En el sur del Peloponeso, enclavada entre imponentes montañas y extensas llanuras, se encontraba Esparta, una de las ciudades-estado más legendarias de la antigua Grecia.
A lo largo de los siglos, Esparta se forjó una reputación de poderío y disciplina, convirtiéndose en sinónimo de fuerza militar y rigor inquebrantable.
En contraste con la resplandeciente Atenas, donde florecían la filosofía, las artes y la democracia, Esparta encarnaba una visión diferente del mundo griego, marcada por la austeridad, la obediencia y una devoción absoluta al Estado…
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