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Las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria de la Península Ibérica

Las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria de la Península Ibérica se usaron ampliamente dado que en la naturaleza existen plantas que poseen propiedades psicoactivas cuyo consumo directo produce la modificación de la conducta del individuo que las ingiere al provocar una gran actividad eléctrica en el hipocampo.

Dichas especies se desarrollan de manera silvestre en nuestros parajes, por lo que no es extraño pensar que nuestros más remotos antepasados se sirviesen de ellas y conocieran sus propiedades. De hecho, pueblos primitivos actuales utilizan este tipo de psicotrópicos en su vida diaria, como ocurre con la ayahuasca en la zona del Amazonas o el peyote en México. Pero, ¿desde cuándo se conocen tales plantas y sus efectos?

El uso de plantas de carácter psicotrópico es conocido por las fuentes clásicas en el ámbito europeo, como se refleja en numerosos papiros egipcios o en la propia Odisea de Homero. Pese a que su conocimiento en las sociedades europeas es muy amplio, los vestigios que de dichos agentes psicotrópicos hay en la Península Ibérica son más limitados, pudiendo destacar poco más de una veintena de yacimientos prehistóricos que poseen indicios de su uso.

Las plantas aparecidas en estos yacimientos son la adormidera (Papaver somniferum/setigerum), el cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea), y el cáñamo (Canabis sativa L). Aunque no se reflejan en este artículo, también se incluyen otras plantas como la belladona o la mandrágora.

Las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria: La adormidera (Papaver somniferum/setigerum)

El uso y cultivo de la amapola del opio (Papaver somniferum) ya era conocido en el mundo clásico para tratar numerosas dolencias gracias a sus propiedades opiáceas, aunque su uso no fue solo curativo en la Antigüedad; por ejemplo, el padre del pretor Publio Licinio Cecina recurrió a esta sustancia para quitarse la vida.

En la prehistoria de la Península Ibérica la evidencia más antigua del uso de esta planta data del Paleolítico Superior. El descubrimiento se realizó en la cueva de El Juyo (Igollo de Camargo, Cantabria), donde se encontraron semillas quemadas de adormidera. Si bien en este caso no es posible saber si su uso fue casual, dado el escaso referente de semillas, contamos con otras evidencias más claras.

Mapa de cuevas: El Juyo

En el Neolítico peninsular la adormidera fue empleada tanto en su faceta silvestre (P. Setigerum) como cultivada (P. somniferum). Una de las más antiguas fechas documentadas del uso de esta planta se ha obtenido del estudio de la Cueva de los Murciélagos de Zuheros en Córdoba, con una datación que se al VII milenio a.C.

Enterramiento Neolítico en la cueva de los Murciélagos

En este yacimiento se encontraron algunas cápsulas de adormidera asociadas a cereales como el trigo o la cebada. Su uso en personas se pudo documentar en la cueva de Can Tintorer (Gavà, Barcelona) donde se encontraron trazas en el esqueleto de dos varones adultos de entre 30 y 45 años que han sido fechados en torno al IV milenio a.C.

Las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria: El cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea)

El cornezuelo del centeno es un hongo parasitario de los cereales y algunas hierbas, que posee una alta toxicidad en sus alcaloides (de hecho, de él se obtiene la droga sintética LSD). Ya era consumido por los griegos, que lo usaban en el kykeon, una antigua poción que se consumía en el ámbito de los ritos mistéricos de Eleusis y uno de cuyos ingredientes debía ser este hongo.

En cuanto a la prehistoria, su consumo más antiguo está fechado en la Edad del Bronce, en contextos ligados a las creencias religiosas en el caso del ámbito europeo. Respecto al uso de las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria de la Península Ibérica se han hallado algunas evidencias relacionadas con este uso ritual de la droga.

Culto a Demeter

Una de ellas está localizada en el yacimiento de Mas Castellar (Pontos, Gerona), un santuario dedicado a Deméter y fechado en los siglos IV-II a.C. Allí, los arqueólogos descubrieron un cálculo dental que contenía cornezuelo en una mandíbula humana. Esto ha llevado a señalar que la ingesta de este estupefaciente estaría relacionada con la religiosidad de la comunidad que habitó el santuario, o bien que sería una sustancia empleada con fines lúdicos.

Las sustancias psicotrópicas en la Prehistoria: El cáñamo (Canabis sativa L)

El cáñamo era empleado en la Antigüedad tanto por sus fibras vegetales como por su uso como psicotrópico. Su uso se documenta ya desde el Neolítico en lugares de Europa como Alemania o Francia.

Una de las fuentes más antiguas que nos habla de su uso como estupefaciente es Heródoto (s. V a.C.), quien en el recuento de uno de sus muchos viajes describe su consumo por parte de los pueblos escitas. Este testimonio se verifica en las excavaciones de tumbas escitas encontradas en Siberia, donde aparecen asociadas numerosas semillas de marihuana.

En relación a los pueblos nómadas del amplio territorio conocido en la Antigüedad como Escitia, es de destacar que algunas de las tumbas donde los arqueólogos han encontrado restos de cáñamo pertenecen a mujeres guerreras, algunas de las cuales debieron inspirar la imagen de la amazona de los griegos.

En la Península Ibérica, su conocimiento como textil se puede documentar en torno al Calcolítico, concretamente en el yacimiento del Abrigo de los Carboneros en Murcia.

Usos de las sustancias psicotrópicas

La falta de documentación escrita para el estudio de la prehistoria limita la precisión con la que los historiadores y arqueólogos podemos interpretar restos arqueológicos como los de sustancias estupefacientes. Se ha especulado mucho sobre el tema, surgiendo mucha literatura al respecto, pero aunque de momento no podamos recrear su uso original, sí podemos aventurar varias hipótesis.

Los pueblos de la prehistoria tenían un amplio conocimiento del medio por el que se movían, lo que incluía las plantas de tipo psicotrópico. Pronto se debieron dar cuenta de los efectos que provocaban algunas de ellas, tanto positivos -tratamiento del dolor-, como negativos -envenenamiento-, y se decidieron a usarlas. ¿Con qué fin? No podemos decirlo con seguridad. Su aparición en santuarios sugiere un uso religioso, el hallazgo en restos humanos uno recreativo, curativo o venenoso, y no podemos olvidar la posibilidad de que estas plantas fueran empleadas en quehaceres cotidianos -fabricación de vestidos, trenzado de cestas…-, así como en rituales culturales que posiblemente nunca lleguemos a conocer.

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