Hermann Göring fue un hombre de contrastes. Por un lado, fue un apasionado de la aviación, un héroe de guerra condecorado y un líder carismático. Por otro lado, fue un político despiadado, un instigador de la violencia y la persecución, y un ladrón de obras de arte. Su papel como fundador de la Gestapo, comandante en jefe de la Luftwaffe y sucesor designado de Hitler, lo colocan en el epicentro del poder nazi y, por ende, de algunos de los episodios más oscuros de la historia contemporánea.
Si eres Suscriptor Premium, léelo aquí