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José de Anchieta, el español que fundó Sao Paulo y Río de Janeiro

La estrecha relación entre España y el actual territorio de Brasil – a pesar del Tratado de Tordesillas – puede afirmarse que se inició el 26 de enero de 1500 cuando la expedición de Vicente Yáñez Pinzón con cuatro naves arribó a la desembocadura del río Amazonas siendo el primer europeo en poner pie en terreno brasileño.

Sin embargo y precisamente a causa del Tratado citado, habrían de pasar 50 años hasta que otro español, el jesuita canario José de Anchieta, dejase un huella en aquellas tierras que aún permanece hoy en día.


José de Anchieta, el español que fundó Sao Paulo y Río de Janeiro

Anchieta, además de llevar a cabo una inmensa labor de evangelización y educación a favor de las comunidades étnicas, arriesgando su vida y exigiendo a su salud más de lo que podía, fundó ciudades (Sao Paulo, Río de Janeiro), templos (La Concepción, Santa Ana y San Cristóbal, en honor a su ciudad natal), hospitales (Casa de la Misericordia), casas de reposo, de asistencia para niños desvalidos y colegios.  Sistematizó la lengua tupí, de la que escribió una gramática y fue el primer médico, farmacéutico, cirujano y autor de literatura médica  del Brasil, siendo muy reconocidas sus descripciones de la disentería, la viruela,  las plantas medicinales y alimentarías y técnicas de curación indígenas. Así mismo, son muy importantes las descripciones que desarrolló sobre etnografía, clima, botánica y zoología.

José de Anchieta

José de Anchieta nació en San Cristóbal de la Laguna (Tenerife) y quizás por el parentesco de su padre con Ignacio de Loyola fue enviado al Colegio das Artes  de Coimbra de la Compañía de Jesús, donde comenzó matriculándose en el curso de Artes con Filosofía, estudiando posteriormente Cánones, Humanidades y Teología hasta cumplir con sus votos a los 19 años. Durante este tiempo padeció una afección entonces desconocida en la columna vertebral, que atacó a la espina dorsal (posiblemente una tuberculosis osteoarticular) por la que “se le desconcertaron los hombros y la espalda”, de lo cual se le quedó “por toda su vida algún torcimiento”, a pesar de lo cual no cesó en su empeño de ser enviado a misiones, lo cual se concretó cuando el rey Juan III de Portugal pide al papa Paulo III religiosos para enviar a los territorios lusos  de Oriente y Occidente. Serán elegidos los jesuitas; Francisco Javier a la India; Manuel de Nóbrega y José de Anchieta a Brasil.

Sao Paulo

El 22 de enero de 1532 Martim Afonso de Sousa fundó oficialmente el poblado de Sao Vicente en la costa paulista. Sousa construyó diversas edificaciones y luego partió dejando Sao Vicente poblada y organizada. La fundación de Sao Vicente inició el proceso de colonización del Brasil como política sistemática del gobierno portugués. A pesar de las innumerables dificultades para pasar por la Sierra del Mar, los campos del altiplano inmediatamente atrajeron los pobladores, lo que hizo de la zona una excepción en el tipo de colonización de los portugueses de los primeros tiempos, que se centraba fundamentalmente en el litoral.

En 1554 José de Anchieta junto con otros jesuitas recibió el encargo de su Orden de evangelizar los territorios de Portugal en América y fue así como  un grupo de jesuítas, entre ellos José de Anchieta y Manuel Lóbrega, llegó a la Serra do Ma y después hasta el altiplano de Piratininga. Allí encontraron buena tierra con abundante agua, pareciéndoles además  una ubicación perfecta al encontrarse en una colina alta y plana, ideal para la defensa de posibles ataques indígenas. En ese sitio, el 25 de enero de 1554 fundaron un colegio, alrededor del que se construyeron las primeras casas que dieron origen a Sao Paulo de Piratininga. El colegio estaba allí para la catequesis de los pueblos indígenas de la región. Ese edificio aún existe y se lo conoce con el nombre de Patio de Colegio. Así, Sao Paulo surgió como una misión jesuítica, que en sus comienzos contó con habitantes de origen europeo e indígena. No obstante, ell litoral, estrecho por la presencia de la sierra, no presentaba las condiciones necesarias para el desarrollo de grandes plantaciones, y el altiplano tenía el serio obstáculo del Camino del Mar, que, en vez de conectar, aislaba la región de Piratininga, negándole el acceso al océano, y con eso la facilidad para el transporte. En consecuencia, la capitanía quedó fue relegada a un plan económico inferior, impedida de producir con éxito el gran producto agrícola del Brasil colonial, la caña de azúcar, y de competir con la principal zona azucarera de la época, representada por Pernambuco y Bahia, pero a pesar de tales dificultades, Sao Paulo consiguió convertirse en una urbe de capital importancia en lo social y económico, siendo hoy una ciudad con casi quince millones de habitantes.

Río de Janeiro

Es en esa época cuando los portugueses sufren numerosos ataques de los indios tamoios, apoyados y dirigidos por los franceses. Tal situación es reflejada por Anchieta  ya en abril de 1563, en una carta dirigida a Diego Laínez, general de los jesuitas en la que le informa de que , “los indios tamoios vienen muy a menudo por diversas partes, por mar y por tierra a saltear, y siempre llevan esclavos de los cristianos, matándolos y comiéndolos”, es decir los  tupis o tupinaquins.

La situación llegó a ser tan insostenible  que el propio Anchieta y el padre Nóbrega se ofrecieron como rehenes al pactar una paz con los tamoios; paz que debía facilitar al gobernador portugués la repoblación pacífica del  territorio actual de Rio de Janeiro.

Pero la presión francesa en los indígenas se hacía notar y finalmente los portugueses tuvieron que enviar una armada al mando de Estacio de Sa para tomar el territorio y una vez cumplida la misión y reagrupada con gente de  Sao Paulo, se verificó el desembarco el 1 de marzo de 1565, fecha fundamental de la nueva ciudad de San Sebastiao do Rio de Janeiro.

Anchieta, en carta escrita al Provincial de Portugal desde Bahía, el 9 de julio de 1565, describe las dificultades para la fundación de Río

“Finalmente después de muchas contradicciones así de los pueblos de San Vicente como de los Capitanes y gente armada, a los que parecía imposible poblar el Río de Janeiro con tan poca gente y mantenimientos, el capitán mayor, Estació de Sá y el Oidor General Brás Fragosos, que siempre resistieron estos encuentros y contradicciones, determinaron llevar a cabo esta empresa que había comenzado “.

Y Anchieta concluye el episodio describiendo con emoción las labores de fundación:

“comenzaron a limpiar la tierra de matorrales «con gran fervor» y a cortar madera para construir la cerca, «sin querer saber de los tamoios ni de los franceses;  el capitán mayor estableció en la entrada de la bahía, en el sitio limitado por la parte del mar por los dos morros Cara de Cao y Pan de Azucar, y por la parte de Guanabara”

Filólogo

El aprendizaje del tupí fue la primera tarea emprendida por Anchieta a su llegada a Brasil. Ocurrió tras sufrir un desperfecto la embarcación en la viajaba a San Vicente; ésta se habría visto obligada a atracar en la costa para su reparación. Anchieta aprovechó tal pausa y el necesario contacto con los indígenas para  comenzar a aprender su idioma,

La actividad misionera de Anchieta se limitaría mayormente a la franja costera del sureste del país, de clima y selva subtropicales, que contaba con un gran número de pueblos indígenas repartidos en tres grandes etnias: tapuias, tupíes y guaraníes. Estos, a su vez, se distribuían en más de 60 tribus (tupinambás, tabajaras, tupiminós, potiguaras, etc.), la mayoría de ellas caníbales. Sin embargo,  todas ellas tenían en común su proximidad a una “lengua geral”, (“lingoa mais usada”, la llamaba Anchieta), el tupí (dialecto de la guaraní).

Anchieta acometió su obra más reconocida: “Arte da lingoa mais usada na costa de BrasiL”;  la gramatización de la lengua tupí, lengua que describiría y contrastaría con el portugués, sentando así las bases para un entendimiento de la compleja y heterogénea sociedad brasileña que se estaba formando y resultando una obra fundamental  para la historia de la traducción y de la comunicación interlingüística toda vez que al ser gramatizada, convirtió una lengua solo de uso en una lengua de estudio y de escritura

El respeto y la estima del jesuíta por la lengua indígena se acredita en múltiples pasajes de sus obras:

“Não tém escrita nem caracteres, nem sabem contar, nem tém dinheiro; commutatione rerum compram uns aos outros; sua língua é delicada, copiosa e elegante, tem muitas composições e síncopas mais que os gregos, os nomes são todos indeclinaveis, e os verbos tem suas conjugações e tempos. Na pronunciação são sutis, falam baixo que parecen que não se entendem; em sua pronunciação não põem”

Anchieta escribió también un catecismo, Diálogos da Fé, y otras obras religiosas: Instruçâo para o batismo, Instruçâo para asistencia aos indios em perigo de morte y una instrucción para confesarse. Más tarde amplió este material con varios autos dramáticos y cantorales.: compuso un poema de 5788 versos titulado De Beata Virgine dei Matre Maria , 2 tratados de Derecho y Teología titulados De iustitia et iure y De Sacramenti y la obra épica sobre las luchas  en Río de Janeiro De gestis Mendi de Saa.

José de Anchieta falleció en Brasil a la edad de 63 años, pero su figura sigue siendo muy reconocida en Brasil, donde llegó a ser llamado el “apóstol de Brasil”. El presidente del gobierno Getulio Vargas (1934), declaró el 19 de marzo, día de su nacimiento, Fiesta Nacional y el presidente Castelo Branco (1965), instituyó el 9 de junio, fecha de su muerte, Día de Anchieta. Da nombre a dos poblaciones, a la principal avenida que atraviesa Sao Paulo, calles, hospitales, centros escolares, instituciones benéficas y culturales. El compositor Heitor Villa-Lobos utilizó un poema mariano de Anchieta en su espectacular Sinfonía Amerindia, y el director Paulo César Saraceni recreó su biografía en “Anchieta, José do Brasil” (1977). En varias plazas existen estatuas en su honor y aún se conservan la escuela y la iglesia que construyó en Sao Paulo. Fue canonizado el 3 de abril de 2014.

Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es

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