Diego Velázquez fue el más destacado de una familia de conquistadores españoles. No menos de diez parientes suyos secundaron su ejemplo y vinieron a América a probar fortuna…
La historia de la conquista de Cuba se hizo a sangre y fuego, y resultó la imposición de una cultura más avanzada como la española a la menos desarrollada aborigen insular. Un proceso de conquista y colonización, que marcaría el inicio de cuatro siglos de dominio colonial de España sobre la Mayor de las Antillas.
Diego Velázquez, el gobernador español enterrado en Santiago de Cuba
Entre ellos, destacó Diego Velázquez y Cuéllar, hidalgo segoviano nacido en Cuéllar, en 1465, quien fuera el primer Gobernador de la Isla y cuyos restos mortales descansan en Santiago de Cuba, una de las primeras siete villas por él fundadas, y lugar donde falleciera en la noche del 11 al 12 de junio de 1524.
Sus antecesores siempre fueron leales al servicio de los reyes de Castilla. Fue Diego Velázquez un hombre de armas, quien, tras luchar en las guerras europeas de la época, vino con Cristóbal Colón en su segundo viaje, en 1493. Contó con el apoyo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, colaborando después con el gobernador Nicolás de Ovando (1501–1509) en la pacificación de la isla La Española, lugar donde alcanzó prestigio y ascendencia.
Desde allí le fue dada la encomienda de marchar hacia Cuba para su conquista y colonización, un empeño que cumpliría con celo. En 1511 se le encomienda una expedición hacia Cuba con el objeto de conquistarla y poblarla.
Salió con cuatro naves y 300 hombres del puerto de Salvatierra de la Sabana y llegó al extremo oriental de Cuba, cerca de Baracoa, donde fundó la Ciudad Primada de Cuba: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. No sin antes sofocar la sublevación del cacique Hatuey, a quien condenó a morir quemado en la hoguera.
En su política conquistadora aplicó la fuerza y la violencia extrema y aunque personalmente no participó en ella, resulta bien conocida en la historiografía cubana la famosa matanza de Caonao, donde Pánfilo de Narváez, su segundo, quitó la vida a más de 2 000 pacíficos aborígenes.
Finalizada la colonización, Diego Velázquez se estableció en la villa de Santiago de Cuba y desde allí se encargó de preparar las expediciones españolas a la conquista de la América continental.
En Baracoa, Velázquez se casó con una española de abolengo, celebrando el primer matrimonio cristiano al desposar a Isabel de Cuéllar. Pero, como dio fe Bartolomé de las Casas, le duró apenas seis días:
“Y un domingo celebró sus bodas con gran regocijo y aparato, y el sábado siguiente se halló viudo, porque se le murió la mujer, y fue la tristeza y luto, más que la alegría”.
Diego Velázquez y Cuéllar, falleció en Santiago de Cuba en la hermosa casa que había construido y que aún se conserva en pie. La majestuosa edificación está enclavada en la populosa calle Aguilera, antiguamente calle de La Marina, frente al Parque Céspedes, y en ella radica el museo de Ambiente Histórico Cubano.
Según refieren, le gustaba departir con sus amigos en las calurosas noches santiagueras fumando la nueva hierba americana, el tabaco, y pese a dilapidar gran parte de su fortuna en sus bélicos enfrentamientos con Hernán Cortés, dejó a su muerte un patrimonio de 19 estancias, 3.000 cerdos y 1.000 reses.
Y, si bien Diego fue el más importante de los conquistadores de la familia Velázquez, no fue ni muchos menos el único, pues otros parientes suyos participaron en la conquista del Nuevo Mundo y no pocos de ellos alcanzaron renombre.
Dentro de los demás Velázquez conquistadores estuvieron: Juan Velázquez de León, uno de los cinco capitanes de Hernán Cortés que en 1519 apresaron a Moctezuma; Pedro Velázquez, sobrino suyo, quien fuera alcalde de La Habana y participara en la conquista del Imperio Azteca; Francisco Velázquez, con gran protagonismo en las conquistas de Nueva España, México y Nueva Galicia; y Antonio Velázquez, que acompañó a Hernando de Soto en la conquista de la Florida.
Se reconoce que no menos de diez parientes cuelleranos secundaron su ejemplo y vinieron a América a probar fortuna y participaron activamente en la formación del Nuevo Mundo, tanto en la conquista, como en la fundación de ciudades o siendo alcaldes de ellas.
Autor: Narciso Fernández Ramírez para revistadehistoria.es
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