Las Termas de Diocleciano se comenzaron a construir en el año 298 d.C. siguiendo el patrón de las de Caracalla y cuando la obra finalizó en 305 d.C., podían dar cabida a nada menos que 3.000 personas, ocupando una superficie de 13 hectáreas.
La estructura de las termas se construyó en ladrillo, revistiendo el interior con mármol y el exterior con estuco, moentras que el pavimento fue ricamente ornamentado con mosaicos y estatuas. Orientadas inteligentemente hacia el sudoeste, aprovechaban al máximo la luz solar para su “caldarium”, sin calentar el “frigidarium” y además disponían de gimnasio y biblioteca.
Estaban rodeadas de un gran muro que cerraba su perímetro, en el interior del cual había jardines y espacios porticados, y se baraja que las dimensiones del edificio termal propiamente dicho, eran de unos 250 por 180 metros y se especula que disponía de una gran piscina central o “natatio” de 4.000 metros cuadrados.
Para la construcción de las las Termas de Diocleciano se usó mano de obra esclava, concretamente cristianos condenados a trabajos forzados procedentes de la denominada “Persecución de Diocleciano“, miles de los cuales murieron durante el transcurso de la obra. Ya en el siglo XVI, el Papa Pío IV mandó construir en sus terrenos a Miguel Ángel una iglesia llamada Santa María de los Ángeles y los Mártires.
Las Termas de Diocleciano continuaron funcionando hasta una fecha tan tardía como el 537, en que se hubieron de cerrar ya que los godos cortaron el suministro de agua que la surtía desde el acueducto Marcia.
Además de la iglesia antes mencionada, en los terrenos de las Termas de Diocleciano se construyó la Iglesia de “San Bernardo alle Terme” y una parte del Museo Nacional Romano, lo que ha permitido que se conserve una pequeña parte de las mismas.
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