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Claudio, Emperador por sorpresa

Tiberio Claudio César Augusto Germánico, conocido comúnmente como Claudio, nació en Lugdunum (actual Lyon, Francia) el 1 de agosto del año 10 a.C. Su llegada al poder en el 41 d.C. marcó uno de los giros más imprevistos en la historia del Imperio Romano.

Hasta entonces, Claudio había sido marginado por su familia debido a sus aparentes debilidades físicas y dificultades en el habla, las cuales lo hacían parecer poco apto para la vida pública en la percepción de la época.

Claudio era miembro de la dinastía Julio-Claudiana, nieto de Marco Antonio y sobrino de Augusto, el primer emperador de Roma. A pesar de su linaje, su juventud estuvo marcada por la exclusión de las esferas de poder, dedicándose en cambio al estudio de la historia y la erudición.

Esta dedicación académica, lejos de ser solo una distracción, forjó en él una comprensión única de la administración y la política, habilidades que más tarde serían cruciales para su gobierno.

La ascensión de Claudio al trono imperial fue tan inesperada como dramática. Tras el asesinato de su sobrino Calígula en el 41 d.C., el caos se apoderó del Palacio Imperial. Claudio fue encontrado escondido tras unas cortinas por un soldado pretoriano, quien lo proclamó emperador, más por oportunidad que por designio. A pesar de las circunstancias peculiares, su reinado de trece años demostraría ser sorprendentemente efectivo y marcado por numerosas reformas administrativas.

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