En su adolescencia, von Braun se inscribió en una escuela secundaria en Berlín y más tarde ingresó en la Universidad Técnica de Berlín, donde estudió ingeniería mecánica y física. Su afinidad por los cohetes y la ciencia espacial fue evidente cuando, siendo aún estudiante, se unió a la Sociedad Alemana de Cohetes, donde conoció a otros visionarios que compartían su pasión por la exploración más allá de la atmósfera terrestre.
El ascenso en el Tercer Reich: ciencia al servicio de la guerra
A principios de la década de 1930, Alemania se encontraba en un estado de agitación política y económica tras la Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles. Sin embargo, el régimen nazi, bajo el liderazgo de Adolf Hitler, vería en la ciencia de los cohetes una herramienta estratégica para restaurar el poderío militar alemán.
Von Braun, impulsado por la posibilidad de ver realizados sus sueños de viajes espaciales, aceptó trabajar en el desarrollo de cohetes para el ejército alemán. Aunque sus ambiciones iniciales eran pacíficas, los recursos y el apoyo estatal provenían del Ministerio de Armamento, lo que condicionó sus investigaciones hacia aplicaciones militares.
En 1937, von Braun fue nombrado director técnico del programa de desarrollo de cohetes en Peenemünde, una instalación secreta ubicada en la costa báltica. Allí, junto a su equipo, comenzó a desarrollar el cohete V-2, el primer misil balístico de largo alcance del mundo. Este artefacto, que se lanzaría en los últimos años de la guerra, fue utilizado por la Alemania nazi como arma de represalia contra ciudades aliadas, causando miles de muertes en Londres, Amberes y otras urbes europeas.
Peenemünde y la carrera por el control del cielo
Peenemünde fue testigo de algunos de los avances más significativos en la tecnología de cohetes de la época, pero también de las decisiones morales más controvertidas de von Braun. El programa V-2, en el que se depositaban grandes esperanzas para cambiar el curso de la guerra, se construyó utilizando mano de obra esclava proveniente de campos de concentración. Las condiciones inhumanas a las que fueron sometidos miles de prisioneros que trabajaban en la producción de estos cohetes han dejado una mancha imborrable en la historia del programa.
Von Braun afirmó en repetidas ocasiones que su único interés era el avance de la ciencia espacial, y que no compartía los objetivos militares del régimen nazi. Sin embargo, su proximidad con altos mandos nazis, así como su participación en el desarrollo de armamento destructivo, ha generado un debate ético en torno a su figura. ¿Podía von Braun realmente separar su trabajo científico de las consecuencias morales y humanas de su aplicación? Es una pregunta que persiste al evaluar su carrera en el contexto de la guerra.
El final de la guerra y la Operación Paperclip
Con el avance de las tropas aliadas en 1945, von Braun y su equipo, conscientes de que el régimen nazi estaba cerca de la derrota, buscaron ser capturados por las fuerzas estadounidenses en lugar de caer en manos soviéticas. Sabían que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética valoraban enormemente el conocimiento adquirido en Peenemünde, y que podrían beneficiarse de un “nuevo comienzo” en el otro lado del Atlántico.
Así, en mayo de 1945, von Braun y más de 160 de sus colaboradores se rindieron a las fuerzas estadounidenses. Este evento marcó el inicio de la Operación Paperclip, un esfuerzo secreto del gobierno de Estados Unidos para reclutar a científicos alemanes, incluidos aquellos que habían trabajado en proyectos nazis. A través de este programa, von Braun fue llevado a Estados Unidos junto con su equipo, donde se les ofreció inmunidad a cambio de sus conocimientos y capacidades técnicas.
De la guerra fría a la carrera espacial: von Braun en Estados Unidos
El traslado de von Braun a Estados Unidos representó un giro crucial en su carrera. Aunque su pasado nazi generaba controversia, las habilidades del ingeniero alemán eran indiscutibles, y rápidamente se convirtió en una figura clave dentro de los programas de investigación militar y espacial estadounidenses.
Durante sus primeros años en Estados Unidos, von Braun trabajó para el ejército en la creación de misiles balísticos, incluidos los Redstone, que fueron una evolución directa de la tecnología V-2. Sin embargo, su interés seguía centrado en los vuelos espaciales. Finalmente, su oportunidad llegó cuando la Unión Soviética lanzó el Sputnik en 1957, dando inicio a la carrera espacial.
Este hito encendió una competencia feroz entre Estados Unidos y la Unión Soviética para dominar el espacio. En este contexto, von Braun jugó un papel fundamental en el diseño del cohete Saturno V, que se utilizaría en el programa Apolo para llevar al hombre a la Luna. En 1969, cuando el Apolo 11 aterrizó en la superficie lunar, el mundo fue testigo de cómo la visión de un joven soñador alemán se hacía realidad.
El hombre que llevó a la humanidad a la Luna
El logro del Apolo 11 es innegablemente el mayor hito en la carrera de von Braun. El Saturno V, el cohete más grande y poderoso jamás construido, fue una hazaña de la ingeniería moderna. Este vehículo, diseñado bajo la dirección de von Braun, permitió que Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieran en los primeros humanos en caminar sobre la superficie de otro mundo.
El éxito del programa Apolo fue una victoria no solo para Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, sino también para la ciencia y la humanidad en su conjunto. La llegada del hombre a la Luna abrió las puertas a una nueva era de exploración espacial y consolidó a von Braun como uno de los ingenieros más importantes de la historia moderna.
Sin embargo, la figura de von Braun sigue envuelta en contradicciones. Mientras fue aclamado como un héroe en Estados Unidos por su contribución al éxito del programa Apolo, sus vínculos con el régimen nazi y su participación en la construcción de armas de destrucción masiva durante la Segunda Guerra Mundial no pueden ser ignorados. Esta dualidad plantea preguntas sobre los límites éticos de la ciencia y el precio del progreso tecnológico.
El final de una era y el legado complejo
A medida que los programas espaciales avanzaban, la carrera de von Braun comenzó a decaer. A principios de la década de 1970, la NASA empezó a enfocar sus recursos en misiones espaciales más modestas, y el interés por misiones tripuladas a otros planetas fue disminuyendo. Von Braun dejó la NASA en 1972, y pasó sus últimos años trabajando en la industria aeroespacial privada.
Murió en 1977 a los 65 años, dejando detrás una figura que sigue siendo objeto de análisis y debate. Por un lado, fue responsable de algunos de los avances más importantes en la historia de la exploración espacial; por otro, su colaboración con el régimen nazi y la utilización de mano de obra esclava ensombrecen sus logros.
Wernher von Braun ejemplifica las tensiones entre la ética y el progreso científico en el contexto del siglo XX. Su vida, marcada por una ambición desmesurada y por los compromisos forzados con el poder político, refleja las complejidades de una época en la que el avance tecnológico y las devastaciones de la guerra caminaban de la mano.
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