Poco después de superar el año 1000 a.C., el mar Mediterráneo era surcado por navegantes fenicios y griegos que salían de la Edad Oscura mediante la expansión de sus artes comerciales, la cual iría acompañada de las historias, relatos y descripciones de los nuevos territorios explorados, dándonos por primera vez una panorámica general de la situación política en el Mediterráneo y de los reinos y pueblos con los que establecieron contacto.
Como ha ocurrido a lo largo de toda la historia, son los territorios más lejanos los que mejor se prestan a servir de escenario para todo tipo de relatos mitológicos o legendarios, y este será el caso de Tartessos.
Tartessos, el reino del lejano Occidente
Pero Tartessos fue también un espacio humano real que captó prontamente el interés de exploradores, comerciantes y colonos orientales. Fuentes latinas parecen situar a Tartessos en la desembocadura del Guadalquivir, como creyó Adolf Schulten a principios del siglo XX. Herodoto nos pone en perspectiva sobre las posibilidades comerciales que aquel reino ofrecía. Según el historiador, las naves griegas encontraron un reino que si bien ya comerciaba con los fenicios, aún estaba en su mayor parte inexplorado. Las relaciones diplomáticas entre jonios y tartésicos, bajo el reinado de Argantonio, fueron las propias de una alianza, dando este rey financiación para sus gastos militares a los griegos ante la amenaza persa, e incluso ofreciendo refugio si lo desearan.
Sin embargo la situación internacional estaba a punto de cambiar. Desde el siglo VI decaen las fundaciones fenicias, coincidente con el ascenso de Cartago, cuya situación en un punto estratégico en el centro del Mediterráneo favorecerá sus ansias expansionistas. En el 535 a.C. la victoria cartaginesa y etrusca sobre los griegos en Alalia rompe las comunicaciones entre el Egeo y Tartessos. A finales de este siglo se observan evidencia de incendios en algunos yacimientos de Tartessos y el abandono de una parte de los mismos.
El siglo IV va a ser una época de decadencia. El auge de Roma y Cartago, hicieron que el Tartessos dejara de ser un territorio mítico o comercial, para ser un espacio de conquista o, al menos, dominación. Durante los siglos IV y III a.C. Cartago ampliará su presencia en Hispania, y más aún tras el fin de la Primera guerra púnica, que los llevó a asegurar y extender su posición en la península ibérica militarmente. Pero aquí las fuentes ya se refieren a un suroeste peninsular ocupado por el pueblo turdetano aparentemente heredero de la antigua Tartessos.
Con la entrada de la Península Ibérica y sus pueblos en el “gran juego” de romanos y cartagineses se produce también la entrada en la historia propiamente dicha y la salida de los tiempos protohistóricos, con toda su fascinante carga de leyendas y mitos exóticos que llevan asociados aquellos pueblos históricos que, por primera vez, dejaron constancia de sus viajes al entonces aún lejano occidente.
Autor: Javier Campos Vidal para revistadehistoria.es
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Bibliografía
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LOMAS SALMONTE, F. y BLÁZQUEZ, J. Historia de España antigua. 1st ed. Madrid: Cátedra, 1981.
El cognomen Balbo de Gades - Revista de Historia
27/05/2020 @ 13:12
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