Semanas después de la gran derrota que sufrieron las tropas cristianas, integradas por lo mejor de la nobleza andaluza, en la Batalla de la Axarquía (19 de marzo de 1483) donde Muley Hacén y el Zagal[1], derrotaron entre otros, a D. Pedro Ponce de León (Duque de Cádiz), y el Maestre de la Orden de Santiago D. Alonso de Cárdenas, dejando en el campo de batalla a más de mil muertos y haciéndose con unos mil quinientos prisioneros.
La Batalla de Lucena o de Martín González
El día 20 de abril el ejército agareno establece su campamento en el pasaje conocido como Prado de los Caballos, lugar próximo a Lucena, mientras Boabdil mandaba a un pequeño contingente de su algarada dirigirse a las poblaciones de Aguilar de la Frontera, Montilla, La Rambla, Santaella y Montalbán en misión de saqueo y destrucción como venía siendo habitual en esas expediciones. El día 21 el poderoso enemigo intentó entrar en el arrabal y prender fuego a las puertas de la Villa, pero se encontró con una férrea y tenaz resistencia a cargo de los lucentinos, (según el censo de ese año no superaban las trescientas personas) acaudillados por Hernando de Argote, alcaide de la Villa y a las órdenes de D. Diego Fernando de Córdoba y Arellano, Alcaide de los Donceles y sabedores de la trágica derrota acaecida días anteriores, en el paraje de la Axarquía malagueña. Una vez rechazados los continuos ataques, D. Diego Fernández de Córdoba se prestó, inmediatamente, a dar aviso a las poblaciones vecinas del asedio al que estaba sometiendo Lucena el rey nazarí. A través de los fuegos de la cadena de atalayas que operaban en la frontera entre Castilla y el Reino de Granada, el Conde de Cabra, tío de D. Diego Fernández de Córdoba Carrillo de Albornoz, que se encontraba en la localidad de Baena, se prestó rápido en reunir a sus hombres para auxiliar a su homónimo. Alrededor de la diez de la mañana del día 21 de abril, parte con unos trescientos jinetes y mil quinientos soldados de a pie.
Después de sufrir numerosas pérdidas los musulmanes se reagruparon y Boabdil dio la orden de levantar su campamento y encaminarse para el viejo camino de Granada, dirección Loja.
Cuando el Conde llega a Lucena y se entrevista con su sobrino, deciden ambos, salir en seguimiento del ejército musulmán. Boabdil y sus gentes fueron sorprendidos y no tenían tiempo de organizarse para emprender la retirada, por lo que ordenó organizarse en orden de batalla y luchar allí mismo.
Por los detalles de lujo de su panoplia, los combatientes que le apresaron dedujeron que el prisionero se trataba de alguien importante, a lo que él contestó que era hijo del Alguacil mayor de Granada; al ruido de la reyerta acudió el Alcaide de los Donceles y ante su presencia Martín Hurtado relató lo sucedido y presentó el cautivo a su señor, quien desmontando de su caballo le puso una banda roja en el cuello – como era tradicional en los prisioneros – lo hizo montarse en una acémila y lo envió con una escolta de lanzas a las mazmorras del Castillo del Moral, de la cercana Lucena. Quince días después sería entregado al Rey Fernando II en Córdoba, por el Alcaide de los Donceles y su tío el Conde de Cabra.
Autor: Francisco Durnes Sabán . Historiador del Arte para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
[1] Muley Hacén y el Zagal (Mohamad XI y Mohamad XIII respectivamente) eran el padre y el tío del último sultán nazarí Mohamad XII, bautizado por los cristianos como Boabdil El Chico.