Los Médici fueron una familia de gran poder durante el Renacimiento italiano. Sus miembros estuvieron en los más altos niveles de influencia. Tres de ellos llegaron a ser papas. Otros fueron hombres de negocios y mecenas de arte. El origen de la familia, no obstante, es más bien humilde, y fue evolucionando hacia una superioridad ostentosa gracias a sus tejemanejes comerciales.
No obstante, el historiador estudió una carta que le escribió el duque de Urbino a uno de sus antepasados (Cicco Simonetta), que fue regente de Milán y aliado de Lorenzo. Buscó pistas hasta llegar a una conclusión final. Para él, el duque de Urbino tuvo la clave en la conspiración en el legado epistolar que dejó.
Fue el duque quien organizó el asesinato de los Médici. El Papa Sixto IV, que colocó a un nuevo arzobispo en la ciudad de Pisa que respondía al nombre de Francesco Salviati, es muy posible que le ordenase al duque de Urbino que actuase bajo sus órdenes. Aquel nombramiento fue toda una declaración de intenciones por parte del Papa, que no tuvo el consentimiento de los Médici pues debían de aprobarlo antes de que tomase cualquier decisión. Pero Sixto IV lo hizo a sus espaldas y con el apoyo de los Pazzi.
En aquella época era común que los señores de las pequeñas ciudades-estado sirvieran como mercenarios del mejor postor. Federico de Montefeltro, el posterior duque de Urbino, era uno de ellos. Se trataba de un general de prestigio, de formación militar y mecenas de arte renacentista.
Su lealtad dependía del que mejor le pagase, y su precio era muy cotizado en toda Italia. Sixto IV lo ascendió de conde a duque, además de otorgarle regalos de oro y ofrecerle el matrimonio de su sobrino favorito con la hija de Federico. Sixto IV, a cambio, solo quería que obedeciese sus peticiones.
La conspiración contra los hermanos Médici
El 26 de abril de 1478 se organizó una fiesta, a la que no debían de faltar los Médicis. No obstante, Juliano, el hermano pequeño de Lorenzo, no asistió. La cita se postergó, y se e cambió de lugar. Se eligió la misa del Duomo, donde se aseguraban los conspiradores que ambos hermanos asistieran. Giovan Battista de Montesecco fue el mercenario elegido para asesinarlos, pero a última hora decidió no cumplir su promesa de asesinato en un lugar sagrado y se retiró de la operación.
Ya en medio de la celebración, concretamente en el episodio referente a la Eucaristía y la toma de la consagración, los conspiradores desenfundaron sus dagas. Francesco dei Pazzi, que estaba presente en la misa, asestó diecinueve puñaladas a Juliano, acabando con su vida. Lorenzo, entre tanto, fue atacado por dos sacerdotes, pero logró escapar siendo herido únicamente detrás de la oreja.
La venganza de Lorenzo de Médici
Lorenzo cobró su venganza y, en palabras de Maquiavelo: