Muchos animales eran adorados no por ser considerados dioses en sí mismos, sino como tótem protector o representante de la divinidad. Algunos ejemplos que podemos mencionar son[iii]:
También había animales quiméricos o híbridos en sus cultos. La Esfinge, espíritu protector del faraón, tenía la parte superior de mujer, cuerpo de león y alas. Taweret, diosa de la fecundidad y protectora de los embarazos, tenía cuerpo de mujer e hipopótamo, con zarpas de león y cola de cocodrilo.
Durante su vida, el animal sagrado era “alimentado con los más finos manjares”, bañado antes de ser perfumado “con los más finos ungüentos”, y a los machos se les reservaban “varias hembras, las más hermosas de su raza, y se les llamaba `las señoras del dios`”, según nos relata Diodoro[iv].
Matar o herir a un animal sagrado era un crimen atroz. Diodoro cuenta que en el 60 AC un carro romano mató accidentalmente a un gato y su conductor fue linchado. Herodoto escribió que durante un incendio “los egipcios, que le son supersticiosamente afectos, sin ocuparse de extinguir el fuego, se colocan de trecho en trecho como centinelas, a fin de preservar a los gatos de los incendios”[v]. Durante la Batalla de Pelusio (525 AC) las tropas egipcias dejaron pasar a los persas para no dañar a una manada de perros y gatos que el emperador Cambisses II lanzó frente a sus tropas.
Cuando el animal totémico moría era momificado, como vimos con Apis. Herodoto nos ofrece una lista de lugares de entierro[vi]:
Durante el siglo XIX los británicos llegaron a desenterrar más de 300 mil momias solo de gatos, que fueron enviadas a su país para ser molidas y utilizadas como abono[vii].
El culto a los animales llegó a su máximo esplendor durante el periodo saíta (664-525 AC), en donde gobernó la última dinastía nativa antes de que Egipto cayera bajo dominación persa, asiria, griega y macedonia. Durante su incorporación como provincia romana en el 30 AC el culto a los animales comenzó a decaer. Más tarde vendría la incorporación del cristianismo, con variantes egipcias que daría lugar a la Iglesia Copta, que lo condenaba como idolatría[viii].
El padre Clemente de Alejandría se maravillaba de que “sus templos espléndidos donde resplandecía el oro, la plata, el ámbar y las piedras preciosas de la India y de Etiopía. Pero cuando se penetraba en el interior del santuario y uno de los sacerdotes abría la cortina salmodiando un canto de alabanzas, el objeto de su piadoso respeto nos hacía sonreír, pues no se encontraba el dios que se esperaba encontrar, sino una serpiente, un gato, un cocodrilo o cualquier otro animal repugnante. De esta manera es como el dios de los egipcios se mostraba ante nuestros ojos: como un monstruo que se reviente sobre raíces púrpuras”[ix].
Autor: Luciano Andrés Valencia para revistadehistoria.es
¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí
Bibliografía:
[i] Grimberg, Carl; Historia Universal, tomo 2: El Imperio de las Pirámides, Lord Cochrane, Sociedad Comercial y Editora Santiago Ltda (para la Colección Biblioteca de Oro del Estudiante), 1995, p. 81.
[ii] Cardona, Francesc Ll.; Mitología y leyendas africanas, Barcelona, Olimpo-Educomunicaciones, 1998, pp. 60-61.
[iii] Cardona, Francesc Ll.; Mitología y leyendas africanas…, op. cit., p. 63; y Di Nucci, Hernán; Diccionario de Mitología, Buenos Aires, Ediciones Pluma y Papel, 2008, entradas varias.
[iv] Grimberg, Carl; Historia Universal, tomo 2, op. cit. p. 85.
[v] Heródoto de Halicarnaso; Los nueve libros de la historia, Ediciones Aleph, www.educ.ar, tomo II, p. 40.
[vi] Heródoto de Halicarnaso; Los nueve libros de la historia, op. cit., tomo II, p. 40.
[vii] Wikipedia, www.wikipedia.es, artículos “Gatos en el Antiguo Egipto”.
[viii] Asimov, Isaac; Los egipcios, Madrid, Alianza (Historia Universal Asimov, tomo III), 2000.
[ix] Grimberg, Carl; Historia Universal, tomo 2, op. cit. p. 84.
Parte Foto de Portada:
De Keith Schengili-Roberts – Own Work (photo), CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1745992