Las
geishas, íconos de la cultura japonesa, representan un arte que ha perdurado a lo largo de los siglos. A través de su sofisticación, habilidades artísticas y papel social, las geishas han sabido adaptarse a los cambios del tiempo, preservando tradiciones y manteniendo vivo un legado cultural único.
Geishas: Las Guardianas de la Tradición Japonesa
El término “geisha” se compone de los caracteres japoneses “gei” (arte) y “sha” (persona), refiriéndose literalmente a una “persona de arte”. A diferencia de la creencia popular, las primeras geishas fueron hombres conocidos como “taikomochi” o “houkan”. Estos hombres desempeñaban funciones similares a los bufones europeos, entreteniendo a señores feudales y samuráis con música, danza y narración de historias. Eran los principales responsables de la animación en los banquetes de la nobleza, y aunque su número ha disminuido drásticamente, aún existen algunos taikomochi en la actualidad.
Hacia mediados del siglo XVIII, la primera mujer en identificarse como geisha emergió en los distritos de placer de Japón, desafiando las convenciones sociales y atrayendo a los clientes no solo con su talento artístico, sino también con su carisma y refinamiento. A medida que las mujeres comenzaron a dominar esta profesión, los hombres fueron gradualmente desplazados, y el rol de la geisha se transformó en una ocupación predominantemente femenina.
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