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La educación impartida por la Compañía de Jesús en la Nueva España, 1572 – 1767

La educación impartida por la Compañía de Jesús en la Nueva España, 1572 - 1767

Durante el siglo XVI, son tres las ordenes encargadas de evangelizar a la población de la Nueva España: Franciscanos, Dominicos y Agustinos. Sin embargo, por diversas adversidades y al saber del éxito de la Compañía de Jesús en el ámbito educativo en otras latitudes del vasto imperio español se les solicita que auxilien en las colonias americanas. La misma orden de Los Franciscanos solicitan su ayuda, la cual es reiterada por el cabildo de la Ciudad de México (Gonzalbo, 1998).

La educación impartida por la Compañía de Jesús en la Nueva España, 1572 – 1767

La primera misión de jesuitas arriba a la Nueva España en 1572 era un grupo pequeño, no más de quince frailes. Tras su llegada fundaron dos internados destinados a los jóvenes hijos de la élite: el de San Gregorio ubicado en la Ciudad de México y de San Martín en Tepotzotlán (Gonzalbo, 2010). Estos primeros colegios tenían una gran semejanza con la educación impartida en los conventos franciscanos. Posteriormente empezaron a establecer ciertas diferencias, como considerar un orden por niveles en los estudios; desarrollar un método para un aprendizaje más práctico de lecto-escritura; y dar una importancia relevante en la enseñanza de la lengua castellana. En los primeros colegios se abrieron tres tipos clases: catecismo, la cual cualquiera podría tomarla; lectura y escritura impartida a los más destacados estudiantes o recomendados; y enseñanza de canto y de diversos instrumentos musicales, clase impartida para unos pocos seleccionados (Gonzalbo, 2010).

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Posteriormente se abrió un tercer colegio, el cual era exclusivo para indios. Se ubicó en la ciudad de Puebla. La expansión jesuita fue rápida, a finales del siglo XVI existían nueve colegios. Dos seminarios para estudiantes seglares, dos internados para indígenas, tres residencias, una casa profesa y un noviciado (Gonzalbo, 1990b). Para 1767, antes de su expulsión por Carlos III de todos sus reinos, los jesuitas tenían más de veinte colegios tan sólo en la Nueva España. El establecimiento de los centros jesuitas era considerado a modo de “progreso”. Las ciudades competían por tener una escuela de la Compañía; los lugareños lo veían como signo de prestigio, al grado que les entregaban bienes e inmuebles suficientes para la construcción y el sostenimiento de los colegios (Gonzalbo, 1990a).

Por otro lado, la vida académica en los colegios jesuitas era exigente. Los varones solían ingresar entre los nueve y diez años. Posteriormente pasaban entre cinco o seis años estudiando gramática, incluido dos a tres años de estudio del griego y del latín. Más adelante, entre los doce y quince años los alumnos terminaban de estudiar humanidades y comenzaban estudios de filosofía. Este curso abarcaba tres etapas. Primero se estudiaba lógica e introducción a las ciencias; después cosmología, psicología y física; y por último metafísica y filosofía moral. Aunado a esto, se estudiaba un año a los literatos e historiadores clásicos como Cicerón, Virgilio, Horacio, Livio, César y Salustio (Gonzalbo, 1990b, 1998). Las matemáticas fueron relegadas, en palabras de Loyola se debía estudiar “con la moderación que conviene para el fin que se le pretende” (Gonzalbo, 1990b). En algunos colegios se profundizaban por dos años más en el campo de la filosofía y la teología moral. Estos estudios los realizaban jóvenes entre dieciséis y dieciocho años. Al terminarlos podían estudiar la carrera en teología, la cual duraba cuatro años más.

La educación jesuita estaba basada en el modelo que se utilizaba en la Universidad de París. Un método de enseñanza práctico. Las características más relevantes eran (Gonzalbo, 1982):

A manera de reflexión

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El fin principal de la educación jesuítica era dar una formación moral y religiosa, siempre, al servicio del Papa. Esta situación no agradó a la monarquía española, aunado a otros factores, conllevó a un cambio permanente en la política educativa. Estas transformaciones se ven reflejadas en las distintas directrices a las que la corona española quería llevar a la sociedad indiana. En una primera instancia los indios tenían una participación dentro de la iglesia, incluso podrían llegar a recibir votos sacerdotales. No obstante, las órdenes religiosas, recibieron reveses considerables como el cierre del Colegio de Tlatelolco. Convento franciscano donde una gran cantidad de indios aprendía latín, teología, retórica y gramática.

Es imperioso recalcar que a lo largo de trescientos años de domino español no se unificó un sistema educativo, sino que se modificaba según las necesidades. La visión jesuita se caracterizaba, según Wright (2005), por “una voluntad de no encerrarse en el claustro, sino lanzarse plenamente a la agitación y a las luchas de la vida como católicos”. Aunque este dinamismo no fue bien visto por todos, puesto se creó un grupo bastante amplio de críticos en su contra.

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El modelo educativo jesuita es un fenómeno sumamente discutido. Sus detractores afirman que el éxito y la singularidad de sus colegios muchas veces es exagerado, además de ser un grupo en exceso elitista. Lo que es evidente es que dicho modelo influyó por más de doscientos años en diferentes ámbitos de la sociedad, redujo la exclusión de indios dentro del estrato social (Wright, 2005). Gran parte de la metodología empleada por los jesuitas como pilar para su modelo educativo son conservados en la actualidad y en mayor medida influenciaron la creación de nuevas.

Autor: Alan Job Montellano Jiménez para revistadehistoria.es

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Bibliografía

Gonzalbo Aizpuru, P. (1982). Los colegios y la educación jesuita en el siglo XVI. Colegio de México.

Gonzalbo Aizpuru, P. (1990a).  La compañía de Jesús en México. En Historia de la Educación en la Época Colonial. El Colegio de México.

Gonzalbo Aizpuru, P. (1990b). Historia de la educación en la época colonial. La educación de los criollos y la vida urbana. El Colegio de México.

Gonzalbo Aizpuru, P. (1998). La educación popular de los jesuitas. Universidad Iberoamericana.

Gonzalbo Aizpuru, P. (2010). El virreinato y el nuevo orden. En Dorothy Tanck de Estrada (coord.), La educación en México. El Colegio de México.

Pérez Herrero, P. (2002). El modelo de sociedad de los conquistadores. En La América Colonial (1492-1763). Política y Sociedad. Ed. Síntesis.

Writght, J. (2005). Los jesuitas. Una historia de los “soldados de Dios”. Debate.

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