Íñigo Ortiz de Retes y el descubrimiento de Nueva Guinea

El 20 de junio de 1545 la expedición española comandada por Iñigo Ortiz de Retes, cuando trataba de volver al continente americano, descubre y toma posesión de la isla de Nueva Guinea.

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Ortiz de Retes se convierte así en uno más de los grandes navegantes y descubridores españoles en el Océano Pacífico junto  con Elcano, Villalobos, Quirós, Loaísa, Saavedra, Legazpi y Urdaneta. Nueva Guinea fue llamada así por la semejanza del color de la piel de sus naturales con los de la Guinea africana.

Íñigo Ortiz de Retes y el descubrimiento de Nueva Guinea

La singladura de Ortiz de Retes tuvo una importancia trascendental desde el punto de vista geográfico y logístico al dar a conocer un amplio espacio de mar y tierra hasta entonces ignorado  y abrir nuevas posibilidades a la navegación en el Pacífico.  Retes descubrió numerosos archipiélagos, en especial la isla Grande o Nueva Guinea.

Íñigo Ortiz de Retes, nació en Retes de Llanteno (Ayala, Alava)  en 1538; atraído por la aventura americana, marchó a Sevilla donde embarcó con destino a Guatemala junto al conquistador de México y recién nombrado gobernador de aquellas tierras, Pedro de Alvarado.

Pedro de Alvarado y Guatemala

Desde Guatemala, Alvarado trató de armar una flota para explorar la costa occidental de México e intentar alcanzar las islas Molucas, debiendo pactar para ello con el Virrey de Nueva España Antonio de Mendoza para sufragar la expedición y conseguir alcanzar y establecer bases españolas en las tierras de poniente y de trazar una ruta fiable de regreso desde las islas orientales a las costas pacíficas de Nueva España.  Retes era el hombre de confianza de Alvarado para encabezarla, pero la expedición se vio frustrada por una sublevación indígena enn los territorios de Nueva Galicia en la que murió el propio Alvarado en 1541.

La expedición de Ruy López de Villalobos

Pero la muerte de uno de los patrocinadores no disuadió al otro, y poco después el virrey Antonio de Mendoza encargó al marino malagueño Ruy López de Villalobos, capitán de las flotas de Indias, que continuase los planes de Alvarado y armase la flotilla expedicionaria y así el 1 de enero de 1542 Villalobos y Ortíz de Retes parten con seis pequeñas naos y 370 hombres desde el puerto de Navidad ( actual Jalisco). Pronto avistan el archipiélago de Revillagigedo, bautizando diversas islas como la Nublada, de Roca Partida, el Placer y los Bajos de Villalobos, y más tarde  las de los Corales y los Jardines (archipiélago de las Marshall), alcanzando las ya descubiertas Carolinas Orientales y arribando al archipiélago de las Filipinas, concretamente a la isla de Mindanao, desde la cual inicia una exploración completa del archipiélago de la cual ha de desistir por los continuos temporales y la falta de alimento debiendo refugiarse en la isla moluqueña de Tidore,  en manos portuguesas.

Allí, tras un pacto con los portugueses, Villalobos decidió que la mayoría se quedara en la isla mientras se armaba la nao San Juan, única que se encontraba en buen estado, con el objetivo de regresar a Nueva España en busca de socorro. Al mando de la nave puso a Iñigo Ortiz de Retes

Nueva Guinea

Con la intención de regresar a Nueva España, Retes zarpará de Tidore el 16 de mayo de 1545 en dirección norte que era el rumbo correcto al encontrarse en la época de los monzones del oeste, muy frecuentes en las latitudes australes, y busca el camino de regreso al sur de la línea equinoccial.

Varios días después de la partida avistaron las llamadas islas Talud, cambiando el rumbo hacia el sur a la espera de corrientes favorables, avistando islas que bautizaron como la Sevillana (Supiori), la Gallega (Noemfer) y las Martires. (Schouten) al adentrarse la nao de Retes por el estrecho de Japón.

En las islas Padaido  fueron recibidos poruna treintena de embarcaciones cargadas de indígenas y una lluvia de flechas y  la San Juan salvó la situación  tomando rumbo sur  hasta que el horizonte les mostró hacia el Este las cumbres de la isla Grande, Nueva Guinea. El 20 de junio hallaron la desembocadura de un río al que llamaron San Agustín (hoy Mamberano), cuyo estuario parecía adecuado para desembarcar y hacer aguada. Desembarcaron e Iñigo Ortiz de Retes tomó posesión de aquella isla enorme a la que llamó Nueva Guinea porque el color oscuro de la piel de los aborígenes le recordó a los nativos de la Guinea africana.

El cronista, García de Escalante, lo describe así:

“…Sábado, a veinte del mes, surgieron en la isla grande, y allí tomaron agua y leña, sin contradicción de nadie, por ser allí despoblado. Tomó el Capitán la posesión de esta isla por Vuestra Señoría. Púsole nombre la Nueva Guinea. Todo lo que costearon de esta isla es tierra muy hermosa, al parecer, y tiende a la mar grandes llanos. En muchas partes y por la tierra adentro muestra ser alta, de una cordillera de sierras de alboredo, al mar el arcabuco y en otras partes pinos salvajes, y las poblaciones eran llenas de palmeras de cocos…” 

Intentando volver a casa

Intentaron navegar hacia levante pero las fuertes corrientes se lo impidieron, arribando en la isla de Mo (Liki), parte de las Kumamba, para descansar y aprovisionarse. Siguieron rumbo noreste atravesando varias islas volcánicas, algunas de ellas denominadas Magdalena, Gaspar Rico, las Volcanes, las Barbada y Caimana.

Los vientos apartaron de la costa a la nave que, en navegación adversa, se dirigió hacia el grupo de las islas Walulu y luego fue lanzada de nuevo hacia Nueva Guinea y Magdalena. Tras sufrir varios ataques por parte de los nativos, pudieron al fin fondear en la rada de Abrigo. Seguían sin poder encontrar el camino hacia Nueva España y los vientos y las corrientes contrarias les impedían avanzar hacia levante empujándolos hacia el noreste.

Deambularon sin rumbo fijo al pairo de vientos cambiantes que les impedían avanzar hacia el Este y terminaron trazando una gran curva que les llevó al atolón de Ninigo —más al Norte de la anteriormente descubierta isla de Ava—, y que los españoles llamaron islas de los Hombres Blancos, pues los aborígenes eran de tez mucho más clara que los neoguineanos. Las calmas largas y los durísimos vientos del Nordeste eran un constante freno a la navegación hacia el Levante por lo que a finales de agosto, en una latitud por encima de las islas Ninigo, Íñigo Ortiz de Retes se vio obligado a abandonar el intento de volver a Nueva España y puso proa al puerto luso de Tidore.

El 3 de octubre de 1545, tras cuatro meses y medio de singladura, regresaban a Tidore para reunirse con el resto de la expedición inicial en aquel puerto portugués y ser repatriados de forma deshonrosa por barcos portugueses por la ruta del Índico y del Atlántico.

Sin embargo, aún tardarían dos años en regresar, pasando calamidades en Malaca y Goa. Villalobos murió en 1546 en la isla de Amboine de fiebres palúdicas. García de Escalante escribió que sólo 144 supervivientes de la expedición llegaron a Lisboa en agosto de 1548, entre ellos Iñigo Ortiz de Retes.

Fracasaba así un nuevo intento hispano de regresar a América desde las islas de poniente: Gómez de Espinosa en 1522; las dos tentativas de Álvaro Saavedra, desde latitudes semejantes a las de Ortiz de Retes (1528 y 1529); el trágico amago de tornaviaje de Hernando de Grijalva en 1537; y el escarceo de Bernardo de la Torre semanas antes que el del capitán alavés.

Habría que esperar hasta 1565 para que otro vasco, Andrés de Urdaneta, marcase las derrotas definitiva que permitiera asegurar la navegación de los galeones entre los territorios pacíficos de la monarquía española: el trascendental “Tornaviaje”.

Ortiz de Retes, no obstante, protagonizó una gesta que aunque mayoritariamente ignorada supuso la incorporación al imperio español de la tercera isla más grande de la tierra (800.000 kilómetros cuadrados) tras las de Australia y Groenlandia.

Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es

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1 Comment

  1. oscar
    11/05/2020 @ 14:06

    Ojo con las fechas!! Según vosotros, el protagonista con 7 años realizó todas esas hazañas.

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