Ra, el dios del sol. El origen del culto solar en el Antiguo Egipto
Está claro que desde un principio los egipcios sintieron una inclinación hacia el sol y su divinidad, que como se ha dicho, resulta de las propias condiciones naturales del país. Cobrará tal importancia que acabará convertida en la divinidad suprema y creadora, formando el núcleo básico de la mitología donde se establece una relación paternal entre el dios sol, Ra, y su hijo sobre la tierra, encarnado en la figura del faraón en Egipto. Esto nos lleva a preguntarnos sobre el origen de esta predilección hacia el sol.
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Nabta playa se trata de uno de los asentamientos neolíticos más antiguos, cuya evidencia así mismo más antigua la encontramos con la domesticación del vox primigenius africanus en torno al 9.000 a.C. Estos animales aparecían enterrados en fosas, lo que indica una posible existencia de un culto al ganado vacuno. Sin embargo, hay que destacar, en especial, el crómlech erigido y orientado a los puntos cardinales y al solsticio de verano. Es posible que incluso las piedras del centro pudieran estar conectadas con la posición de ciertas estrellas como las tres del Cinturón de Orión. Aun así, sea cual sea el significado, parece claro que está conectado con el culto solar, así como con las creencias más antiguas de los egipcios relacionadas con el más allá y las estrellas imperecederas-
La divinidad solar, por tanto, se alzó como la primordial. Cobró tal importancia que los egipcios le dieron numerosos nombres y formas diferentes, que serán tratadas en el apartado posterior. En cualquier caso, para los egipcios, el sol, como divinidad creadora suprema, surgió de la nada. Esto tiene que ver con un acto de autocreación, es decir, de creación de sí mismo, que era expresado a través de la palabra Kheper.
Para comprender la importancia que tendría el dios solar se hace inevitable pasar por una de las composiciones religiosas más destacadas del Antiguo Egipto, que es la Letanía de Ra. Esta composición explica el aspecto creador y su relación con Ra. Está formada por 74 figuras que representan las formas (Kheperu) del dios sol, Ra, junto con 75 invocaciones o aclamaciones de Ra. Esta composición trata de explicar que la creación surgió a raíz del dios sol, Atum, el “Todo”, separándose del tiempo en un mundo donde Ra, el “sol”, era la figura principal. Las diferencias entre las figuras las encontramos por un parte en la propia representación de la cabeza, o por otra parte en las diferencias entre los nombres. En algunas ocasiones vemos nombres que hacen referencia directa a otros dioses, así, por ejemplo, una de las formas de Ra tendría el nombre de Horus. La conclusión que sacamos de esto, es que nos trata de indicar que toda la creación por tanto parte de un mismo dios, Ra, así como también sus creaciones siguen manteniendo el propio componente divino.
El culto al sol se centró en la ciudad de Iunu, conocida por los griegos como Heliópolis. Allí encontramos el sistema cosmogónico más acabado, en el cual, en un principio, existiría lo que los egipcios denominaban las “aguas primordiales”, en un universo oscuro donde se sitúa el dios primigenio Atum, el demiurgo. A través de un acto de autocreación, se eleva sobre este océano oscuro apareciendo como una fuente de luz, el sol. Es entonces cuando se asocia con Ra, pero también con Khepri, que encarna al sol naciente, o con el propio disco solar (Atón).
El acto que inicia el proceso creador sucede en Heliópolis, cuyos protagonistas serían esencialmente Atum y Ra. Ambas divinidades estarían relacionadas, y para los egipcios Atum sería como la divinidad que inicia el proceso pero que se mantiene inmóvil, mientras que Ra aparece de forma activa y completa el proceso creador.Sin embargo, aparece un problema, y es la falta de una pareja femenina con la que iniciar la cadena de reproducción. Por ello recurren al estornudo, del cual aparece la siguiente generación de dioses, Shu y Tefnut, como el aire y la humedad. De la unión de esta pareja aparecería la siguiente generación: Geb y Nut, como la tierra y el cielo, respectivamente. Según los mitos, quedarían separados por Shu, el aire. Finalmente se lograrían unir para dar paso a Osiris, Isis, Seth y Neftis.
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Autor: Pedro Camacho Villar, graduado en Geografía e Historia para revistadehistoria.es
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Bibliografía
BROPHY, T. G., & ROSEN, P.A. (2005). Satellite imagery measures of the astronomically aligned megaliths at nabta playa. Mediterranean Archaeology and Archaeometry, Vol. 5, No 1, pp. 15-24.
KEMP, B.J. (1992), El antiguo Egipto: Anatomía de una civilización. Crítica, Barcelona.
QUIRKE, S. (2001), Ra, el dios del sol. Oberon, Madrid
SANMARTÍN, J., & SERRANO, J. M. (1998). Historia antigua del próximo oriente: Mesopotamia y Egipto. Akal, Madrid.
Parte Foto de Portada:
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