Miguel III, conocido como “el Borracho”, reinó sobre el Imperio Bizantino desde el 842 hasta su asesinato en 867. Su época estuvo marcada por conflictos internos, reformas religiosas y la consolidación del poder militar.
Miguel III ascendió al trono a la temprana edad de dos años, tras la muerte de su padre, Teófilo. Durante su minorÃa de edad, el imperio fue gobernado por un consejo de regencia encabezado por su madre, Teodora, y su tÃo, el caudillo militar Bardas.
Miguel III: Del Auge al Declive de Bizancio
El Imperio Bizantino en el siglo IX enfrentaba múltiples desafÃos. Desde el este, los árabes continuaban su avance, mientras que los búlgaros y otros pueblos eslavos amenazaban desde el norte. Internamente, el conflicto iconoclasta habÃa debilitado la cohesión del imperio, dividiendo a la sociedad entre iconoclastas e iconódulos. El reinado de Miguel III serÃa testigo del final de esta disputa, que habÃa comenzado casi un siglo antes y que no solo habÃa afectado la vida religiosa, sino también la polÃtica y la cultura del imperio.
La Regencia de Teodora
Durante los primeros años del reinado de Miguel III, su madre Teodora actuó como regente. Teodora, una ferviente iconódula, jugó un papel crucial en la restauración de la veneración de los iconos, lo que culminó en el Segundo Concilio de Nicea en 843, donde se reafirmó la posición ortodoxa sobre el culto a las imágenes. Este acto fue visto como una victoria decisiva para la ortodoxia bizantina y contribuyó a estabilizar el imperio tras años de conflictos religiosos.
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