La embajada Keicho
El elegido para liderar esta expedición fue un veterano samurái de bajo rango, Hasekura Rokuemon Tsunenaga. Optaron por seguir la ruta de navegación del océano Pacífico por lo que la primera vez que pisaron tierra española fue en las Américas, en las ciudades de Acapulco y Veracruz, atravesaron el mar del Caribe y el océano Atlántico hasta llegar a la Península Ibérica, navegaron a través del Guadalquivir hasta Coria del Río y Sevilla. El objetivo principal de esta embajada fue de carácter comercial, la apertura de nuevas rutas comerciales entre Japón, Nueva España y Europa.
En octubre de 1614 cuando divisaron tierra desde el “San José”, nave española que transportaba desde las Américas a los embajadores japoneses, fue Sanlúcar de Barrameda el primer contacto con tierras andaluzas, después de tan largo viaje, un servidor intenta ponerse en el lugar de estos y en la indescriptible emoción que debieron sentir al llegar sanos y salvo, hacia una tierra desconocida que solo habrían conocido de oídas. El San José precisamente se detuvo en Sanlúcar ya que desde hacía varias décadas las naves de la flota de indias atracaban precisamente en Sanlúcar por las dificultades que podía presentar la navegación a través del Guadalquivir. Cuando Hasekura Tsunenaga y sus compañeros pisaron por primera vez suelo sanluqueño desconocían que lo hacía en la sede de uno de los señoríos más grandes de la época, el de Medina Sidonia y que podían recordarle vagamente al sistema de señores feudales del Japón que ellos abandonaron año y medio atrás.
Mientras la embajada Keicho visitaba los lugares emblemáticos de Sevilla, el Consejo de Indias y el Consejo del Estado se reunían en Madrid para estudiar y concertar una audiencia real con la embajada nipona. Finalmente, en acto simbólico subieron a la Giralda junto con el Arzobispo de Sevilla y más tarde se reunieron con la nobleza sevillana en el Convento Casa Grande de San Francisco antes de partir hacia Madrid.
Cuando finalmente pudo reunirse con Felipe III, les entregaron las misivas de Masamune Date, en las cuales proponía un acuerdo comercial, esta reunión dejó buenas sensaciones en Hasekura Tsunenaga quien accedió a ser bautizado por la capellanía de Sevilla como Felipe Francisco de Fachicura. Continuaron la expedición hacia Francia e Italia, pero a su regreso las buenas sensaciones que hubo al principio cambiaron, ya que habían llegado noticias al Rey desde las Filipinas. Tokugawa había expulsado a los jesuitas y prohibido el cristianismo, al que consideraba una religión “desestabilizadora”. Felipe III sabía que la expedición se realizó a espaldas del Shogun y que no hablaban en su nombre, sino en el de Masamune Date, por lo que todas las propuestas comerciales fueron rechazadas.
Cuando Tokugawa viró en sus decisiones políticas sobre la presencia de los europeos y el cristianismo dio paso a un nuevo período conocido como Sakoku que literalmente significa el “cierre del país”: todas las potencias europeas fueron expulsados de las islas a excepción de una pequeña comunidad de holandeses con los que mantenían relaciones comerciales. Sin embargo, Luis Sotelo, perseguido por Tokugawa desde 1612, regresó a Japón infiltrado en un barco chino. Fue capturado y encarcelado durante dos años, hasta que fue condenado a morir en la hoguera junto con otros religiosos.
Algunos de los nipones de la embajada Keicho maravillados por la hospitalidad sevillana decidieron establecerse en Coria, y no volver a Japón por temor a ser perseguidos por las fuerzas de Tokugawa. En cuanto a Hasekura Tsunenaga su sentido de la responsabilidad y el honor le obligó regresar, al igual que Luis Sotelo fue encarcelado y murió en prisión ese mismo año de 1622. Sin embargo, la presencia nipona en la Sevilla moderna quedó marcada hasta nuestros días por una pequeña comunidad de corianos con apellido Japón que son la reminiscencia de un grupo de embajadores que atravesaron medio mundo para derribar muros y construir puentes culturales.
Autor: Fernando Manuel Torres Lara para revistadehistoria.es
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