), complementado con otros alimentos procedentes del campo. Solamente en los dĆ­as festivos se comĆ­a carne de los animales sacrificados a los dioses.

A partir del S.II a.C., con el cambio gastronĆ³mico, la cenae tomĆ³ una mayor dimensiĆ³n social y ampliĆ³ el nĆŗmero de platos, convirtiĆ©ndose en un banquete (entre la clase alta) compuesto de varios por varias partes:

Gustati (entrantes): era un plato con productos destinados a abrir el apetito de los invitados. Destacaban: huevos, aceitunas, champiƱones, ostras, lechuga, pescados en salmuera…

Prima mensa: era la parte fuerte de la cena y estaba compuesto de varias partes (segĆŗn Marcial podĆ­a elevarse hasta tres). Destacaron sobre todo el cabrito cebado, los espĆ”rragos silvestres, el cerdo, las crestas de gallo…

Secunda mensa (postre): en este plato se tomaba todo tipo de reposterĆ­a suave o queso, frutas, frutos secos…

Comissatio (fiesta): era el momento que se aprovechaba para conversar, ver teatro, mimos o bailarinas.

La cenae, no era una simple comida mĆ”s del dĆ­a, pues tenĆ­a una funciĆ³n social y familiar. Invitados y anfitriones se reunĆ­an para estrechar y potenciar lazos de amistad o alianzas, para conversar, para celebrar reuniones familiares e incluso para manifestar la posiciĆ³n social y riqueza. AdemĆ”s estos banquetes se caracterizaron por seguir unas normas y pautas concretas que todos debĆ­an seguir, con un ritual concreto.Ā 

La alimentaciĆ³n tambiĆ©n tuvo su papel en la romanizaciĆ³n

A partir de la derrota de Cartago en la Segunda Guerra PĆŗnica (S.III a.C.), Roma empezĆ³ a controlar totalmente el comercio del MediterrĆ”neo y a influenciar en todas las regiones baƱadas por este mar.

En el caso de la PenĆ­nsula IbĆ©rica, se fue desarrollando un contacto comercial cada vez mĆ”s intenso con las poblaciones Ć­beras. Como asĆ­ atestiguan los restos de Ć”nforas romanas que portaban aceite, vino o garum en pecios hundidos y en la fusiĆ³n de las costumbres Ć­beras con las romanas, presentes en los ajuares funerarios.

Con el Imperio Romano, las costumbres alimenticias romanas se fueron extendiendo y generando la unificaciĆ³n de tradiciones alrededor de la cocina y de la mesa.

Esta unificaciĆ³n progresiva se puede ver claramente en el incremento de los cultivos vinĆ­colas, de las industrias de salazĆ³n y en la elaboraciĆ³n de garum en zonas en las que anteriormente no existĆ­an este tipo de factorĆ­as.

Autora: RocĆ­o Rivas MartĆ­nez paraĀ revistadehistoria.es

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BibliografĆ­a:

Almagro Gorbea, M.J., La alimentaciĆ³n en la antigua Baria en la Ć©poca romana y prerromana, GeriĆ³n, nĀŗ3,1991, pp 119-118.

Cabrero,J y Cordente, F., Roma: el imperio que generĆ³ por igual genios y locos, Edimat Libros, Madrid, 2008.

Montanari, M.; y Flandrin, J., Historia de la alimentaciĆ³n, Ediciones Trea, 2004.

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