El Arte del Bombardeo en Picado
Un Bombardeo en Picado requiere alcanzar velocidades de hasta 550 km/h en un ángulo de 90 grados, nada fácil. El Piloto debía realizar una lista de diez tareas vitales, tras lo cual abría los frenos en picado de intradós, para colocar el avión en picado. A continuación, debía colocar manualmente el avión alineando con las líneas rojas de su visor a un ángulo a 60, 78 o 80 grados respecto al horizonte. Después debía apuntar al objetivo con la mira de las ametralladoras, mientras ajustaba el avión mediante los timones. Cuando llegaba a una altura de unos 450 metros, el piloto debía accionar un botón para la recuperación automática del avión, que debía funcionar incluso si el piloto se desmayaba.
Los pilotos instalaron sirenas en los trenes de aterrizaje, las conocidas “Trompetas de Jericó”, que aterrorizaban con su estruendo a quienes se encontraban en las cercanías de su objetivo.
Bautismo de fuego e Historial
El Junkers 87 Stuka fue probado en combate ampliamente en la Guerra Civil Española en 1936 como parte de la Legión Cóndor. Posteriormente participó prácticamente en todas las campañas alemanas, pero pronto quedó claro durante la Batalla de Inglaterra, que sin escolta de cazas, era un avión muy vulnerable a pesar de su artillero de cola. Cuando la Luftwaffe perdió por completo la superioridad aérea, se convirtió en un blanco fácil, y no fue hasta septiembre de 1944 cuando dejó de fabricarse a favor de la versión de ataque a tierra del mas moderno Focke-Wulf Fw 190.
Para entonces ya se habían fabricado 5709 unidades y paradójicamente algunos aparatos capturados siguieron volando en la posguerra en algunas fuerzas aéreas como la Checoslovaca o la Yugoslava.
Bibliografía sobre los Stukas Aquí
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