“la más perdida que hay en toda la república cristiana, ni aun bárbara”.
La razón de esta mala vida se debía a que eran “gente sin ley”, que vivían
“llenos de vicios, sin ningún género de recato, con gran escándalo de estos reinos y de los naturales de ellos”.
“que los moriscos y gitanos se repartan por vecindades en el reino, y no traten sino solo en labrar y criar, y servir a labradores y criadores”.
Temerosos de que el “gitanismo” contagiara al resto de la población, pidieron
“poner remedio en un daño tan grande”, y así conseguir “disipar y deshacer de raíz este nombre de gitanos y que no haya memoria de este género de gente”.
El proyecto de “exterminio” gitano
El “exterminio” biológico propuesto consistía en la separación física de ambos sexos y la aculturación de los más pequeños. Para justificarlo, hicieron una exposición plagada de prejuicios peyorativos, acusándolos de ser “gente sin ley”, que vivía “llenos de vicios”. No llegándose a un acuerdo, el proyecto se desechó y se optó por continuar con la política represiva basada en la fijación de las familias gitanas a un domicilio conocido bajo un estricto control de sus personas, costumbres y caballerías.
El temor de que esta forma de vida acabara siendo adoptada por el resto de la población se mantuvo presente en la legislación represiva que siguió, en la que se pretendió perfeccionar el sistema de avecindamiento forzoso en localidades, de las que no debían salir sin licencia. Sin embargo, las medidas basadas en el “exterminio” biológico y la expulsión a tierras americanas no se habían olvidado, y en 1610, el rey encargó en Aranda del Duero su expulsión, encargando su ejecución al marqués de Salvatierra. Afortunadamente, todo quedó en aguas de borrajas una vez se comprobaron las graves consecuencias derivadas de la medida realizada en el caso morisco.
Sin olvidarse completamente la amenaza de la expulsión y el “exterminio” biológico, se volvió nuevamente al asentamiento forzoso en vecindarios cerrados para ocuparlos exclusivamente en la labranza. Una política criticada abiertamente por muchos arbitristas, representantes en Cortes y camaristas del Consejo de Castilla, al exigir medidas más contundentes, algo que lograron en 1749, cuando efectuada una redada para extrañar del reino a los gitanos, acabó desechándose otra vez al tenerse en cuenta diferentes aspectos de carácter poblacional y de seguridad, con lo que acabó transformándose en un proyecto de “exterminio” biológico a través de la separación física de hombres y mujeres. Encomendada la tarea de señalar los destinos de ambos sexos, el marqués de la Ensenada aprovechó la mano de obra gratuita de los varones mayores de siete años, para hacer frente a su programa de reconstrucción de la Armada Naval. Un cautiverio, cuyo punto final llegó demasiado tarde en 1765. La desconfianza entre ambas comunidades era ya completa.
Autor: Manuel Martínez Martínez para revistadehistoria.es
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BIBLIOGRAFÍA
Actas de las Cortes de Castilla, publicadas por acuerdo del Congreso de los Diputados, Tomos XIII (pp. 220 y 225), XIV (p. 598) y XVI (p. 137), Madrid: Rivadeneyra, 1887 [http://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=22746]
ECHEVARRÍA BACIGALUPE, Miguel Ángel. Las últimas cortes del reinado de Felipe II (1592-1598), Bilbao: estudios de Deusto, 1983.
JAGO, Charles. “Crisis sociales y oposición política. Cortes y Monarquía durante el reinado de Felipe II”, en Las Cortes de Castilla y León en la Edad Moderna: actas de la segunda etapa del Congreso Científico sobre la historia de las Cortes de castilla y León, Salamanca, 1989, pp. 315-340.
MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Manuel. “los gitanos en el reinado de Felipe II. El fracaso de una integración (1556-1598)”, en Chronica Nova. Revista de Historia Moderna de la Universidad de Granada, 30, 2004, pp. 401-430.
- Los gitanos y las gitanas de España a mediados del siglo XVII. El fracaso de proyecto de “exterminio” (1748-1765), Almería: Universidad de Almería, 2014.
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