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Sir Julián Romero: El Tercio que Conquistó Inglaterra

Sir Julián Romero: El Tercio que Conquistó Inglaterra

Julián Romero (c. 1518-1577) fue uno de los capitanes más famosos de los Tercios españoles durante el siglo XVI, una figura que destacó no solo por su destreza en el campo de batalla, sino también por su habilidad para mantener la lealtad de sus hombres y su capacidad para liderar en circunstancias difíciles.

Apodado “el Cid de los Tercios”, Romero encarnaba las virtudes militares de la época: valentía, astucia y una férrea disciplina. A lo largo de su carrera, Romero no solo participó en las más duras campañas de los Tercios, sino que también se convirtió en una figura singular en la historia militar, ganándose el título honorífico de “Sir” por su papel durante la campaña en Inglaterra.

Sir Julián Romero: El Tercio que Conquistó Inglaterra

Julián Romero nació en Fuente el Fresno, en la provincia de Ciudad Real, en una familia modesta. Desde joven, el ansia de aventura lo llevó a alistarse en las filas de las milicias locales, donde rápidamente demostró tener un talento natural para la guerra. Sin embargo, su verdadera carrera comenzó cuando se unió a los Tercios en Italia. Su formación en los rigores de la guerra italiana —con asedios prolongados, combates cuerpo a cuerpo y tácticas complejas— le dieron la experiencia necesaria para destacar entre sus compañeros.

Durante este periodo, Romero sirvió en las filas del Tercio de Lombardía, una unidad de élite en la que los jóvenes soldados españoles se curtían al calor de la batalla. Aquí, participó en enfrentamientos clave, como la defensa de Milán y la batalla de Pavía (1525), que marcaron el dominio español en la región. La dureza de estas campañas forjó en Romero una férrea voluntad y una habilidad táctica que lo distinguirían más adelante.

La Campaña Inglesa y el Título de “Sir”

Uno de los episodios más singulares en la vida de Julián Romero ocurrió durante la Expedición de Enrique VIII a Escocia en 1544. En el contexto de las guerras entre Inglaterra y Escocia, que se entrelazaron con los conflictos de la Reforma Protestante y las disputas dinásticas, las tropas españolas fueron enviadas como parte de la alianza anglo-española para apoyar a las fuerzas de Enrique VIII. Romero, por aquel entonces capitán, lideró un contingente de soldados españoles que acompañaron a las tropas inglesas en sus incursiones por el norte de Inglaterra y la frontera escocesa.

El valor demostrado por Julián Romero en la toma de castillos y su pericia en el manejo de sus tropas no pasó desapercibido para los oficiales ingleses, quienes, impresionados por su habilidad, recomendaron a Enrique VIII que le concediera el título honorífico de “Sir”. Aunque la concesión de títulos a extranjeros era rara en Inglaterra, la reputación de Romero como soldado experimentado y su lealtad en una época de alianzas inestables le valieron este raro honor.

Aunque el título de “Sir” fue más un reconocimiento simbólico que una verdadera elevación nobiliaria, Julián Romero lo llevó con orgullo, usando esta distinción a lo largo de su carrera para resaltar su capacidad de liderazgo y su estatus entre los demás capitanes de los Tercios.

Carrera en Flandes: La Guerra de los Ochenta Años

Tras su experiencia en Inglaterra, Romero regresó a las filas de los Tercios, esta vez en el escenario de los Países Bajos. En la década de 1560, la rebelión de las provincias flamencas contra el dominio español dio lugar a uno de los conflictos más sangrientos y prolongados de la historia de Europa: la Guerra de los Ochenta Años. Romero fue uno de los capitanes encargados de sofocar la rebelión, y sus acciones durante la primera fase del conflicto lo convirtieron en una de las figuras más temidas y respetadas en ambos bandos.

Durante la campaña de 1568, Romero participó en la Batalla de Jemmingen, donde el ejército español, comandado por Fernando Álvarez de Toledo, el Duque de Alba, aniquiló a las fuerzas rebeldes holandesas bajo el mando de Luis de Nassau. Romero, al frente de sus arcabuceros, jugó un papel crucial en romper las líneas enemigas y asegurar la victoria. Su dureza en el combate y su habilidad para mantener la disciplina en situaciones críticas le valieron una reputación de comandante implacable.

En 1572, cuando la ciudad de Mons fue capturada por los rebeldes, Romero lideró a sus tropas en una de las ofensivas más violentas de la guerra, asaltando la ciudad y reprimiendo a los insurgentes con mano de hierro. Sin embargo, fue durante el asedio de Haarlem (1573) donde su nombre se consolidó como sinónimo de disciplina y resistencia. Durante los meses de combates, Romero mantuvo a sus tropas bajo un férreo control, a pesar de las duras condiciones del asedio y los intentos de los defensores de romper el cerco. Cuando la ciudad finalmente cayó, Romero fue uno de los primeros en entrar y restaurar el orden.

La Batalla de Mook y el Final de la Carrera

El punto culminante de la carrera de Julián Romero llegó en 1574, en la Batalla de Mook, un enfrentamiento que marcó el apogeo de la guerra en los Países Bajos. Al mando de uno de los flancos del ejército español, Romero se enfrentó a las fuerzas combinadas de los rebeldes holandeses y mercenarios alemanes liderados por Guillermo de Orange. Aunque inicialmente los españoles parecían tener la ventaja, la superioridad numérica de los enemigos y un inesperado contraataque pusieron en peligro a las tropas de Romero.

En un momento crítico, el capitán español se lanzó personalmente al combate para reforzar a sus hombres, liderando un ataque desesperado para evitar el colapso de la línea. A pesar de su valentía, las fuerzas españolas fueron superadas, y Julián Romero resultó gravemente herido. Aunque sobrevivió a la batalla, sus heridas y el desgaste de años de guerra lo forzaron a retirarse del campo de batalla poco después.

Muerte y Recuerdo de un Capitán Español

Julián Romero falleció en 1577, probablemente en Nápoles, donde había ido a recuperarse. Su vida y carrera reflejan no solo las complejidades de la guerra en el siglo XVI, sino también las duras condiciones que enfrentaban los capitanes y soldados de los Tercios. Conocido por su ferocidad y su capacidad de liderazgo, Romero dejó una profunda impresión en aquellos que lo conocieron y en los que lucharon junto a él. Su título de “Sir” sigue siendo una curiosidad histórica, pero más allá de esta distinción, Julián Romero es recordado como un verdadero hombre de los Tercios: leal, valiente y dispuesto a llevar a sus hombres a la victoria, o a la muerte, en defensa de la Monarquía Hispánica.

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