La relación del juego con la Corte francesa se remonta varios siglos atrás. Diversos tipos de juegos y pasatiempos, especialmente los de naipes, han tenido una influencia relativamente destacada en la política y la cultura francesas.
Los juegos en la Corte de Francia
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Un ejemplo de ello fue el piquet, conocido anteriormente como el cent, un juego que se originó en Francia en el siglo XV y que fue considerado como el mejor juego de cartas para dos personas. Se trata de una modalidad compleja para la que se utiliza la baraja francesa reducida de 32 naipes y según se dice era una de las pasiones del rey Carlos VII.
Pero si hubo un momento de la historia francesa donde el juego cobró un papel protagonista en Versalles fue durante el reinado de Luis XIV. Si bien el monarca conocido como Le Roi Soleil (El Rey Sol) que había heredado el trono con tan solo 5 años a la muerte de Luis XIII nunca fue un gran aficionado a este tipo de ocio, el cardenal Mazarino que gobernó Francia bajo la regencia de Ana de Austria debido a la corta edad del rey, siempre había sido un amante del juego y transmitió su pasión a la madre del joven soberano.
Posteriormente Luis XIV se desposaría con la infanta española María Teresa de Austria que nunca se integró plenamente a las obligaciones de la Corte, en parte propiciado por su poco dominio del idioma francés, pero que sí se convirtió en la anfitriona del juego en palacio, dejando a su muerte una deuda de 100.000 coronas que el monarca tuvo que pagar, situación que a la postre se repetiría también con su hijo y su nieto.
Poco después y tras varios escarceos amorosos, Luis XIV vivió un idilio de 10 años con la marquesa de Montespan con la que tuvo 4 hijos bastardos y por la que también tendría que realizar pagos de grandes fortunas, ya que era otra mala jugadora que habitualmente se veía envuelta en deudas de diferentes enfrentamientos.
Fue durante esa época que el juego se fue imponiendo en todas las embajadas y locales de París. Tal fue la popularidad que tuvo esta actividad en la Corte durante el reinado de Luis XIV que incluso en la actualidad existe un juego de cartas llamado Versailles con todos los personajes de estas tramas.
La Francia más poderosa nunca se desligó de su pasión por el juego y años más tarde otra figura histórica como Napoleón se mostraba como un enamorado del ajedrez, algo que en cierto modo era lógico tratándose de uno de los más grandes estrategas en las contiendas, sin embargo parece ser que su habilidad en el tablero no era tanta como en el campo de batalla.
Era tal la pasión del militar francés por este juego que en una ocasión incluso viajó a Viena a enfrentarse con un famoso autómata de la época conocido como “El Turco” que había sido creado por un científico eslovaco llamado Wolfwang Von Kempelen. La fama que precedía a esta máquina (incluso Edgar Allan Poe escribió sobre el automata en “El jugador de ajedrez de Maelzel”) había llegado a oídos de Napoleón que no pudo resistirse a la tentación de medirse con ella perdiendo en sus tres enfrentamientos, algo que también les ocurrió a otras figuras como Federico II de Prusia, Catalina II y el duque ruso Pavel. Aunque su inventor afirmaba que funcionaba con campos magnéticos, la mayoría de conocedores dicen que se trataba de un buen jugador de la época de nombre Johann Allgaier, que se mantenía escondido dentro de la máquina mientras iba realizando los movimientos de la partida. Sea como fuere aquello estuvo a punto de costarle muy caro al emperador francés, ya que sus enemigos le habían preparado una trampa para su captura que finalmente no tuvo éxito.
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