A pesar de que los antiguos romanos no conocían la televisión o el cine, tenían modos de entretenimiento que hoy en día nos pueden aparecer atrevidos. Y por qué no decirlo, también nos parecerían terroríficos. Los entretenimientos más conocidos y famosos que se ha perpetuado hasta nuestra era han sido los combates de gladiadores.
Las Naumaquias, el cine bélico de la Roma Antigua
Pero el premio al posible mayor espectáculo de la edad antigua se lo debemos a las naumaquias, cuyo significado literal se traduce como “combate naval”. Eran espectáculos más belicosos y sangrientos que las peleas de gladiadores. El artífice del primer evento de este tipo fue Julio César, allá por el 46 a.C. Julio César fue un hombre de férreos principios, que gustaba de acumular galardones y victorias.
Fue por motivo de uno de su último triunfo lo que le llevó a ordenar construir un lago artificial bañado con el agua del río Tíber. Se excavó un foso en la ribera del río, que luego se llenó con agua del Tíber mediante canales y que albergó birremes, trirremes y cuatrirremes, que eran ocupados por prisioneros galos y de otras tribus conquistadas por Roma para deleitar al público encolerizado que fue al encuentro.
De los prisioneros se sabe que unos cedieron al papel de remeros. Otros, en cambio, quedaron como guerreros (los naumachiarii). Pero todos ellos tenían algo en común: sabían que iban a morir ahogados o heridos por el hierro de sus adversarios. El objetivo de aquellas representaciones era recrear famosas batallas históricas.
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