Kublai Khan se consagró como jefe del imperio mongol tras la muerte de su padre Ogadai, nieto del gran Gengis Khan, Kublai Khan pretendía apoderarse de las islas japonesas y para ello reclutó a una muy numerosa flota de barcos en la península coreana no sin antes tener conversaciones pacíficas con los japoneses que no llegaron a ser fructíferas.
Se enfrentaron dos ejércitos bien distintos, los mongoles con el arco como arma principal y los samuráis japoneses, guerreros a órdenes de los clanes. Los mongoles usaban la rapidez en el ataque, los japoneses pretendían la defensa de las costas, en un primer momento los mongoles llevaron la iniciativa, pero tras dos invasiones, los japoneses finalmente se crecieron en la batalla y pudieron acabar con los invasores. Una de las claves en la batalla fue la poca maniobrabilidad de la caballería mongola en la pequeña bahía de Hakata que ofreció una buena defensa a los nipones.
Kamikaze, el viento divino
Se produjeron dos invasiones frente a la bahía de Hakata en la actual ciudad de Fukuoka, en la isla de Kyushu, la primera invasión por los mongoles resultó fácil aniquilando cualquier defensa nipona pero al finalizar el día las tornas se cambiaron y temerosos de los ataques nocturnos nipones, los mongoles pasaron la noche en los barcos frente a la bahía, esa misma noche una tormenta con fuertes vientos provocó el hundimiento de la inmensa mayoría de barcos coreanos y mongoles y el ahogamiento de cantidad de guerreros, muchos de los capturados fueron apresados y ejecutados en la ciudad de Kioto.
Siete años más tarde Kublai Khan ordenó la construcción de otra flota mucho más grande, los japoneses reforzaron las defensas en todo el sur de Kyushu temerosos de otra invasión. El 23 de Junio de 1281, la flota mongola desembarco en el Norte de Kyushu y en esta ocasión los japoneses opusieron mucha más resistencia.
El milagro llegaría los días 14 y 15 de Agosto, en este caso un tifón procedente del pacífico asoló el sur del archipiélago destruyendo de nuevo toda la flota mongola, aprovechándose de esta catástrofe, los japoneses aniquilaron a la mayoría de soldados mongoles pudiendo morir unos 30000 guerreros.
Autor: Ignacio David Lara Box para revistadehistoria.es
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