Aquellos acontecimientos desencadenaron una de las pugnas más determinantes de su época, donde la astucia, la valentía y los objetivos de cada facción chocaron en las tierras de la actual Francia.
Aquellos acontecimientos desencadenaron una de las pugnas más determinantes de su época, donde la astucia, la valentía y los objetivos de cada facción chocaron en las tierras de la actual Francia.
La península itálica, liderada por una ciudad que extendía su dominio de manera creciente, se preparaba para influir en territorios alejados de su origen. Aquella potencia, a lo largo de sucesivas campañas, había convertido a numerosas regiones en provincias sometidas a sus designios, gracias a su disciplina militar y un sistema administrativo que facilitaba la integración de los nuevos territorios. En la otra orilla de los Alpes, las sociedades galas, tradicionales y diversas, no contaban con la misma estructura unificadora. Su identidad cultural compartía elementos como la lengua celta y una religiosidad con druidas, sacrificios rituales y una admiración especial por la naturaleza y los ciclos de la vida. Sin embargo, cada pueblo galo defendía sus propias costumbres, sus jefes y sus acuerdos con otros núcleos de la región.