Cuando Ludovico Manin se hizo cargo de Venecia, el progresivo desplazamiento del comercio marítimo mundial hacia el mar atlántico había acelerado muchísimo el hasta entonces lento pero contínuo declive de la Serenísima República, hasta el punto que la flota mercante veneciana era de apenas 309 embarcaciones, casi la décima parte de la existente cinco siglos antes.
La Serenísima República de Venecia nació como ciudad-estado en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático, y existió como tal desde e siglo IX hasta 1797. También recibe el nombre de Serenissima Repubblica di San Marco, pues San Marcos es su santo patrono.
Ludovico Manin, primeros años de vida
Hizo su “Cursus Honorum” desempeñando puestos en la burocracia estatal veneciana, primero como gobernador de Vicenza y luego de Verona y de Brescia. Ya en 1764 fue designado procurador y se las ingenió para que cinco años después quedar exento de desempeñar nuevos cargos administrativos, alegando mala salud.
En 1787 fue elegido para escoltar en territorio veneciano a un ilustre visitante, el papa Pío VII, que lo recompensó por ello.
Ludovico Manin, vida pública
La riqueza de Ludovico Manin destacaba muchísimo entre la de sus compatriotas, más aún en una época cuando la decadencia política y económica de Venecia había causado el acelerado empobrecimiento del Estado a lo largo del siglo XVIII, así como la extinción del antiguo poderío veneciano en el Mediterráneo.
Pocos meses después de asumir Manin el cargo de dux, estalló la Revolución Francesa, ante la cual Manin, como aristócrata que era (nuevo o viejo, un aristócrata es un aristócrata…) mantuvo una actitud de oposición firme, pero sin involucrar a la ya débil República de Venecia en las campañas militares de los estados más poderosos contra Francia.
Cuando tropas francesas invadieron Italia en 1795, varios pequeños estados italianos formaron una coalición bajo patrocinio francés, pero sólo las repúblicas de Génova y Venecia rehusaron adherirse a ella. Conforme a la Paz de Leoben del 17 de abril de 1797, Francia y Austria habían acordado cesar hostilidades, pero también habían pactado secretamente repartirse el norte de Italia en zonas de influencia, en virtud de dicho pacto la República de Venecia, junto con Dalmacia e Istria, quedarían bajo dominio austriaco.
El día 25 de abril, barcos de guerra franceses entraban en el Lido de Venecia y un buque invasor era hundido por la artillería costera veneciana, pero las naves francesas lograron destruir el poder naval veneciano, formado por apenas 11 naves de guerra.
A fines de abril empezó la invasión francesa de territorio veneciano, la cual casi no encontró resistencia, mientras el gobierno de la República de Venecia recibía un ultimátum para rendirse, el cual fue rechazado.
A inicios de mayo las tropas francesas dirigidas por el general Junot ya controlaban casi todo el territorio veneciano en la Península Itálica, restando conquistar sólo la capital. Casi sin fuerzas para resistir seriamente a un enemigo mucho más numeroso y mejor armado, el dux Manin decidió capitular el 12 de mayo, de acuerdo con el Consejo de los Diez y el Maggior Consiglio, para evitar una matanza inútil.
La auténtica razón de la capitulación, fue que la aristocracia Veneciana, temía que los franceses les confiscasen sus posesiones. El pueblo, por contra, deseaba luchar y mantener vivo el espíritu de la Serenísima República de Venecia.