Juan de Ayolas, explorador del Río de la Plata y del Paraná

Tras las desastrosas expediciones de Juan Díaz de Solís (1515) y Sebastián Caboto (1525) al Río de la Plata, el onubense Diego García consiguió por primera vez que una expedición tuviera éxito en la zona, lo que animó al emperador Carlos I a otorgar  en 1534  una capitulación  a favor de don Pedro de Mendoza para:

«Conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que llaman de la Plata, donde estuvo Sebastián Caboto, y por allí calar y pasar la tierra hasta llegar a la mar del Sur».

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Con la escasa información obtenida hasta ese momento, las Capitulaciones conjeturaban que el Río de la Plata y  el Paraná podrían constituir una entrada al Pacífico y que aquel territorio era la entrada a la región del oro.

Al noble granadino Pedro de Mendoza se le concedían los títulos de adelantado, capitán general y justicia mayor del Río de la Plata y quedaba obligado a la conversión de los indígenas que llevaría a cabo conforme a las normas de las ordenanzas de Granada, según las cuales toda acción en las Indias debía quedar subordinada al buen trato de los indígenas y su conversión a la fe católica.

Juan de Ayolas

Nacido  en Briviesca en 1510,  lo primero que se conoce de Juan de Ayolas es su participación en los preparativos de la expedición figurando ya como mayordomo de Mendoza, gozando de un claro protagonismo desde que comenzaron los primeros trabajos para organizarla, tanto por su gran capacidad de gestión como por  el mal estado de salud del Adelantado, al cual según Fernández de Oviedo incluso se le había «aconsejado… que no se pusiese en tal viaje»; de hecho cuando en julio de 1534 se le confirmaron los títulos de la capitulación, fue autorizado para nombrar un sucesor con facultades para proseguir la empresa y poder disfrutar de los beneficios capitulados.

La expedición

En agosto de 1535 parte de Sanlúcar de Barrameda la expedición de Mendoza en la que Juan de Ayolas, además de mayordomo del adelantado, es alguacil mayor. En 11 naves viajan 1.300 personas y entre ellas destacan Rodrigo de Cepeda, hermano de Teresa de Avila, el burgalés Juan de Salazar de Espinosa (fundador de Asunción en Paraguay), el futuro y discutido gobernador Domingo Martínez de Irala y el alemán Ulrico Schmidl, cronista no oficial de la expedición que después de regresar de la misma publicó en 1557 en Frankfurt, Viaje al Río de la Plata. Esta armada será calificada por Gómara como la del

«mayor número de gentes y mayores naves que nunca pasó capitán a Indias»,

La expedición comenzó mal puesto que Pedro de Mendoza se hallaba afectado por una sífilis tan avanzada que debió ser trasladado a bordo de la nave capitana en litera, debiendo mantenerse postrado durante todo el viaje, produciéndose como consecuencia de este vacío de poder una división entre los expedicionarios decantados por dos líderes opuestos: Juan de Ayolas y el capitán Juan de Osorio. Ayolas maniobró hábilmente y consiguió que Osorio fuese juzgado y condenado a muerte por Mendoza, quedando el burgalés como único y poderoso lugarteniente del Adelantado.

La fundación de Buenos Aires

En enero de 1536 la expedición llega al Río de la Plata, y ya en febrero fundaron un asentamiento al que dieron el nombre de la patrona de los navegantes venerada en Sevilla, Puerto de Santa María del Buen Aire. Sería la primera de las diversas fundaciones de la ciudad de Buenos Aires.

Sin embargo, el lugar elegido demostró pronto no reunir las condiciones apropiadas: carecía de piedras para las construcciones, y de alimentos para los expedicionarios que además sufrían los ataques de numerosas fieras. La necesidad se hizo tan acuciante, que fue necesario enviar una nave al Brasil en busca de provisiones, y poco después despachar una expedición al interior del Río de la Plata, para que de esa forma, al tiempo que exploraban, no fuese necesario hacerse cargo de su alimentación.

Ayolas, el Paraná y la fundación Corpus Christi

En aquel momento Ayolas había participado ya en algunas expediciones a lugares próximos a Buenos Aires, pero – además de la búsqueda de alimento – fue la obsesión que  los hombres tenían por llegar a la sierra de la Plata lo que motivó expedición de Juan de Ayolas a través del río Paraná y regiones cercanas.

Ayolas fue designado por Mendoza para comandar la expedición; se embarcaron 180 hombres a bordo de tres naves y a finales de mayo y casi sin provisiones, los navíos zarparon río Paraná arriba en una navegación que se hizo muy penosa para la tripulación. Ayolas y sus hombres llegaron al río Carcarañá y siguiendo más adelante del lugar donde Caboto había fundado el fuerte de Sancti Spiritus, arribaron al territorio habitado por la tribu india de los timbües, donde fueron acogidos amistosamente y recibieron vituallas a cambio de productos españoles.

En aquel territorio, y tras de efectuar Ayolas una previa exploración del territorio, estimó adecuado fundar un asentamiento en las cercanías del río y laguna Coronda, lo cual llevó a cabo el 15 de junio por lo que se le llamó Corpus Christi, resultando esta vez acertada la elección del emplazamiento toda vez que además de la riqueza del suelo y la abundancia y variedad de cultivos, los indígenas se mostraron pacíficos y amistosos proporcionando a los españoles abundante  caza y pesca.

Tan apropiado juzgó el lugar elegido Juan de Ayolas que ordenó levantar una pequeña construcción que, sirviendo de albergue, cumpliese también fines defensivos y en ella dejó cien hombres bien abastecidos a las órdenes del tesorero Gonzalo de Alvarado, regresando él y el resto de los hombres a Buenos Aires con las naves bien provistas para remediar la pésima situación de los habitantes de esa plaza.

Desastre en Buenos Aires

Durante la ausencia de Ayolas, la situación de Buenos Aires se había tornado desastrosa. Los hombres carecían de víveres y de la posibilidad de obtenerlos por la dificultad de la caza y la peligrosidad de los indígenas;  una expedición enviada por Mendoza en busca de alimentos por el río Luján fue atacada por un grupo de guaraníes y querandíes, muriendo algunos de sus integrantes, entre otros el hermano y un sobrino del Adelantado.

Para complicar aún más la situación los indígenas iniciaron un asedio al asentamiento. Mendoza seguía enfermo postrado en cama y sus hombres resistían el cerco dentro de la empalizada, pero el hambre hacía estragos entre los sitiados hasta unos extremos que relata en su espeluznante crónica del alemán Schmidt, el cual señala que os pobladores de Buenos Aires,

“después de comer sabandijas, culebras y ratas, dieron con el cuero de las botas. Tres personas que comieron un caballo robado fueron ajusticiadas y esa misma noche otros compañeros se arrimaron a la horca y descuartizaron los cadáveres para comérselos”.

El conflicto finalizó de forma inesperada cuando el hambre hizo mella también en los sitiadores y éstos se retiraron. Cuando Mendoza – abatido por tanta adversidad – preparaba una nave para regresar a España, llegó la expedición de Ayolas en el mes de julio cargada de provisiones, consiguiendo los informes de Ayolas sobre abundancia de alimento y hospitalidad indígena que Mendoza rectificase y decidiese trasladarse a Corpus Christi al frente de una nueva expedición.

Camino de Corpus Christi

A finales de agosto y tras dejar unos 100 hombres en Buenos Aires,   Mendoza y Ayolas parten  con otros 400 río Paraná arriba. Al mes de navegación y después de haber muerto muchos españoles de hambre, los supervivientes llegaban a Corpus Christi. Sorprendentemente y a pesar de haber estado Ayolas ausente durante más de 40 días y haber autorizado a sus pobladores a abandonarla si así lo creían conveniente transcurrido dicho plazo, éstos permanecían  en ella. No obstante, para entonces los ánimos de muchos hombres estaban excitados  por las noticias sobre  ricas tierras en la sierra de la Plata, y encontrándose aún Mendoza delicado de salud decidió enviar una expedición por el río Paraguay hasta hallar los tesoros soñados confiando el mando de la misma  a  Juan de Ayolas, el cual había demostrado sobradamente sus cualidades como excenlente explorador en la navegación que realizó por el Paraná y Coronda, dando como resultado la fundación de Corpus Christi y acreditando excelentes dotes de mando y cualidades políticas para las relaciones con los indios, aspecto fundamental para el éxito de estas empresas

Parte la expedición de Ayolas a la sierra de la Plata

En poco tiempo se aprestaron una carabela y dos bergantines, a bordo de los cuales embarcaron entre tripulación y soldados unos 170 hombres, y así el 14 de octubre de 1536 partían las naves en las cuales viajaban entre otros Juan Ponce de León, el factor Carlos de Guevara, Francisco Douvrin y el secretario de Mendoza Domingo Martínez de Irala.

Aunque se desconocen las instrucciones de Mendoza recibidas por Ayolas para esta expedición, su objeto se desprende claramente de una carta de Irala de 1545:

«Don Pedro de Mendoza… embió a Juan de Ayolas… aque viese por vista de ojos donde hubiese cantidad de metal o mynas de donde se saca».

Sin embargo el plazo máximo de cuatro meses dado a Ayolas para regresar era demasiado escaso para alcanzar los objetivos perseguidos y la impaciencia de Mendoza quedo acreditada cuando  apenas transcurridos dos meses de la partida sin noticias de la expedición envió una expedición de socorro (15-1-1537) al mando de otro burgalés, Salazar de Espinosa.

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