Puesto que se profana un lugar sagrado, el asesinato en un edificio religioso es un sacrilegio. Sin embargo, a pesar de la gravedad del delito durante la Edad Media tuvieron lugar diversos asesinatos en iglesias y catedrales de Occidente. Uno de los más conocidos se produjo en la catedral de Canterbury el año 1170. El asesinado fue Thomas Becket, arzobispo y canciller de Inglaterra, y los sicarios seis caballeros que actuaron probablemente cumpliendo órdenes del propio rey, Enrique II, aunque no se descarta que lo hicieran por cuenta propia. La causa del magnicidio fue la oposición de Thomas Becket a las intenciones reales de limitar los privilegios eclesiásticos, muy amplios en Inglaterra en aquella época.
El país donde más asesinatos se produjeron en los tiempos medievales en lugares religiosos fue Italia. Lo cual no debe extrañar a quien conozca un poco la convulsa historia de las repúblicas italianas en el Medioevo, donde las rivalidades entre los estados y las personas poderosas estaban a la orden del día. En 1435 todos los miembros varones de una familia, los Chiavelli, fueron asesinados el día de la Ascensión en la iglesia de san Venanzo, en Fabriano, provincia de Ancona. Más tarde, en 1476, el luctuoso suceso tuvo lugar en Milán; mientras Galeazzo Visconti entraba en la iglesia de santo Stefano, unos conjurados le quitaron la vida.
Florencia, 1478: Asesinato en la Catedral
La conjura de 1478 fue la única que tuvo éxito, por lo menos parcialmente. El truculento suceso ha pasado a la historia con el nombre de Conspiración de los Pazzi. El asesinato de los hermanos Medici debía efectuarse un día antes, el día 25 de abril, Sábado Santo, en el curso de una fiesta que Lorenzo y Giulio daban en una de sus casas de campo. La muerte debía ser por envenenamiento, pero se suspendió porque Giuliano no acudió a la fiesta al hallarse indispuesto. Morir envenenado era algo habitual en la Edad Media, y más en Italia. Allí el veneno acabó con muchas vidas, desde papas a rufianes.
Aunque estaban emparentados, los Pazzi y los Medici tenían pésimas relaciones por diversas cuestiones. Por otra parte, los Pazzi no eran los únicos enemigos que tenía la poderosa familia florentina. Se ignoran muchos detalles de aquella conspiración, pero se sospecha que incluso el Sumo Pontífice, Sixto IV, estaba implicado en ella. También estaba involucrado el arzobispo de Pisa, resentido con Lorenzo porque éste había impedido su nombramiento como arzobispo de Florencia.
Entre los que atacaron a los dos hermanos había mercenarios, pero también un par de religiosos. Tras el ataque se produjo una confusión en la catedral florentina. El templo se llenó de gritos; presas del pánico, los feligreses se agolpaban ante la puerta de salida. Los sicarios aprovecharon la confusión para huir. Pero una vez fuera de la catedral fueron perseguidos; manchados de sangre, no era difícil identificarlos. Una vez capturados fueron linchados por el pueblo y colgados en las rejas que había ante el Palacio de la Señoría, sede del gobierno. Entre ellos, el arzobispo de Pisa, lo que obligó al papa a excomulgar a los Medici.
Si la conspiración hubiera tenido éxito los Pazzi se habrían convertido en la familia florentina más poderosa. Pero no fue así, y Lorenzo, el superviviente de la conjuración, pudo prolongar el poder de su familia durante algunos años más en la capital toscana.
Pensar que aquellos horrorosos crímenes solo ocurrían en la “oscura” Edad Media sería un grave error. En tiempos mucho más recientes también se han producido. En España, el año 1869, uno después de la Gloriosa, la revolución que acabó con el reinado de Isabel II, fue asesinado en la catedral de Burgos el gobernador civil de la provincia. La alta autoridad había acudido a la sede para hacer cumplir una orden del ministro de fomento, Ruiz Zorrilla, para la incautación por parte del estado de bienes eclesiásticos (documentos, colecciones de arte…) no necesarios para el culto. Entonces, un gentío enfurecido se abalanzó sobre el gobernador, le saco de la catedral y empezó a sacudirlo, golpearlo y acuchillarlo ante la puerta del Sarmental, donde acabaron con él. Si aquello no fue un sacrilegio, poco le faltó.
Más conocido aún, por su repercusión internacional, es el caso de monseñor Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, que el 24 de marzo de 1984 fue abatido por un francotirador de los escuadrones de la muerte mientras celebraba misa en la capilla de un hospital. Como partidario de la teología de la liberación, el arzobispo llevaba tiempo denunciando las violaciones de los derechos humanos en su país y hablando a favor de los pobres y de las víctimas de la represión gubernamental.
Autor: Josep Torroella Prats para revistadehistoria.es
¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí
¿Nos invitas a un café?
Si quieres donar el importe de un café y “Adoptar un Historiador”, incluiremos tu nombre como agradecimiento en calidad de mecenas en un Artículo Histórico, puedes hacerlo Aquí:
También puedes apoyarnos compartiendo este artículo en las redes sociales o dándote de alta en nuestro selecto boletín gratuito:
Déjanos tu Email y te avisaremos cuando haya un nuevo Artículo Histórico