Durante su gobierno, Claudio emprendió importantes proyectos de construcción y renovación en toda Italia y los territorios del imperio. Uno de sus logros más destacados fue la construcción del puerto de Ostia, vital para asegurar el suministro de grano a Roma, aspecto crucial para mantener la estabilidad social de la ciudad. Además, Claudio expandió significativamente los límites del Imperio Romano, anexando Mauritania, Tracia y haciendo de Britania una provincia romana tras una expedición militar en el 43 d.C.
Claudio también implementó reformas legales significativas, mejorando los derechos de los esclavos y ampliando los privilegios del consejo imperial. En un intento por mejorar la burocracia, incrementó el número de senadores e incluyó a representantes de provincias remotas, intentando así democratizar parcialmente el acceso a los círculos de poder de Roma.
Sin embargo, su vida personal fue complicada y trágica. Claudio estuvo casado en cuatro ocasiones, y sus matrimonios estuvieron plagados de intrigas y traiciones. Su última esposa, Agripina la Menor, jugó un papel determinante en los últimos años de su vida y en la sucesión del imperio. Agripina posicionó a su hijo, Nerón, como el sucesor de Claudio, desplazando a Británico, hijo biológico del emperador. Se sospecha ampliamente que Agripina envenenó a Claudio en el 54 d.C. para asegurar el ascenso de su hijo.
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