En el siglo II a.C., la Península Ibérica era un mosaico de culturas y pueblos diversos, cada uno con sus propias costumbres y formas de vida. Entre ellos, los lusitanos destacaban como una de las tribus más belicosas y resilientes. Situados en lo que hoy es Portugal y parte de España, los lusitanos se enfrentaron a la expansión romana con una ferocidad que quedó grabada en la historia, y su líder más emblemático fue
Viriato, un pastor convertido en guerrero que puso en jaque a las legiones romanas durante años.
Roma, en su expansión por el Mediterráneo, había fijado sus ojos en la Península Ibérica no solo por su posición estratégica, sino también por sus recursos minerales, especialmente el oro y la plata. Tras las Guerras Púnicas y la derrota de Cartago, Roma comenzó a consolidar su dominio sobre Hispania. Sin embargo, la resistencia indígena fue más dura de lo que esperaban, y en este contexto surge la figura de Viriato.
Primeros Años de Viriato
Poco se sabe con certeza sobre los primeros años de Viriato. Se cree que nació alrededor del año 180 a.C. en alguna aldea lusitana. La tradición lo describe como un pastor, alguien profundamente conectado con la tierra y la vida rural. Este origen humilde contrasta con su posterior fama como líder militar, destacando su capacidad para entender y explotar el terreno a su favor en la guerra de guerrillas.
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