La Mulan leonesa de Arintero

Arintero era, y es, un pequeño pueblo leonés, y el lugar donde vivió Juana, la protagonista de nuestra historia. Para algunos la vida de aventuras de la Dama de Arintero es verídica, contextualizando su biografía en el siglo XV. Pero para otros es una historia cargada de tintes de leyenda. Pasó a la historia, o a la leyenda, cuando se convirtió por necesidad en una guerrera al servicio de los reyes Isabel y Fernando para hacer frente a Alfonso V, monarca de Portugal.

Según el decreto real de los monarcas, cada familia debía de aportar voluntariamente a uno de sus miembros para la contienda. Pero en la familia de Juana no había varones, y su padre el Conde García era muy mayor para entrar en batalla. Juana, sintiendo lástima de su ya cansado padre, decidió, a pesar de que el cabeza de familia se opuso desde un principio, representar a su casa.

La Dama de Arintero

Costó convencer a su padre, pero cada argumento era rebatido astutamente por la mediana de las hermanas. Durante semanas, y después meses, Juana realizó arduos entrenamientos de espada, lanza y monta, además de acostumbrarse a llevar armadura y ejercicios propios de un soldado hasta llegar a la fatiga. Tuvo que cambiar incluso su físico, cortándose el cabello para parecer un hombre. Bajo el seudónimo de Diego Oliveros ya estaba preparada para ponerse al servicio de Isabel y Fernando.

la Dama de Arintero
la Dama de Arintero

Guiada por su yegua llegó a Zamora, concretamente al campamento de Benavente, donde se alistó en el ejército que haría frente a las tropas de Alfonso V. Los soldados llamaban al falso Diego Oliveros como caballero valiente y esforzado por su destreza en el manejo de las armas. Nunca nadie supo que fue una mujer hasta que, tras el combate de Paleagonzalo en Toro, un enemigo rasgó sus vestimentas durante una lucha mostrando a sus compañeros de armas que su identidad no era la de un hombre, si no la de una mujer, debido a que uno de sus senos quedó al descubierto.

Otras fuentes aseguran que fue descubierta mientras se daba un baño en el Duero. El Almirante de Castilla recibió la noticia y le pidió explicaciones por las que había mentido, acusándola verbalmente de mil y un cargos que podrían condenarla a la horca. Pero quien tenía la palabra para enjuiciarla era Fernando, y aun así no recibió castigo por su parte ya que, con la victoria de Toro, le concedió una serie de privilegios a ella y al pueblecillo de Arintero.

“En ese caso, señor, hay algo que me gustaría pediros. Mi tierra os sirve tan generosamente que se está quedando sin varones y tiene que enviar a sus mujeres a la guerra, no consintáis que se despueble y libradla de los azotes de la guerra. No os pido que la libréis de los justos tributos de dinero; libradla de los tributos de sangre; haced que todos sus naturales sean hijosdalgo, y ello engrandecerá el reino”. (Palabras de Juana a Fernando ante la concesión de los privilegios)

Aunque para Isabel aquello era un acto de herejía y debía de ser castigado, como así había sido enseñada bajo las leyes católicas. Con las prebendas y privilegios otorgados por Fernando, y la negativa rotunda de Isabel – la cara y la cruz – Juana regresaba  a su amado pueblo, pero antes hizo una parada en “La Candana”, donde se hospedó a una noche de su pueblo en la casa de uno de sus parientes.

la Dama de Arintero
la Dama de Arintero

Soñaba con que, al llegar al pueblo, la recibiesen con honores y vítores de júbilo, orgullosos de la hija del honorable Conde García. Ese mismo día, mientras Juana jugaba a los bolos con unos mozos de La Candana, unos malhechores de dudosa procedencia que se habían enterado de algún modo de los regalos otorgados por el monarca Fernando, quisieron arrebatarle lo que tenía. Juana luchó contra ellos , escondiendo previamente los derechos concedidos para que su tío y su primo se los entregasen al pueblo de Arintero.

No se sabe a ciencia cierta si Juana escapó, pero ahí acaba su historia. La mayoría de los que cuentan su relato dicen que murió de forma valerosa, y otros en cambio cuentan que logró escapar y casarse con un noble asturiano. Hay quien, incluso, se atreve a afirmar que detrás de su muerte estuvo una celosa Isabel, que quería cumplir de algún modo sus propias exigencias. La casa de doña Juana fue quemada durante la Guerra Civil y posteriormente reconstruida, y en el mismo pueblo se puede leer la siguiente inscripción:

“Si queréis saber quién es

este valiente guerrero,

quitad las armas y veréis

ser la Dama de Arintero.

Conoced los de Arintero

vuestra Dama tan hermosa,

pues que como caballero

fue con su rey valerosa”.

Entre las pruebas de la existencia de la Dama de Arintero, y las que no, se encuentran las investigaciones de Maximiliano González Flórez, que descubrió en uno de los archivos estudiados su partida hacia la guerra, los privilegios concedidos por Fernando  y algunos rasgos sobre su personalidad.

Otros historiadores niegan que el Conde García tuviese título alguno. En los romances Juana aparece bajo el nombre de Cristianía o Diego Ortuño, por lo que nos quedará la siguiente duda:

La Dama de Arintero

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