Robert Oppenheimer: el padre de la Bomba Atómica

Al irrumpir el alba del 16 de julio de 1945, en un remoto paraje del desierto de Nuevo México conocido como “Trinity”, la humanidad entró a una nueva era: la era nuclear. El resplandor de esa explosión deslumbró la oscuridad del amanecer y se convirtió en un testimonio del triunfo y la tragedia del ingenio humano.

La figura detrás de este monumental evento fue un físico de aspecto frágil y mirada penetrante, cuyo nombre pasaría a ser sinónimo de la carrera armamentista nuclear: Robert Oppenheimer.

Robert Oppenheimer: el padre de la Bomba Atómica

Robert Oppenheimer nació el 22 de abril de 1904 en Nueva York, Estados Unidos. Sus padres eran inmigrantes alemanes judíos que se habían asentado en la ciudad. Su padre, Julius Oppenheimer, era un acaudalado importador de textiles, y su madre, Ella Friedman, era una talentosa artista. La familia vivía en un apartamento espacioso en la calle Riverside Drive, en el Upper West Side de Manhattan.

Desde muy temprana edad, Robert mostró una aguda inteligencia y una sed insaciable de conocimientos. Alentado por su padre, desarrolló un amor por la literatura, la poesía y la filosofía. Leía vorazmente, desde las obras clásicas hasta las teorías científicas más recientes, y demostró una habilidad notable para entender y explicar conceptos complejos.

Robert asistió a la Ethical Culture School de Nueva York, una institución progresista donde se fomentaba el pensamiento independiente. Aquí, se destacó por su inteligencia excepcional, sobre todo en las ciencias y las matemáticas. Pero también era un estudiante versátil con intereses en varias áreas, y se destacaba tanto en humanidades como en ciencias.

Después de graduarse de la secundaria, Robert ingresó a la Universidad de Harvard en 1922, a la edad de 18 años. En la universidad, inicialmente se inclinó hacia la química, pero finalmente se sintió atraído por la física, una disciplina que en esa época estaba pasando por una revolución con la aparición de la teoría cuántica.

Graduado summa cum laude en química en solo tres años, su brillantez académica le valió una beca para estudiar en el extranjero. Estudió en la Universidad de Cambridge, donde trabajó bajo la dirección del famoso físico experimental J.J. Thomson, pero finalmente decidió que prefería la física teórica a la experimental.

Más tarde, se trasladó a la Universidad de Gotinga, en Alemania, para estudiar con Max Born, uno de los padres de la mecánica cuántica. Fue durante este tiempo en Europa donde Oppenheimer se convirtió en un físico teórico destacado, contribuyendo al desarrollo de la teoría cuántica y la teoría de la relatividad.

Además de la física, Oppenheimer también tenía un profundo interés en la filosofía oriental, en particular la filosofía hindú, y aprendió sánscrito para poder leer los textos originales. Este interés le acompañó durante toda su vida y, en cierta manera, influyó en su perspectiva sobre la vida y su trabajo en la ciencia.

El Proyecto Manhattan

El brillante Oppenheimer, que había mostrado un gran interés por la física teórica, se encontró frente a frente con uno de los mayores desafíos de su vida profesional cuando en 1942 se le invitó a participar en el Proyecto Manhattan. Este proyecto, patrocinado por el gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, tenía el objetivo de desarrollar una bomba atómica antes que la Alemania Nazi, que se creía estaba en la misma carrera.

La elección de Oppenheimer como director científico del Proyecto Manhattan puede parecer sorprendente hoy en día, dado que no tenía experiencia en proyectos a gran escala, ni tampoco en investigación experimental. Sin embargo, su talento innato para la física, unido a su capacidad para inspirar y liderar a un equipo de científicos tan destacados como él mismo, lo hicieron la opción ideal para la tarea.

En 1942, Oppenheimer fue convocado por el físico experimental Robert Serber para unirse al proyecto ultrasecreto que se estaba desarrollando bajo el amparo del Gobierno de los Estados Unidos. El entonces General Leslie R. Groves, director del Proyecto Manhattan, eligió a Oppenheimer para ser el director científico del proyecto a pesar de que Oppenheimer no era, por aquel entonces, una figura reconocida en la física experimental, ni había dirigido previamente grandes proyectos de investigación. Sin embargo, Groves quedó impresionado por el conocimiento que Oppenheimer tenía sobre prácticamente todos los aspectos de la física nuclear y su capacidad para integrar diversas ramas de la ciencia hacia un objetivo común.

Oppenheimer estableció el laboratorio secreto en Los Álamos, Nuevo México, que se convertiría en el núcleo central del Proyecto Manhattan. Se ganó el respeto de un equipo de físicos de talla mundial, a pesar de las presiones extremas y los problemas de seguridad y logística inherentes al proyecto. Oppenheimer logró un equilibrio delicado, actuando como mediador entre los científicos y los militares y manteniendo el foco del equipo en el objetivo de producir una bomba atómica funcional.

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