En el año 195 a.C., los tribunos Marco Fundanio y Lucio Valerio propusieron la derogación de la lex Oppia, que limitaba el uso de los artículos de lujo, afectando especialmente a las mujeres de la élite romana.
El asunto fue debatido en el Senado y se vivieron acaloradas discusiones sobre si derogar o mantener la ley.
Lex Oppia contra la exhibición de riquezas
La lex Oppia tenía varios objetivos. Por un lado, obligaba a todos los ciudadanos a ceñirse a la misma austeridad a la que se encontraba sometido el Estado romano y la gran mayoría de la población. Por otro lado, permitía confiscar los bienes de aquellos que incumpliesen la norma, llenando así las arcas estatales, vacías por los esfuerzos bélicos. Finalmente, servía para evitar que la masa poblacional de las capas inferiores de la sociedad, la más afectada por la guerra, no se sintiese insultada al ver cómo, mientras el hambre y la pobreza les acuciaban, los aristócratas se paseaban por las calles de Roma en lujosos carros y llenos de joyas.
No existen noticias de que en el momento de su promulgación la ley suscitara quejas por parte de las afectadas, las mujeres de la aristocracia cuya fortuna fuera la suficiente como para poder exhibir la mencionada cantidad de oro; ni siquiera a pesar de que sus iguales masculinos sí pudieran seguir paseándose en carro. Además, se tiene constancia de que las romanas más eminentes habían realizado ya donaciones al Estado para poder sufragar los gastos inherentes a la guerra.
Lex Oppia, el debate en el Senado por la derogación de la ley: los tribunos de la plebe contra Catón
Para el año 195 a.C. la situación había cambiado por completo. Tras derrotar a los cartagineses, los generales victoriosos habían regresado a sus hogares con las manos repletas de riquezas, una bonanza que también llenó las arcas del Estado y que repercutió de forma general en toda la población romana. Así, los tribunos de la plebe Marco Fundanio y Lucio Valerio decidieron solicitar la derogación de la lex Oppia; no tenía sentido prohibir que una población enriquecida exhibiera el botín obtenido en la guerra.
Lex Oppia, las protestas femeninas: ¿mujeres que exigen la restauración de sus derechos o despilfarradoras envidiosas?
Decenas de mujeres romanas, algunas llegadas desde el entorno rural de Roma, tomaron las calles para exigir a los senadores que la ley fuera derogada. Se agruparon delante de las casas de los dos Bruto e impidieron que éstos salieran hacia el foro para interponer su veto. El asunto escandalizó tanto a los romanos que fue discutido en el Senado. Dos son los discursos que más destacan en este debate, llegados hasta nosotros gracias a Tito Livio: el de Marco Porcio Catón y el de Lucio Valerio.
Catón se encontraba escandalizado con la situación. Habla de un tumulto mujeril y reprocha al resto de senadores que no sean capaces de contener a sus esposas dentro de los muros de sus casas, ya que, si las mujeres salen a la calle y se inmiscuyen en los asuntos masculinos, los hombres acabarán perdiendo su libertad, señalando que “desde el momento mismo en que comiencen a ser iguales, serán superiores” (Liv. XXXIV). Catón ataca la virtud de las mujeres que piden la derogación de la ley, y señala además que éstas no se manifiestan por recuperar un derecho que creen suyo, sino porque son tan vanidosas que no pueden soportar que las mujeres de las clases inferiores vistan igual que ellas.
A Catón le responde Lucio Valerio defendiendo el derecho de las mujeres de los generales victoriosos a exhibir las riquezas que éstos habían obtenido, ya que era la única forma que poseían las mujeres de mostrar su estatus. Si no podían obtener beneficio político ni bélico de la victoria en la guerra, se merecían al menos compartir el botín y mostrar en público el orgullo que sentían hacia sus parientes masculinos. Ya que habían sufrido también los horrores de la guerra, que compartieran al menos parte de las alegrías de la victoria.
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